Con el arranque de la temporada de huracanes 2025, la Iglesia Católica en México refuerza sus labores de prevención, atención y recuperación para hacer frente a los efectos de estos fenómenos naturales, que cada año causan múltiples afectaciones en distintas regiones del país.
De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la temporada de huracanes comenzó el 15 de mayo en el océano Pacífico y arrancará el 1 de junio en el Atlántico. Ambos ciclos concluyen el 30 de noviembre. La institución estima que en el Pacífico se registrarán entre 16 y 20 ciclones, mientras que en el Atlántico se esperan entre 13 y 17.
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Por su ubicación geográfica, entre dos océanos y en zona tropical, México es particularmente propenso a estos eventos.
Fabián Vázquez Romaña, coordinador general del SMN, señaló que los estados con mayor exposición son Baja California Sur, Quintana Roo, Sinaloa, Veracruz, Tamaulipas y Yucatán.
Una situación que se puede prever
En este contexto, el director de Cáritas Mexicana, P. Francisco de Asís de la Rosa Patrón, declaró en entrevista con ACI Prensa que es fundamental saber que “el problema de un huracán, o la situación de un huracán, es algo que puede enfrentar, más que resolver, todos organizados”.
Además, advirtió que las personas más afectadas suelen ser “personas en situación de vulnerabilidad. Muchas veces también son familias que viven todas en un mismo hogar porque no tienen recursos para tener cada quien su hogar”.
¿Cómo responde la Iglesia Católica?
Rodrigo Méndez Méndez, coordinador del Área de Medio Ambiente, Gestión de Riesgo y Emergencia de Cáritas, tiene una trayectoria de 12 años presenciando todo tipo de desastres naturales.
En entrevista con ACI Prensa, explicó que una de las principales prioridades de la organización ha sido la creación y el fortalecimiento de equipos diocesanos especializados en la reducción de riesgos y en la respuesta ante desastres. Estos grupos reciben formación para actuar en las distintas fases de una emergencia.
Como parte del trabajo preventivo, Méndez indicó que Cáritas realiza un seguimiento permanente de tormentas tropicales y huracanes. “Esa información la compartimos a través de los equipos diocesanos de emergencias para prepararnos”, afirmó, destacando que esta vigilancia permite organizar la intervención en tiempo real.
Ante una situación de crisis, se activa el Protocolo Nacional de Intervención para el Manejo de Emergencia, un conjunto de lineamientos y procedimientos que orientan la labor coordinada de Cáritas.
Según Méndez, “es una herramienta que convoca al pueblo de Dios a responder articuladamente a la emergencia”. Este protocolo se aplica en conjunto con parroquias y organizaciones aliadas.
Superada la fase crítica, se da paso a la evaluación. Méndez enfatizó la importancia de “el levantamiento de información en campo que permitirá evaluar los daños y analizar las necesidades de quienes fueron afectados”.
A partir de este análisis, se determinan “los sectores de ayuda humanitaria más esenciales como refugio, seguridad alimentaria, protección, medio de vida, agua, higiene y saneamiento y acciones de recuperación”.
Niveles de atención
De acuerdo con el P. de la Rosa Patrón, la respuesta de Cáritas se estructura según el nivel de impacto:
En situaciones de impacto bajo, se presentan “inundaciones muy locales, por intensas lluvias que se presentan generalmente con mucha agua, aunque no con mucho viento”. La atención la brindan las Cáritas locales, con posible apoyo diocesano.
Cuando se trata de un impacto medio, hay combinación de lluvia y viento, lo que provoca también deslaves. “Eso genera un impacto mucho más fuerte”, explicó el sacerdote. En estos casos, se suma la asistencia de diócesis vecinas.
En escenarios de impacto alto, donde las lluvias destruyen viviendas, especialmente aquellas “que están con techos de lámina o incluso de cartón”, Cáritas Mexicana coordina directamente la intervención, movilizando recursos humanos y materiales, además de promover colectas.
Recomendaciones
Según Méndez, existen recomendaciones que, aunque puedan parecer obvias, resultan claves y de gran ayuda.
Una de ellas es mantenerse informado: “que escuchen la radio, la televisión, también en los celulares, que estén pendientes sobre la entrada de las tormentas en este año”.
Otra medida importante es conocer con anticipación los lugares seguros a los que se puede acudir en caso de emergencia, como “refugios, que a veces da el gobierno y también las parroquias” para poder resguardarse.
Asimismo, enfatizó la importancia de evitar los cauces de ríos y arroyos, ya que, según su experiencia, “a veces se atreven a cruzar y por eso hay gente que se ha muerto, intentan cruzar cuando los arroyos, los ríos están crecidos”.
Méndez destacó también el papel fundamental de la organización comunitaria como una estrategia preventiva. Recordó lo sucedido en 2023, cuando el huracán Otis azotó la costa de Acapulco.
Comentó que, gracias a la gente que estuvo atenta, “empezaron a llevar a la gente a los refugios, llegaron por las personas mayores. En esas colonias, el daño material fue muy grande, pero bendito sea Dios, no hubo ninguna persona que sufriera porque se organizaron”.
Diego López Colín
Soy egresado de Periodismo en la Escuela Carlos Septién García con experiencia de comunicación institucional religiosa. Desde 2016 escribo para medios digitales y, desde 2018, reporto las noticias más importantes sobre el acontecer católico en México para el canal de noticias EWTN. Corresponsal de ACI Prensa en México desde 2023.
