El Papa León XIV anunció este viernes que las primeras canonizaciones de su pontificado serán el próximo 7 de septiembre, contando entre los futuros santos a los jóvenes Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati.
Aquí te contamos 10 datos que quizá no conocías del próximo santo italiano Pier Giorgio Frassati, que inspira a jóvenes alrededor del mundo a renunciar a los privilegios para servir a los más pobres.
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Nació un Sábado Santo
Pier Giorgio Frassati nació en Turín (Italia) el 6 de abril de 1901, un Sábado Santo. Hijo de Alfredo Frassati, fundador del periódico La Stampa y de Adelaide Ametis, una artista de fuerte carácter. Su padre era agnóstico, y su madre era creyente pero severa. Creció en un ambiente familiar tenso y distante.
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Una fe temprana y profunda
Desde pequeño, Pier Giorgio se sintió atraído por la fe. Recibió educación de los jesuitas, y comenzó a acercarse a la Eucaristía a diario. De este modo, desarrolló una espiritualidad perseverante y concreta, reflejada en la oración, la confesión frecuente y el servicio a los pobres. En su adolescencia, se unió a las Conferencias de San Vicente de Paul, con quienes recorría las calles de Turín llevando ayuda a familias humildes.
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Daba su dinero, su ropa y hasta el boleto del tranvía
En muchas ocasiones, el joven llegaba a su casa tarde, sucio y sin dinero, por haberse detenido a acompañar a un enfermo, comprar medicinas o donar su abrigo. Además, daba el dinero del boleto de tranvía, lo que lo obligaba a caminar largas distancias para llegar a casa.
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Un estudiante con vocación
Estudiar, decía Frassati, es una forma concreta de construir un mundo más justo. Con ese afán, se formó en ingeniería mecánica con especialización en minas, para poder compartir la vida con los trabajadores más postergados de la sociedad. Murió poco antes de graduarse.
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Fue montañista, poeta y líder de excursiones
El joven Pier Giorgio amaba la montaña. Escalaba con un grupo de amigos al que llamaban “la sociedad de los tipos oscuros”, en salidas que combinaban deporte, contemplación y fe, y eran para él ocasiones de apostolado. Cuando hacía cumbre, solía exclamar: “Verso l’alto!” (“¡Hacia lo alto!”), frase que hoy acompaña su imagen.
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Un católico comprometido con su tiempo
La juventud del futuro santo estuvo atravesada por las secuelas de la Primera Guerra Mundial. En ese marco, participó activamente en la Acción Católica, la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI) y el Partido Popular. Se manifestó contra el fascismo, defendió reformas sociales, y fue arrestado en Roma por proteger la bandera de su grupo juvenil de un ataque de la Guardia Real.
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Prefirió la vocación laical
Aunque pensó en el sacerdocio, Pier Giorgio se inclinó por la vocación laical, para vivir su fe “desde dentro del mundo”, entre trabajadores, estudiantes y marginados. Ingresó a la Tercera Orden Dominicana en 1922, adoptando el nombre de Fray Girolamo. “Siempre llevo mi voluntad en el bolsillo”, decía, señalando su rosario.
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Un amante del arte y la cultura
Le encantaban el arte, la ópera, Dante, la pintura y el teatro. Organizaba salidas con amigos, visitaba museos, pero todo lo vivía con una hondura cristiana que impregnaba lo cotidiano.
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Los más pobres le dieron el último adiós
Contrajo poliomielitis ayudando a un enfermo, pero no se lo dijo a nadie para no preocupar a su familia, que estaba atravesando la grave enfermedad de su abuela. Murió el 4 de julio de 1925 a sus 24 años. En su funeral, cientos de pobres —desconocidos para sus propios padres— llenaron las calles para despedirlo.
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Su santidad en lo secreto impactó al mundo
La vida de santidad oculta de este joven que renunció a los privilegios de su clase para servir a los más pobres impactó al mundo. En 1990, fue beatificado por Juan Pablo II, quien lo llamó “el hombre de las ocho bienaventuranzas” y lo propuso como modelo para los jóvenes del siglo XXI.