Con motivo del décimo aniversario de la encíclica Laudato si’, publicada por el Papa Francisco en 2015, el Vaticano presentó este lunes el primer balance del proyecto de sostenibilidad ambiental y energética de la Basílica de San Pedro, tres años después de su puesta en marcha. La calidad del aire dentro de este edificio, visitado diariamente por más de 40.000 personas, es objeto de un control riguroso mediante siete estaciones de medición.
La Fábrica de San Pedro, el ente que se ocupa de la gestión y la manutención de la basílica, puso en marcha en 2022 un proyecto tecnológico con el que aspira a situarse a la vanguardia de la innovación tecnológica para hacer frente a la crisis climática.
El objetivo es llegar tanto en el templo del corazón de la cristianidad como en los edificios vinculados a un nivel de “emisiones netas cero”, con el fin de reducir su huella ambiental y planificar acciones estructurales y de gestión prioritarias.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Así lo explicó Walter Ganapini, coordinador científico del proyecto, durante la presentación de este lunes en la Sala de Prensa del Vaticano del plan de sostenibilidad ambiental y energética de la basílica.
Entre los objetivos del proyecto está también el de difundir “buenas prácticas” entre los peregrinos del Año Jubilar, “para promover comportamientos y estilos de vida sostenibles, de cuidado y custodia de la creación”, a través de la reducción de las emisiones del complejo gestionado por la Fábrica de San Pedro.
Adhiriéndose al enfoque “One Health”, explicó Ganapini, el comité responsable ha promovido la instalación dentro de la basílica —frecuentada cada año por millones de peregrinos— de un sistema inteligente de sensores avanzados, destinado a reducir los riesgos de exposición a agentes contaminantes en ambientes cerrados.
En caso de situaciones críticas, el sistema activa inmediatamente mecanismos de seguridad, regula los flujos de acceso y pone en marcha automáticamente sistemas de ventilación ambiental, útiles también para gestionar variaciones térmicas importantes que podrían afectar la conservación de frescos, mosaicos, estucos y obras de mármol.
“Hemos estudiado posibles escenarios de intervención destinados a la descarbonización del complejo de la basílica”, explicó por su parte Niccolò Aste, del Politécnico de Milán. “También se han propuesto soluciones de eficiencia y mitigación”, mediante mejoras en los sistemas técnicos y bioclimáticos, incluyendo un sistema de ventilación natural, renovación del aire interior y enfriamiento durante el verano.
Además de la Basílica de San Pedro, los edificios de la Canonica, la Casa Santa Marta y el Estudio del Mosaico también han sido objeto de esta reforma. El primero es la residencia de los sacerdotes que conforman el Capítulo Vaticano, responsable de las celebraciones litúrgicas ordinarias en la basílica; la Casa Santa Marta, conocida por ser la residencia oficial del Papa Francisco, es una residencia dentro del Vaticano, originalmente construida para alojar a los cardenales durante los cónclaves. Por último, el Estudio del Mosaico es el taller artístico encargado de la restauración y creación de mosaicos que decoran la Basílica de San Pedro y otras iglesias vaticanas.
Según explicaron en la conferencia de prensa, en el Palacio de la Canonica se han identificado 144 zonas térmicas representativas de los distintos edificios y se ha instalado un sistema de bombas de calor, con un ahorro energético que oscila entre el 50% y el 60% según la tecnología empleada, y una reducción de hasta el 72% en las emisiones de CO₂.
En el Estudio del Mosaico, en cambio, se ha instalado un sistema de climatización que aspira el aire desde los puestos de trabajo y lo reintroduce en otro punto, proporcionando aire limpio y fresco —o caliente, según la estación— para mejorar tanto el confort como la conservación del espacio.
El Cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica papal, elogió el proyecto que desde hace tres años busca reducir la huella ecológica. Con más de 40.000 visitantes diarios, la basílica cuenta ahora con siete estaciones de monitoreo de calidad del aire en su interior, lo que permite un control constante de las condiciones ambientales.
“Nuestro objetivo es transformar este espacio sagrado en un testimonio vivo del compromiso de la Iglesia con el cuidado de la casa común”, declaró el Cardenal Gambetti.
“En un mundo ocupado por otras crisis —las guerras, la inestabilidad económica, la inteligencia artificial—, la crisis ambiental podría parecer pasada de moda”, advirtió.
Además, el proyecto promueve comportamientos sostenibles entre los fieles que acudirán al Jubileo de 2025, animando a estilos de vida responsables y a la custodia de la creación.
Este esfuerzo se enmarca dentro del Plan de Transición Verde del Vaticano, que incluye también programas como la “Conversión ecológica 2030”, con la que el Estado de la Ciudad del Vaticano se compromete a alcanzar la neutralidad climática a través del uso responsable de los recursos, proyectos de eficiencia energética, movilidad sostenible y la diversificación de fuentes energéticas. A ello se suman las recientes iniciativas espirituales y académicas en torno a la ecología integral, como el Borgo Laudato si’, inaugurado en Castel Gandolfo como laboratorio de economía circular.