Informe Jubilar sobre la deuda: replantearse la arquitectura financiera

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En la Casina Pio IV se presentó el Informe jubilar elaborado por una comisión específica de 30 expertos que había nombrado el Papa Francisco para promover la justicia, la equidad y la solidaridad, poniendo «las finanzas globales al servicio de la persona y de la creación».

Roberto Paglialonga – Ciudad del Vaticano

Una finanza global al servicio de la persona y de la Creación, que contribuya a reducir las desigualdades, favorezca el crecimiento de todos y no penalice a los más pobres en detrimento de los beneficios. Por ello es necesario reestructurar, sin más dilación, la arquitectura financiera internacional. Estas son las conclusiones a las que ha llegado la Comisión del Jubileo, creada en febrero de 2025 por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales (PASS) y la Iniciativa para el Diálogo Político (IDP) de la Universidad de Columbia, con el fin de proponer soluciones para combatir la crisis de la deuda y el desarrollo que afecta a decenas de países en todo el mundo. El organismo, compuesto por más de 30 economistas y académicos de nivel internacional, nombrados por el Papa Francisco y dirigidos en estos meses por Joseph Stiglitz, premio Nobel y profesor de Columbia, y por el exministro de Economía argentino y profesor de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de Columbia, Martín Guzmán, ha presentado hoy en la Casina Pio IV del Vaticano «El Informe Jubilar: un programa para abordar las crisis de la deuda y el desarrollo y sentar las bases financieras para una economía global sostenible y centrada en las personas».

El mensaje firmado por el cardenal secretario de Estado

El secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, envió un mensaje de apoyo al trabajo de la Comisión «en nombre del Pontífice». A raíz de la petición de Francisco de reducir, si no cancelar, la deuda (Mensaje para la LVIII Jornada Mundial de la Paz 2025), el cardenal Parolin animó a presentar las recomendaciones a las que llegaron los expertos en un «espíritu de solidaridad fraterna, subrayando y reforzando los lazos que unen a acreedores y deudores en un destino compartido». En el mensaje se expresa además el deseo de que los esfuerzos de la Comisión contribuyan a «opciones innovadoras capaces de ofrecer beneficios mutuos», logrando «un amplio apoyo por parte de la comunidad internacional».

La crisis de la deuda asfixia a los países pobres

Los expertos han destacado que la crisis de la deuda en los países en desarrollo (PVD) está aumentando, lo que asfixia cualquier posibilidad de crecimiento. Algunos datos significativos lo confirman: «Tras la crisis financiera de 2008, los gestores de capital privado que buscaban altos rendimientos fuera de Estados Unidos proporcionaron financiación a corto plazo con tipos de interés elevados a los países en desarrollo», lo que, por lo tanto, «no favoreció un desarrollo estable, sino que provocó un aumento de la deuda de muchos gobiernos del sur del mundo». En 2023, los países en desarrollo gastaron 1,4 billones de dólares solo en el servicio de la deuda, una «cifra récord», según el Banco Mundial, que «asciende a casi el 4 % de su renta nacional bruta».

Las repercusiones en la economía mundial

Los indicadores de la UNCTAD muestran que «más de 54 países gastan más del 10 % de sus ingresos fiscales en el pago de los intereses de su deuda; 3300 millones de personas viven en países en los que el gasto en el servicio de la deuda es mayor que el gasto en sanidad, mientras que 2100 millones de personas viven en países en los que el gasto en el servicio de la deuda es mayor que el gasto en educación». Un sistema que no puede funcionar así, subrayan los expertos reunidos en la Casina. También porque, en un sistema que ya estaba en dificultades, «la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania» han provocado «una enorme conmoción en la economía mundial y las consiguientes políticas monetarias adoptadas por las naciones más desarrolladas, entre ellas los altos tipos de interés, han agravado la situación de endeudamiento de muchos países en desarrollo». El Banco Mundial ha afirmado que los países de renta baja y media se enfrentan hoy en día «a niveles de deuda total significativamente más elevados que en la década anterior a la pandemia, con el servicio de la deuda pesando cada vez más sobre sus economías y sus recursos limitados». ¿Qué implica esto? Que muchas personas que viven en estos países «no pueden garantizar inversiones en infraestructuras críticas para la energía limpia y la adaptación al clima», por ejemplo, escribe la Comisión.

El cardenal Turkson: «La justicia y la solidaridad son nuestra brújula»

«Estamos aquí para subrayar nuestro compromiso con la justicia», afirmó al inicio de la sesión inaugural el cardenal Peter K.A. Turkson, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. No es posible permanecer en silencio «ante familias que no pueden satisfacer sus necesidades vitales o ante niños que no pueden recibir educación e instrucción», destacó. «Tenemos una responsabilidad compartida» —gobiernos, instituciones financieras, sociedad civil, organizaciones internacionales, comunidades religiosas—: «Las finanzas deben estar al servicio de las personas». Por lo tanto, «la justicia y la solidaridad deben ser nuestra brújula», es urgente redactar «un código internacional de conducta» al respecto. En la conferencia sobre la deuda soberana, coorganizada por Pass e Idp en junio de 2024, el propio Papa Francisco pidió un mecanismo internacional para la reestructuración de la deuda soberana, animando a los líderes financieros a «seguir un código de conducta internacional con normas éticas que puedan guiar el diálogo entre las partes». Hace veinticinco años, el movimiento del Jubileo desempeñó un papel fundamental, gracias también al apoyo de San Juan Pablo II, a la hora de garantizar un alivio de la deuda a través de la iniciativa para los países pobres muy endeudados (HIPC): se cancelaron más de 100 000 millones de dólares. Pero luego faltaron reformas estructurales del sistema. En el nuevo Año Santo, concluyó el cardenal, tenemos por tanto la oportunidad de «volver a intentar replantearnos esta arquitectura» incluyendo también la reducción, si no la cancelación, de la deuda, en aras de una economía del bien común.

Sor Alford: «Poner al ser humano en el centro y combatir la deuda ecológica»

Sor Helen Alford, presidenta de Pass, recordó el legado del pontificado del Papa Francisco, que «siempre ha puesto al ser humano en el centro», y «así debe hacerlo el sistema financiero». Debe haber «una comunión de intenciones», afirmó en su intervención. Por ello, el informe presentado quiere «contribuir a una reconsideración global de las normas que rigen las finanzas, los impuestos, el comercio y el intercambio de conocimientos», con el objetivo de «no dejar realmente a nadie atrás». En Spes non confundit, subrayó la religiosa, Francisco invitó también para este año jubilar a «las naciones más prósperas» a considerar iniciativas para «condonar las deudas de los países que nunca podrían pagarlas», porque «antes que una cuestión de magnanimidad, es una cuestión de justicia». Esta última, concluyó Alford, citando de nuevo la bula de convocatoria del Jubileo, se ve «agravada hoy por una nueva forma de iniquidad», es decir, la «deuda ecológica», sobre todo entre el Norte y el Sur, «relacionada con los desequilibrios comerciales, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales que han hecho históricamente algunos países». «En nuestro tiempo —afirmó también el Papa León XIV en la misa de inicio de su pontificado el pasado 18 de mayo— seguimos viendo demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, un paradigma económico que explota los recursos de la Tierra y margina a los más pobres».

Stiglitz: «Queremos sugerir propuestas concretas a la comunidad internacional»

«Lo interesante del informe, entonces —subrayó Joseph Stiglitz— es que, por primera vez, combina perspectivas morales y propuestas concretas. Todavía es un trabajo en curso, pero incluye indicaciones que van más allá de la Comisión y se dirigen a las iniciativas en marcha en la comunidad internacional», con la esperanza de influir en sus decisiones hacia la equidad y la justicia. Entre ellas: promover políticas para mejorar la reestructuración de la deuda; cambiar las políticas y prácticas de las instituciones multilaterales, incluido el Fondo Monetario Internacional, para apoyar recuperaciones sostenibles, no austeridades paralizantes; reforzar las políticas internas de los países en desarrollo para fomentar las inversiones a largo plazo; mejorar la transparencia; replantear las finanzas globales hacia un desarrollo sostenible y préstamos para el crecimiento a largo plazo. Los resultados del informe se presentarán en la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación del Desarrollo, que se celebrará en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio, y en las cumbres mundiales en las que la crisis de la deuda y el desarrollo estarán en el orden del día, como la Asamblea General de la ONU en septiembre y la cumbre del G20 en Johannesburgo en noviembre. «Es el momento de actuar de forma responsable», concluyó Stiglitz.

Llamados a «un acto moral de liderazgo oportuno», las palabras de Guzmán

Es «un acto moral de liderazgo oportuno» al que se ha invitado a la Comisión, le ha hecho eco Martín Guzmán. Porque si no se aborda la crisis de la deuda y el desarrollo, «las desigualdades de oportunidades» están destinadas a «aumentar y la inestabilidad a agravarse, con consecuencias desestabilizadoras a medio plazo en todo el mundo», explicó en su intervención.



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