El Vaticano lanza su proyecto de sostenibilidad energética y ambiental, que abarca también el Palacio de la Canónica, la Casa Santa Marta y el Estudio del Mosaico. Inspirado en los principios de la encíclica Laudato si’, este plan marca una nueva etapa en el cuidado del planeta, justo en el décimo aniversario de su publicación.
Eugenio Murrali – Ciudad del Vaticano
Reducir emisiones, cuidar la calidad del aire, fomentar buenas prácticas y promover una vida responsable. La Fábrica de San Pedro ha convertido estos pilares en el corazón de un ambicioso plan de sostenibilidad que aspira a transformar la mayor iglesia del mundo en un ejemplo a seguir para otros espacios culturales. El proyecto —activo desde 2022— no se limita a la basílica: también abarca el “Palacio de la Canónica” (es decir, el edificio en el que residen los canónigos del Capítulo de la Basílica vaticana y que alberga las oficinas de los trabajadores de la Fábrica), la Casa Santa Marta y el Estudio del Mosaico.
Una “casa” con huella cero
“El objetivo es hacer de la basílica vaticana —junto con la comunidad que la habita y los millones de peregrinos y turistas que la visitan cada año— una ‘casa’ con impacto cero, que acoja a todos e inspire a crecer en humanidad”, declaró el cardenal Mauro Gambetti, presidente de la Fábrica de San Pedro.
En un mundo sacudido por crisis y transformaciones —guerras, inestabilidad económica, avances en inteligencia artificial—, podría parecer que el tema ambiental ha pasado de moda. Sin embargo, para el cardenal, el cambio climático y la sostenibilidad son ahora parte esencial de las agendas educativas, políticas e industriales del mundo occidental.
La apuesta por una dimensión ecosostenible implica —afirma Gambetti— asuntos estructurales que definen el progreso o el declive de las civilizaciones, profundamente entrelazados con la economía, la salud pública, la justicia social y la tecnología. En este contexto, la Santa Sede, guiada por las encíclicas Laudato si’, Fratelli tutti y la exhortación apostólica Laudate Deum, se presenta como un actor activo y propositivo. Ejemplo de ello son programas como Conversión Ecológica 2030, centrado en movilidad sostenible, y Borgo Laudato si’ en Castel Gandolfo, concebido como un laboratorio de ecología integral y economía circular.
Buenas prácticas que inspiran
La meta de “cero emisiones netas” fue subrayada también por Walter Ganapini, coordinador del Comité Científico del Proyecto, compuesto por expertos de renombre internacional. Esta meta se persigue con múltiples estrategias, no solo en sintonía con la encíclica Laudato si’, sino también con los Objetivos de la ONU y el Pacto Verde Europeo.
Las herramientas técnicas y científicas empleadas son de vanguardia, aunque, como recuerda Ganapini citando al Papa Francisco, “no se puede estar sano en un mundo enfermo”. El enfoque adoptado se basa en el modelo One Health, que entiende el mundo como un sistema interconectado.
Pero la tecnología no basta: los ponentes insistieron en la importancia de promover entre los peregrinos del Año Jubilar conductas sostenibles y estilos de vida comprometidos con el cuidado del planeta.
Mejorar el aire que se respira
En 2023, la Agencia Nacional de Nuevas Tecnologías, Energía y Desarrollo Sostenible (ENEA) realizó un estudio para identificar áreas clave de intervención. Uno de los focos más relevantes es la mejora de la calidad del aire, como explicó el profesor Gianluigi De Gennaro, de la Universidad de Bari. Esta cuestión cobró aún más relevancia tras la pandemia.
Cada día, unos 45.000 fieles cruzan las puertas de la Basílica de San Pedro, y en algunos momentos del año se alcanzan los 90.000. A esto se suman las celebraciones litúrgicas donde se usa incienso. No obstante, los amplios espacios y la buena ventilación natural ayudan a dispersar rápidamente los contaminantes.
Un modelo aplicable al patrimonio cultural
Gracias a un sistema de monitoreo instalado en 2023, ahora es posible controlar en tiempo real las concentraciones de partículas (PM), compuestos orgánicos volátiles (TVOC), dióxido de carbono (CO₂) y parámetros microclimáticos. Siete sensores ubicados en distintos puntos de la basílica permiten mantener bajo control estos indicadores clave, fundamentales tanto para la salud de los visitantes como para la conservación del patrimonio artístico.
El profesor Niccolò Aste, del Politécnico de Milán, explicó que las intervenciones buscan el máximo respeto por estos espacios históricos, comparables a órganos vitales de un cuerpo vivo. Por eso, el plan prioriza mejoras en los sistemas de climatización y en el diseño bioclimático.
Entre las acciones ya implementadas están la optimización de la ventilación natural y la sustitución del sistema de iluminación de las naves laterales por lámparas LED. En el Estudio del Mosaico y en el Palacio de la Canónica se renovarán los sistemas de calefacción, refrigeración y deshumidificación con tecnologías específicas que permitirán reducir considerablemente las emisiones.
Se trata, en definitiva, de un paso concreto y un modelo replicable para construir un futuro verdaderamente sostenible.