El Papa León XIV llamó a “compartir el pan”, signo del don de la salvación divina, para así “multiplicar la esperanza” del mundo, al presidir por primera vez la Misa por la Solemnidad del Corpus Christi, este 22 de junio de 2025.
En esta fiesta litúrgica en la que la Iglesia Católica celebra de manera especial el misterio de la Eucaristía, es decir, la presencia real de Jesucristo en el pan y el vino consagrados, el Pontífice aseguró: “Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna: ¡tomen y coman todos de él!”.
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En torno a las 16:30 (hora local) el Santo Padre se trasladó desde el Vaticano hasta la Basílica de San Juan de Letrán, su catedral como Obispo de Roma, para celebrar la Misa dominical en la que reflexionó sobre significado profundo de la Eucaristía y en el valor del compartir. La celebración tuvo lugar en el exterior del templo.
León XIV celebra por primera vez la Misa por la Solemnidad del Corpus Christi en la basílica de San Juan de Letrán; una de las escasas ocasiones en las que un pontífice sale de los muros vaticanos para celebrar públicamente en la ciudad de Roma.@aciprensa @EWTNNoticias pic.twitter.com/PAOWd6y5Zw
— Victoria Cardiel (@VictoriaCardiel) June 22, 2025
Al explicar el Evangelio del día, que narra el milagro de los panes y los peces, el Papa señaló que al salvar del hambre a las multitudes, “Jesús anuncia que salvará a todos de la muerte”.
De esta forma, instituyó la base del “misterio de la fe, que celebramos en el sacramento de la Eucaristía”. “Así como el hambre es señal de nuestra radical indigencia vital, así también el partir el pan es signo del don divino de la salvación”, explicó.
En ese marco, León XIV resaltó cómo la compasión de Jesús por quienes sufren “manifiesta la amorosa cercanía de Dios, que viene al mundo para salvarnos”. “Cuando Dios reina, el hombre es liberado de todo mal”, agregó.
Frente a la finitud humana, “cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él”.
Aludiendo nuevamente al milagro que aparece en el Evangelio, León XIV explicó que en el hambre del pueblo se revela un signo profundo, porque es “en esta hora, en el tiempo de la indigencia y de las sombras, cuando Jesús permanece entre nosotros”.
Frente a la sugerencia de los apóstoles de despedir a la multitud, el Papa explicó que Jesús enseña una lógica contraria “porque el hambre no es una necesidad que no tenga que ver con el anuncio del Reino y el testimonio de la salvación”.
“Con Jesús contamos con todo lo necesario”
“Él tiene compasión del pueblo hambriento e invita a sus discípulos a que se ocupen de él”, indicó.
Los discípulos ofrecieron sólo cinco panes y dos peces, pero son cálculos que resultan “aparentemente razonables”, pero que revelan, en cambio, “su poca fe”. Y añadió, en un tono pastoral: “Con Jesús contamos con todo lo necesario para dar fuerza y sentido a nuestra vida”.
El gesto de Jesús al partir el pan, explicó el Pontífice, “no inaugura un complejo ritual mágico, sino que manifiesta con sencillez el agradecimiento hacia el Padre, la oración filial de Cristo y la comunión fraterna que sostiene el Espíritu Santo”.
“Para multiplicar los panes y los peces, Jesús divide los que hay: sólo así hay suficiente para todos, es más, sobran”, dijo.
A continuación, con gesto serio, el Papa denunció las desigualdades actuales que existen en el mundo y criticó “la acumulación de unos pocos” como signo visible “de una soberbia indiferente, que produce dolor e injusticia”.
“Hoy, en lugar de las multitudes que aparecen en el Evangelio, hay pueblos enteros, humillados por la codicia ajena aún más que por el hambre misma”, afirmó.
En este contexto, pidió seguir el ejemplo del Señor y exhortó a vivir, especialmente en el Jubileo de la Esperanza, esta enseñanza con gestos concretos: “El ejemplo del Señor sigue siendo para nosotros un criterio urgente de acción y servicio: compartir el pan, para multiplicar la esperanza, proclama la venida del Reino de Dios”.
La Eucaristía, alimento que transforma
Por otro lado, citó a San Agustín para describir la Eucaristía como “pan que nutre y nunca falta; pan que se puede comer pero que nunca se agota”, y afirmó que “la Eucaristía es la presencia verdadera, real y sustancial del Salvador, que transforma el pan en sí mismo, para transformarnos en Él”.
En este sentido, abordó también la raíz existencial de esta comunión con Cristo: “Nuestra naturaleza hambrienta lleva la marca de una indigencia que es saciada por la gracia de la Eucaristía”.
Refiriéndose a la unidad de la Iglesia, el Papa recordó que “el Corpus Domini hace de nosotros, o sea, de la Iglesia misma, el cuerpo del Señor”. Y añadió, citando la constitución dogmática Lumen gentium, del Concilio Vaticano II: “Todos los hombres están llamados a esta unión con Cristo, luz del mundo, de quien procedemos, por quien vivimos y hacia quien caminamos”.
Antes de iniciar la procesión eucarística que lo llevará —exponiendo al Santísimo Sacramento— hasta la Basílica de Santa María la Mayor, el Pontífice quiso explicar su significado espiritual y misionero: “Juntos, pastores y rebaño, nos alimentamos del Santísimo Sacramento, lo adoramos y lo llevamos por las calles”.
“Al hacerlo, lo ofrecemos a la mirada, a la conciencia y al corazón de la gente”, añadió.
Y concluyó con una invitación a todos los fieles: “Fortalecidos por el alimento que Dios nos da, llevemos a Jesús al corazón de todos, porque Jesús incluye a todos en la obra de la salvación, invitando a cada uno a participar en su mesa. ¡Dichosos los invitados, que se convierten en testigos de este amor!”.