Uruguay renueva consagración al Sagrado Corazón de Jesús

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A 150 años del gesto realizado por el beato Jacinto Vera, la Iglesia uruguaya se volvió al Corazón de Cristo con renovada convicción. “Somos pocos, pero vivimos una fe decidida —dijo Monseñor Milton Tróccoli, presidente de la Conferencia Episcopal de la nación sudamericana—; y esa fe, pequeña como faro, sigue iluminando caminos de esperanza”.

Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

“Volver a mirar el corazón de Cristo: el corazón que nos ama, que nos quiere, que nos perdona, su corazón misericordioso…”. Con estas palabras, Monseñor Milton Tróccoli, presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, resume el espíritu con que el país vivió uno de los hitos espirituales más significativos del Año Jubilar 2025: la renovación de la consagración nacional al Sagrado Corazón de Jesús.

El jueves 12 de junio, en el Santuario Nacional del Cerrito de la Victoria, dedicado precisamente al Sagrado Corazón, la Iglesia que peregrina en Uruguay volvió a pronunciar casi las mismas palabras que, hace 150 años, pronunció el Beato Jacinto Vera. Fue una jornada cargada de simbolismo, oración y comunión que reunió a sacerdotes, obispos y una multitud de fieles. El acto tuvo lugar en el marco de la solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, y se integró con el jubileo nacional del clero, un gesto que unió la consagración del país a Cristo con la renovación del compromiso sacerdotal.

Entrevista completa al presidente de la Conferencia Episcopal Uruguaya, monseñor Milton Tróccoli

“El deseo de Jacinto Vera era que Uruguay pudiera conocer el amor del corazón de Jesús, y por eso entregarse a Él”, subrayó Tróccoli, también obispo de la diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas.

La celebración fue vivida como un día de fiesta y renovación espiritual. Hubo testimonios vocacionales, espacios de adoración eucarística, reconciliación sacramental, y finalmente, una eucaristía muy sentida en la que se renovó la consagración nacional.

En la homilía, el arzobispo de Montevideo, Cardenal Sturla, manifestó: “Tenemos la suerte de haber nacido en este tiempo sencillamente porque es el nuestro, porque es cuando el Señor nos puso para dejar nuestra huella de bien y de amor, en nuestro paso por el mundo y en nuestro servicio al pueblo de Dios. Es en este tiempo en que el Señor nos llama amigos y nos ha compartido su ser. Es ahora que nos da su Espíritu Santo para renovar la faz de la tierra. Volvamos nuestro corazón al corazón de Jesús”.

Pero esta iniciativa no quedó restringida a Montevideo, la capital del país: todas las diócesis del país replicarán el gesto el próximo 22 de junio, solemnidad de Corpus Christi, en parroquias y comunidades, para que llegue “a todos y todos podamos sentirnos involucrados”, dijo el obispo.


Procesión de los sacerdotes hacia el Santuario del Cerrito de la Victoria en Montevideo, Uruguay, el 12 de junio de 2025.

Una Iglesia pequeña, pero testimonial

Aunque la Iglesia uruguaya se suele definir como pequeña en número, el prelado prefiere hablar de intensidad y decisión: “Aquí la fe no es sólo una tradición, sino una opción personal. Eso hace que nuestras comunidades, aunque pequeñas, sean fuertes y comprometidas”.

En un contexto de marcada secularización, esa firmeza se vuelve signo profético: una fe que no se hereda, sino que se elige, como respuesta libre y madura al Evangelio. En palabras del obispo: “Son pequeños focos, pequeños faros que siguen iluminando la esperanza en el camino”.

Juventud, misión y servicio

Uno de los signos más visibles de esta renovación espiritual está en los jóvenes. Desde la reactivación de la Jornada Nacional de la Juventud en 2024 —que reunió a más de 2.000 participantes tras nueve años sin realizarse— hasta las múltiples misiones juveniles y espacios de adoración eucarística, los jóvenes están impulsando una Iglesia con rostro joven y solidario.

“Los jóvenes se acercan a iniciativas de servicio, a veces sin saberlo, movidos por el Evangelio. Y descubren allí que Jesús está en el hermano, especialmente en el que sufre”, explicó Tróccoli. “El misionero sale misionado”, afirmó, citando uno de los frutos más profundos de estas experiencias.

Momento de oración antes de la santa misa en la que se renovó la consagración al Sagrado Corazón de Jesús. (@Conferencia Episcopal Uruguaya)

Momento de oración antes de la santa misa en la que se renovó la consagración al Sagrado Corazón de Jesús. (@Conferencia Episcopal Uruguaya)

El legado de Jacinto Vera: una Iglesia en salida

La figura del Beato Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay y testigo de una Iglesia misionera, sigue iluminando el camino. “Murió misionando, en Pan de Azúcar”, recordó Monseñor Tróccoli. “Nos dejó el ejemplo de una Iglesia que no se encierra, que no se acomoda, sino que va al encuentro, que recorre el país, que se preocupa por todos”.

Ese legado resuena también en el cuidado del clero, otro de los ejes del ministerio de Vera. “Quiso formar un clero sabio, piadoso, autóctono”, aseguró el prelado. Una inspiración vigente para una Iglesia que busca estar al servicio del pueblo de Dios desde la humildad, la oración y la cercanía.

Transmisión completa de la renovación de la consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Hacia noviembre: María, la patria y la misión

El culmen del Año Santo en Uruguay llegará el 9 de noviembre con la Peregrinación Nacional al Santuario de la Virgen de los Treinta y Tres, en Florida. Será una ocasión para celebrar también el bicentenario de la independencia nacional, retomando el gesto histórico de aquellos libertadores que, en 1825, encomendaron la naciente república a María.

“Ese será el momento de dar gracias por la libertad de la patria, pero también de relanzar con fuerza la misión evangelizadora”, dijo Monseñor Tróccoli, “porque una Iglesia fiel a Cristo no puede dejar de anunciarlo con alegría”.

Asimismo, Tróccoli compartió que la elección del Papa León XIV el pasado 8 de mayo también fue vivida con emoción y atención por la Iglesia en Uruguay. A pesar del contexto de secularización que caracteriza al país, la noticia generó una respuesta significativa tanto entre los católicos practicantes como entre quienes no forman parte activa de la vida eclesial.

“Fue una gran alegría”, expresó Monseñor Tróccoli. “Se vivió con mucho entusiasmo, con una expectativa compartida por toda la sociedad. La figura del nuevo Papa está generando esperanza, y nos sentimos animados por su testimonio a seguir construyendo puentes, saliendo al encuentro, y abrazando al mundo desde la fe en Jesús”.

Una fe que transforma lo cotidiano

En su mensaje final, el obispo invitó a vivir esta consagración en lo concreto de cada día: “Estar unidos al corazón de Cristo nos permite mirar la vida con fe. Eso transforma cómo trabajamos, cómo servimos, cómo atravesamos las dificultades. Nos da otra esperanza”.

Así, en silencio, en lo cotidiano, en lo pequeño —como esos faros que no se apagan— la Iglesia uruguaya sigue sembrando el Evangelio con perseverancia. Y como dijo Monseñor Tróccoli, sin bajar los brazos, y siempre con alegría.



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