ACNUR: Más de 122 millones de personas huyen de sus países

Con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se celebrará el viernes 20 de junio, ACNUR ha publicado hoy el Informe de Tendencias Globales. Según la agencia de la ONU, los continuos recortes en la ayuda humanitaria corren el riesgo de provocar más desplazamientos forzados.

Francesco Ricupero – Ciudad del Vaticano

Los conflictos persistentes y cada vez más graves, la crisis climática, las complejas y peligrosas interrelaciones entre éstos y sus efectos secundarios, como la inseguridad alimentaria, están obligando ahora a más de 122 millones de personas a abandonar sus hogares en busca de seguridad y protección. Además, los continuos recortes a la ayuda humanitaria corren el riesgo de provocar más movimientos forzados, incluso hacia Europa e Italia. Así se desprende del “Informe de Tendencias Globales” publicado hoy por ACNUR y elaborado con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se celebra el viernes 20 de junio. Es un evento anual establecido por las Naciones Unidas para reconocer la fuerza, el coraje y la determinación de millones de personas obligadas a huir alrededor del mundo debido a la guerra, la violencia, la persecución y las violaciones de los derechos humanos. En Roma, la Jornada contará con un evento institucional titulado: “Un compromiso compartido en un mundo donde la solidaridad está en crisis”, durante el cual representantes institucionales, del sector privado y de la sociedad civil debatirán sobre el reparto de responsabilidades en la búsqueda de soluciones duraderas para los refugiados, en tiempos de fuerte inestabilidad internacional. Entre los oradores estuvo también el cardenal Fabio Baggio, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Huyen de los conflictos

Según el informe, a fines de abril de 2025, había 122,1 millones de personas obligadas a huir de sus hogares, en comparación con 120 millones en el mismo período del año anterior, lo que marca una década de aumentos anuales en el número de refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza. Los principales factores siguen siendo los grandes conflictos, como los de Sudán, Myanmar y Ucrania, y el continuo fracaso de la política para detener los combates. Las tendencias que seguirán en los meses que quedan de 2025, según ACNUR, dependerán en gran medida de la posibilidad de alcanzar la paz, de mejorar las condiciones para el retorno a los hogares y del impacto de los actuales recortes de financiación en las situaciones de refugiados y desplazados en todo el mundo.

Desplazados internos

Entre las personas desplazadas por la fuerza se encuentran las desplazadas dentro de su propio país por conflictos, que aumentaron drásticamente en 6,3 millones hasta alcanzar los 73,5 millones a finales de 2024, y los refugiados que huyen de sus países (42,7 millones de personas). Con 14,3 millones de refugiados y desplazados internos, Sudán representa ahora la mayor crisis de refugiados y desplazados del mundo, reemplazando a Siria (13,5 millones), seguida por Afganistán (10,3 millones) y Ucrania (8,8 millones). El informe concluye que, contrariamente a la percepción popular en las regiones más ricas, el 67 por ciento de los refugiados permanecen en países vecinos y que los países de ingresos bajos y medios albergan al 73 por ciento de los refugiados del mundo. Los países de bajos ingresos siguen albergando una proporción desproporcionada de los refugiados del mundo, tanto en términos de población como de recursos disponibles. Estos países –destaca el informe– representan el 9 por ciento de la población mundial y sólo el 0,6 por ciento del producto interno global, y sin embargo acogen al 19 por ciento de los refugiados. Por ejemplo, hay poblaciones de refugiados muy grandes en Chad, la República Democrática del Congo, Etiopía, Sudán y Uganda. El 60 por ciento de las personas obligadas a huir nunca abandonan su país.

Un período marcado por un agudo sufrimiento humano

Vivimos en un período de intensa volatilidad en las relaciones internacionales, donde las guerras modernas crean un panorama frágil y desgarrador, marcado por un profundo sufrimiento humano. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para buscar la paz y encontrar soluciones duraderas para los refugiados y otras personas obligadas a huir de sus hogares, declaró Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Demasiados recortes a la ayuda humanitaria

A medida que aumenta el número de personas desplazadas, la financiación para satisfacer las necesidades humanitarias se encuentra ahora aproximadamente al mismo nivel que en 2015, en medio de recortes en la ayuda humanitaria. Esta situación es insostenible y deja a los refugiados y a las personas que huyen del peligro aún más vulnerables: mujeres sin protección, niños sin escuelas y comunidades enteras sin agua ni comida. “Incluso ante los devastadores recortes”, añadió Grandi, “en los últimos seis meses hemos visto algunos destellos de esperanza. Tras más de una década de exilio, casi dos millones de sirios han logrado regresar a casa. El país sigue siendo frágil y la gente necesita nuestra ayuda para reconstruir sus vidas”.

La generosidad de Italia

Italia, uno de los principales países donantes de ACNUR, continúa apoyándolo en emergencias humanitarias, brindando protección y promoviendo iniciativas de desarrollo con el objetivo de proteger y estabilizar a las poblaciones a lo largo de las rutas migratorias en África y otras regiones afectadas por crisis. La colaboración con Italia también es muy fuerte para la protección de los grupos más vulnerables, el desarrollo de canales legales de entrada y para la integración de los refugiados. Vivimos en un mundo – subrayó Chiara Cardoletti, representante del ACNUR para Italia, la Santa Sede y San Marino – en el que lo que sucede en otros lugares tiene consecuencias también para nosotros. Cuando no se responde adecuadamente a las emergencias humanitarias, las consecuencias no sólo aumentan el sufrimiento humano, sino que también generan mayor inestabilidad. Recortar la ayuda corre el riesgo de sumir a más personas en la desesperación, provocar más huidas (incluso hacia Europa e Italia) y empeorar crisis que serán aún más difíciles de abordar en el futuro. “Se trata -concluyó – de un círculo vicioso que debemos intentar romper urgentemente”.



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