Floribert Bwana Chui: una vida entregada para vencer las tinieblas del mal


El domingo 15 de junio por la tarde en Roma, en la basílica de San Pablo Extramuros, se celebra la beatificación del joven, miembro de la Comunidad de San Egidio y mártir en la República Democrática del Congo. Fue torturado y asesinado con sólo 26 años por no ceder a la corrupción. El postulador, el P. Francesco Tedeschi: “Con su ejemplo, Floriberto nos muestra el camino para vencer el mal con el bien”.

Por Francesco Tedeschi *

Una «lámpara encendida» capaz de iluminar una época oscura y de mostrar el camino para resistir al mal: así puede resumirse la vida y el martirio de Floribert Bwana Chui, joven congoleño asesinado en 2007 con sólo 26 años. Su beatificación tendrá lugar el domingo 15 de junio por la tarde en la basílica papal de San Pablo Extramuros. La celebración estará presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, representante papal.

En el contexto de la convulsa región de Kivu, en la República Democrática del Congo, la vida de Floribert, originario de Goma y miembro de la Comunidad de Sant’Egidio, es un ejemplo universal de profundo arraigo en el Evangelio.

Su martirio es conocido: el joven fue torturado y asesinado, los días 7 y 8 de julio de hace dieciocho años, por negarse -como jefe de la Oficina de Control de Mercancías de Aduanas- a dejar pasar un cargamento de arroz y azúcar deteriorado y adulterado a cambio de una suma de dinero. Bwana Chui estaba convencido de que la corrupción era incompatible con la vida cristiana y de que «no se puede sacrificar la vida de las personas por dinero, que no hace la felicidad».

La investigación diocesana demuestra que era muy consciente del riesgo que corría, de la fuerza de los intereses a los que se oponía y de la «normalidad» de las prácticas corruptas. Sin embargo, el martirio de Floriberto no fue sólo el resultado de una convicción moral y de un sentido de la honradez, sino una historia de amor al Evangelio, a los pobres y a la paz.

Nacido en Goma en 1981, Bwana Chui creció en una época de grandes cambios para el país, entre el final de la era Mobutu y el estallido de la «primera guerra mundial de África» por el control del Congo.

En 1994, el genocidio de Ruanda tuvo repercusiones en la región, que perduran hasta hoy. En una tierra fronteriza de muchas riquezas, la gente estaba en estrecho contacto entre sí, pero no se amaban. Un encuentro con la Comunidad de Sant’Egidio en 2001 marcó profundamente a Floribert, que había recibido una educación católica. Las conferencias a las que asistían jóvenes congoleños, ruandeses y burundeses de todas las etnias, tratando de superar rencores y divisiones, le parecieron la anticipación de un futuro en el que la convivencia es posible. Impresionado por el acuerdo de paz en Mozambique, firmado en Roma el 4 de octubre de 1992 gracias al compromiso de la Comunidad de Trastevere, le gustaba repetir: «Sant’Egidio pone a todos los pueblos en la misma mesa».

Su hermano Trésor recuerda: “Decía que la gente estaba demasiado dividida, que había demasiados discursos extremistas. Él, en cambio, quería evitar toda lógica identitaria y violenta: hablaba con todas las partes en causa, esperaba acercar a los que se odiaban”. Se había hecho conocido en la universidad por sus intervenciones destinadas a resolver disputas.

“Cuando estabas enfadado -cuenta su amiga Carine-, no te dejaba marchar hasta que te habías calmado. Decía que había que vivir en paz con todo el mundo, que no había que guardar rencor”. Para Floribert, “los problemas nunca se resuelven con violencia, siempre hay otro camino”. Y “la otra vía” es el diálogo, del que nacen la amistad y la estima.

En aquella época, Sant’Egidio de Goma estaba dando sus primeros pasos. Floribert estaba entre los protagonistas y lo recuerdo personalmente comprometido y entusiasta. La oración vespertina de la Comunidad, abierta a la ciudad, era su corazón. A partir de ahí comenzó el servicio a los pobres y a los numerosos niños de la calle, los Maibobo, despreciados y temidos, a menudo objeto de redadas policiales. Floribert se interrogaba sobre su situación. Le llamaba la atención la facilidad con la que incluso niños pequeños eran expulsados de sus familias, obligados a vivir al desamparo, siempre expuestos a la violencia y a los abusos. Fue uno de los frutos más amargos de la guerra, de la destrucción de escuelas, del reclutamiento de niños en la milicia.

La «Escuela de la Paz» fue la respuesta de la Comunidad de Sant’Egidio a la tragedia de estos niños perdidos, que encontraron la posibilidad de reintegrarse en sus familias o de reanudar sus estudios, que el mismo Floribert, junto con la Comunidad, se comprometió a costear. Bwana Chui era amigo personal de muchos Maibobo y es significativo que hoy, en el campo de refugiados de Mugunga, la Comunidad de Sant’Egidio dirija una escuela primaria que lleva el nombre de Floribert y a la que asisten más de ochocientos alumnos.

A través de su amistad con los más pobres, el futuro beato había comprendido que toda vida tiene un valor que hay que proteger y defender. Es en esta conciencia, por tanto, en la que hay que leer su fuerte resistencia al mal, a la idolatría del dinero y de la ganancia fácil, que hacen de él un modelo para los jóvenes del mundo, como recordó el Papa Francisco el 2 de febrero de 2023 en Kinshasa, durante su viaje apostólico a tierra congoleña. ‘Ser honesto -dijo el Pontífice argentino- es difundir la luz de Dios, es vivir la bienaventuranza de la justicia’.

Como dijo León XIV el pasado 7 de junio, en la Vigilia de Pentecostés, ‘la evangelización no es una conquista humana del mundo, sino la gracia infinita que se difunde a partir de las vidas cambiadas por el Reino de Dios. Es el camino de las Bienaventuranzas”. En este camino, el Beato Floriberto nos precede.


La Biblia de Floriberto conservada en Basílica de San Bartolomé en la Isla Tiberina (www.ciroattanasiophoto.com)   (www.ciroattanasiophoto.com)

Hoy su Biblia se conserva en el santuario de los «Nuevos Mártires», en la basílica romana de San Bartolomé, en la Isla Tiberina. Educado para vivir el Evangelio sine glossa, con los niños de la calle en su corazón que sufrirían por esa comida en mal estado, Floriberto puso en práctica la Palabra. Y su ejemplo nos muestra el camino para vencer el mal con el bien.

*Postulador

 



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