El P. Juan José Silvestre, liturgista de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, defiende la genuflexión (apoyar la rodilla derecha en el suelo) como una “expresión de una fe encarnada y consciente” y recuerda que este gesto es distinto a lo que se hace al rezar de rodillas.
“Una cosa es rezar de rodillas durante la consagración, por ejemplo, y otra es la genuflexión, que es un signo de adoración o veneración a la Eucaristía”, detalla el sacerdote, doctor en Sagrada Liturgia, en declaraciones a ACI Prensa.
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“La genuflexión implica la rodilla derecha toque tierra, mientras que en la consagración estamos con las dos rodillas en tierra”, añade.
Oración de rodillas en la Biblia
El P. Silvestre constata cómo esta práctica está radicada en la Biblia: “Su origen más remoto es esa oración de rodillas que encontramos en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento”.
En este sentido, pone ejemplos como el de Jesús “en la oración en el Huerto de los Olivos”, en el que “San Lucas nos dice que el Señor rezaba arrodillado”, o el de San Esteban en los Hechos de los Apóstoles, quien “antes de ser martirizado, también está rezando de rodillas”.
En todo caso, asegura que este gesto reverencial en los orígenes del cristianismo estaba más unido a un “cierto carácter penitencial” (es decir, de reconocimiento del pecado, arrepentimiento y deseo de conversión). Por eso, en los primeros siglos, los cristianos “los domingos no se arrodillaban porque no es un día de petición de perdón”.
En los regímenes feudales medievales, era una práctica de veneración al poder
Sin embargo, con el paso del tiempo el gesto fue adquiriendo un nuevo matiz y, a partir del siglo XI, la genuflexión “va unida a una manifestación de veneración y de respeto”. El experto aprecia cómo esta práctica en la Edad Media tenía su origen en la veneración ante el señor feudal, el rey o el emperador, pero luego se trasvasa “a esa adoración a la Eucaristía”.
En este sentido, el liturgista subrayó cómo, en el desarrollo espiritual, la genuflexión se vincula con una profundización en la fe que se basa en “la presencia real de Jesús en la Eucaristía”. “Jesús está presente con su cuerpo y su sangre, por eso ante su alma y divinidad va unido este gesto de adoración”, indica.
Genuflexión solo con la rodilla derecha
De hecho, la genuflexión está definida en el Misal, el libro litúrgico que contiene las oraciones, lecturas y rúbricas para la celebración de la Eucaristía, según el rito romano.
Así, explica claramente como la genuflexión “se hace doblando la rodilla derecha hasta la tierra, lo que significa adoración”. Y añade: “Esa genuflexión se hacía en el régimen feudal con la rodilla izquierda. Por tanto, al Señor la hacemos con la rodilla derecha”.
Este gesto se reserva para momentos específicos: “Para la adoración del Santísimo Sacramento o la Santa Cruz, o la solemne adoración del Viernes Santo hasta el inicio de la Vigilia Pascual”.
El sacerdote explica que el Misal Romano detalla las tres genuflexiones que debe hacer el sacerdote en la celebración eucarística: “Después de mostrarnos el Cuerpo de Cristo, después de mostrarnos el cáliz con la Sangre de Cristo y antes del ‘Este es el Cordero de Dios’”. Además, si el sagrario está en el presbiterio, “hace una al llegar al presbiterio y otra al irse del presbiterio, al inicio y al final de la celebración”.
Por esta razón, los fieles también están llamados a hacer lo mismo: “Cuando llegan y pasan por delante del sagrario, también hacen genuflexión. Es decir, cuando uno pasa por delante del lugar de la reserva eucarística, el signo de veneración, de adoración, es ese signo de la genuflexión”.
Finalmente, deja claro que el Misal también indica que, durante la consagración, los fieles deben estar de rodillas, si no hay circunstancias de fuerza mayor que lo impidan como las condiciones de salud o que el lugar sea “muy estrecho” o haya un “gran número de asistentes”.