El Papa León XIV envió una carta en latín al Cardenal François Bustillo, Obispo de Ajaccio, a quien nombró su enviado especial para presidir la clausura del Año Jubilar por los 350 años de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque en Francia.
Al iniciar su misiva publicada el 21 de junio por la Oficina de Prensa del Vaticano, el Santo Padre recuerda un pasaje de la autobiografía de la santa, en la que destaca que el Sagrado Corazón de Jesús “amó a los hombres con tal intensidad que no se reservó nada hasta la deficiencia y la consumación”.
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León XIV subraya, recordando algunos pasajes de la encíclica Dilexit nos del Papa Francisco, que “en estas palabras se nos transmite el núcleo del mensaje de las apariciones de gran importancia, que fueron enviadas a Santa Margarita María Alacoque en Paray-le-Monial entre el mes de diciembre de 1673 y junio de 1675”.
Con ellas “los fieles de todo el mundo son atraídos, para que crezcan encontrándose con Cristo, con la ayuda de la confianza absoluta, hasta alcanzar la plena y consumada unión con el Señor”.
En ese sentido, el Cardenal franco-español François Bustillo, presidirá las celebraciones en el santuario de Paray-le-Monial, en la Borgoña francesa, entre el 27 de junio —fiesta del Sagrado Corazón de Jesús— y el domingo 29, Solemnidad de San Pedro y San Pablo.
La misión del Cardenal Bustillo por los 350 años del Sagrado Corazón de Jesús
El Papa León XIV encomienda al Obispo de Ajaccio “que en el cumplimiento de tan gran misión, presidas en nuestro nombre y, transmitiendo nuestros sentimientos pastorales y cercanía al clero, a los religiosos y al pueblo, así como a las autoridades públicas y a todos los fieles cristianos, cumplas plenamente los deseos de todos”.
“Como la propia cosa exige —prosigue la carta del Papa León— presidirás la celebración eucarística, en la que evangelizarás sobre las inescrutables riquezas del Corazón de Cristo, de donde fluyen ríos de agua viva, para sanar las heridas que padecemos, para que juntos avancemos hacia un mundo justo, solidario y fraterno”.
Para concluir, León XIV encomienda la misión de su enviado especial “a la protección de la Santa Virgen María, Madre del Buen Consejo” y le imparte su bendición apostólica, “anuncio de gracias celestiales, que deseamos que pertenezca a todos los participantes de la celebración”.