Durante casi una década, el hoy Papa León XIV —entonces Mons. Robert Prevost— dejó una huella imborrable en el norte del Perú como obispo de la Diócesis de Chiclayo y presidente del directorio de Cáritas local.
Entre 2014 y 2023, lideró una intensa labor social marcada por su cercanía, capacidad de gestión y un profundo compromiso con los más necesitados. Su testimonio se forjó trabajando incansablemente entre desastres naturales, crisis sanitarias y pobreza estructural.
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Cuando Mons. Robert Prevost llegó a la Diócesis de Chiclayo en 2014, no tardó en ganarse la confianza del equipo en Cáritas. Janinna Sesa Córdova, exdirectora de Cáritas Chiclayo, quien trabajó muy de cerca con él durante unos ocho años, asegura que fue verdaderamente un pastor con olor a oveja.

“En la época de la pandemia de COVID-19, me contagié tras llevar a mi madre a una cita médica. Se me complicó y estuve más de 15 días internada con oxígeno. Allí sentí la cercanía de Monseñor Robert”, contó a ACI Prensa, desde la ciudad de Chiclayo.
“Día a día me enviaba mensajes o audios. Recuerdo que me decía: ‘Olvídate del trabajo, la prioridad es tu salud. Te necesitamos bien’. Eso me ayudó mucho emocionalmente para salir adelante”, relató sobre la preocupación que el obispo tenía con ella y también con todos los miembros del equipo.
Sesa, quien dirigió Cáritas Chiclayo entre 2014 y 2024, conoció al entonces obispo al poco tiempo de su llegada.

“Recuerdo que visitó las instalaciones de Cáritas. Como todo cambio de obispo, esperábamos que nos dijera ‘muchas gracias’, pero él nos dijo: ‘No, queremos seguir trabajando juntos’. Desde el primer momento, ese lado de acogida que él tenía nos dio una confianza única”, relata.
Esa actitud se mantendría durante toda su gestión.
Su papel durante el fenómeno del Niño en 2017
Con la llegada del fenómeno de “El Niño Costero” entre diciembre de 2016 y mayo de 2017, el obispo Prevost estuvo al frente de las acciones de respuesta en Chiclayo, en medio de la emergencia por las inundaciones que afectaron a más de medio millón de personas.

Las inundaciones golpearon los departamentos de Lima, Ica, Arequipa, Piura, Tumbes, Chiclayo, Ancash y La Libertad. El Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) estimó en más de 150 los fallecidos por los desastres naturales, mientras que el Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI), a mediados de mayo de 2017, calculó en cerca de 200.000 las personas damnificadas en todo el país.
“El desborde del río La Leche ocasionó daños a muchos distritos. Monseñor nos motivaba, motivaba a los empresarios para generar donaciones y poder llevar la ayuda”, recuerda Sesa.
“Pero no sólo dirigía: él mismo se sumaba, llegaba en la camioneta y ayudaba incluso a cargar los kits. A veces intentábamos detenerlo, pero él decía: ‘Estoy aquí para ayudar, para servir’”, agregó.
Llevó oxígeno a una región azotada por la pandemia
Durante la pandemia de COVID-19, el liderazgo del hoy Papa León XIV cobró especial relevancia, en un contexto donde la escasez de oxígeno y la crisis económica dejaron más de 200 mil muertos en todo el país, de acuerdo a Reuters.
Bajo el impulso del obispo, Cáritas Chiclayo lanzó la campaña “Oxígeno de la Esperanza”, que logró adquirir dos plantas generadoras, vitales ante el colapso del sistema de salud nacional.
En un video publicado en Facebook, Mons. Prevost explicó que, para marzo de 2021, se lograron reunir unos 383.000 dólares, cuando la meta original era de unos 190.000.

“Gracias a su llegada, a donantes nacionales e internacionales, se logró comprar no una, sino dos plantas de oxígeno, que ayudaron gratuitamente a muchas personas. Vimos mucha gente llorar al recoger los balones, porque algunos se salvaban, y eso era muy conmovedor”, cuenta la exdirectora.
La logística era agotadora, pero Mons. Prevost no se mantuvo al margen, explica Sesa.
“Entregábamos oxígeno en dos turnos diarios, mañana y tarde, hasta la noche. Él llegaba a saludarnos y nos decía: ‘Hay más necesidad allá afuera, podemos hacer un turno más. Yo los acompaño’. Eso nos conmovió. Empezamos a hacer tres turnos, y así llegamos a más personas. Muchos enviaban mensajes de agradecimiento: ‘Gracias, Monseñor, por haberme salvado la vida’”.
“No pasaba de largo”: su preocupación por los pueblos rurales y alejados
Las zonas rurales y alejadas también fueron parte de la preocupación de Mons. Robert Prevost.

“En sus salidas a la sierra de Lambayeque —una zona de difícil acceso—, él conducía su camioneta sin necesidad de apoyo, llevaba ayuda humanitaria gestionada por él mismo. Llegaba a zonas altoandinas donde pocas personas asisten”, relata Sesa.
“Allí hay muchas necesidades, como nutrición infantil o falta de alimentos, y él iba frecuentemente. Saludaba desde la autoridad más alta hasta la persona más sencilla”, agrega.
Su última campaña en Chiclayo: ayuda humanitaria ante el ciclón Yaku
En marzo de 2023, antes de partir al Vaticano, el futuro León XIV expresó la cercanía del Papa Francisco con las víctimas del ciclón Yaku en Perú. Grabó un mensaje en la zona afectada y lanzó una campaña de ayuda.
Desde una de las áreas golpeadas por el fenómeno natural, anunció la campaña “Perú da la mano: Unidos por Lambayeque”, destinada a brindar asistencia a los damnificados del norte del país.
“Son muchos los pueblos que han sufrido. Este es uno de mis últimos mensajes desde la diócesis, y lo hago con el corazón”, señaló Mons. Prevost en un video que se hizo viral.

Sesa cuenta que el equipo de Cáritas pensaba que Monseñor “estaba preparando su partida, pero llegó con botas, casco y dos sacerdotes más… Se sumaron a entregar ayuda en Illimo y Pacora”.
“En ese contexto se tomó la foto que se ha hecho viral: en botas, con casco, entregando ayuda, bendiciendo personalmente. Ese video fue su despedida activa en Chiclayo”, afirmó.
Un pastor completo que resolvía cualquier problema
“Siempre le decíamos: ‘Usted es muy completo’, porque si se malograba una camioneta, sabía de mecánica. Una vez me sirvió de traductor ante una fundación italiana. Gracias a eso se aprobó un proyecto para niños. Así de rápido era como gestor”, cuenta Sesa.
En temas de salud y energía, también impresionaba a quienes estaban a su alrededor. “Tenía una salud muy vital. Estaba en Chiclayo, luego viajaba a la sierra, regresaba. También se hizo cargo de la Diócesis del Callao por un tiempo. A veces lo encontraba de noche respondiendo mensajes que no pudo contestar durante el día. Se daba tiempo para todos”, recuerda.
La oración como impulso
En medio de tanta actividad, nunca dejó de lado la vida espiritual. “En los traslados a las zonas siempre lo veíamos rezar el rosario. Era muy piadoso. Celebraba misas dominicales, visitaba parroquias, confirmaba jóvenes en los colegios. Esa era su prioridad”, subraya Sesa.
“Por eso ahora los jóvenes cuelgan en redes fotos de él confirmándolos. La gente de Chiclayo lo quiere tanto”, asegura.

Hoy, como Papa León XIV, su figura es conocida por el mundo. Pero para quienes lo trataron en Perú, su rostro sigue siendo el del pastor cercano que cargaba víveres, repartía oxígeno, que bendecía a los más pobres y a sus colaboradores.
Sesa reafirma que Mons. Prevost cultivó una relación fraterna con su equipo.
“Cada año hizo tradición que el equipo de Cáritas y los voluntarios compartieran la cena navideña con el equipo de la diócesis. Nosotros llevábamos el lechoncito desde Mórrope y él lo disfrutaba mucho”, recuerda con una sonrisa.
“Terminábamos cantando villancicos. Ya cuando tocaba la parte en inglés, todos guardábamos silencio, porque su inglés era mucho mejor”, recuerda.