En vísperas del Día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, que se conmemora el 26 de junio, la Pastoral de Adicciones y la Pastoral Social de Argentina alertaron sobre la “despenalización de hecho” de las drogas en el país.
En un comunicado firmado por la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia y la Comisión Episcopal de Pastoral Social, se pone de manifiesto la preocupación de la Iglesia Católica ante la realidad del consumo y la venta de drogas en el país.
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Con el título “Seamos signo de esperanza frente a la cultura de la muerte y el narcotráfico que no para de crecer”, la Iglesia Católica recuerda que ya desde 2007, en Aparecida, su compromiso es el de no permanecer indiferente “ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones”.
“El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres”, subrayan, recordando el documento de Aparecida.
Las pastorales observan con preocupación que “en las ciudades y pueblos de nuestro país, particularmente en las periferias y barriadas pobres”, el narcotráfico “va ocupando espacios sigilosamente y no se detiene”.
Esto sucede porque “da ‘trabajo’ a las personas y mientras que los barrios parecen tranquilos, se van desintegrando las familias y el narcotráfico extiende su vil campo de acción”.
“Son nuestros adolescentes y jóvenes los que van entrando tanto en el consumo de drogas como en la cadena de compra-venta de sustancias”, describen.
En ese marco, destacan el trabajo de las Iglesias en la prevención, el acompañamiento y la recuperación, tanto para “llegar antes” como para “levantar a los caídos” ofreciendo nuevos caminos, frente a un Estado “que se va retirando” de los espacios más pobres.
Se trata de un escenario donde “no hay paz”, y hay armas de por medio, con fuerzas de seguridad insuficientes y organizaciones que no dan abasto ante la demanda de ayuda, y con hospitales que, “dadas las deficiencias presupuestarias, se están convirtiendo en salas de atención primaria de la salud”, advierten.
Finalmente, y en el año de la esperanza, convocan a las diócesis a fortalecer sus instancias de prevención y atención, al tiempo que exhortan al Estado en todas sus instancias a “valorar, cuidar y sostener con salarios adecuados el trabajo y los esfuerzos de tantas personas que entregan sus vidas por aquellos que se sienten descartados”.