Concluye la fase diocesana de la causa de beatificación de la Madre Rosetta Marchese

by Redacción
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El viernes 4 de julio tendrá lugar en el Palacio Lateranense de Roma la clausura de la fase diocesana de la causa de beatificación de la Madre Rosetta Marchese, séptima sucesora de Santa María Domenica Mazzarello al frente del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, conocidas también como salesianas.

El rito de clausura tendrá lugar a las 12 del mediodía, en el Aula constituida para el Tribunal en el Palacio Apostólico Lateranense, y estará presidido por el obispo Mons. Renato Tarantelli Baccari, vicegerente de la diócesis de Roma.

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En él participarán Giuseppe D’Alonzo, delegado episcopal, Giorgio Ciucci, promotor de justicia, y Marcello Terramani, notario. Todos los actos procesales, cerrados en contenedores sellados, serán entregados al postulador D. Pierluigi Cameroni, con la tarea de transmitirlos al Dicasterio para las Causas de los Santos.

La fase diocesana es la primera etapa oficial en un proceso de beatificación o canonización. En esta etapa se realiza una investigación exhaustiva sobre la vida, virtudes y fama de santidad del candidato a ser elevado a los altares.

Tras su apertura oficial y el nombramiento del tribunal, se recogen testimonios de aquellos testigos que conocieron a la persona, se recopilan documentos —como cartas personales o escritos publicados—, y también se debe demostrar que no haya enseñado una doctrina contraria a la fe.

Una vez terminada la investigación, se envía la documentación al Dicasterio para las Causas de los Santos, comenzando así la llamada “fase romana”. Una vez el dicasterio vaticano apruebe toda la documentación, otorgará el permiso al obispo diocesano para abrir oficialmente la causa, siendo declarada Sierva de Dios. 

Más tarde, si se aprueba que vivió las virtudes heróicas, el Papa podrá declararla Venerable, el paso previo a ser proclamado beato.

¿Quién es la Madre Rosetta Marchese?

Nació en Aosta (Italia) el 20 de octubre de 1922. Desde niña conoció y frecuentó a las Hijas de María Auxiliadora, madurando así su fe y su ideal de consagración total a Dios.

Después de su primera profesión religiosa, en 1941, completó sus estudios en la Universidad Católica del Sagrado Corazón, licenciándose en Letras.

De 1947 a 1958 fue profesora y vicaria en la casa misionera Madre Mazzarello de Turín, donde prestó especial atención a las jóvenes religiosas que se preparaban para partir a las misiones. De 1958 a 1974 desempeñó tareas de gobierno en Sicilia, Roma y Lombardía.

En 1981 fue elegida superiora general, pero apenas ocho meses después de su elección, aparecieron los primeros signos de leucemia.

En la circular del 24 de octubre de 1982, Madre Rosetta concluía su enseñanza deseando a todas sus hijas dejarse contagiar por Don Bosco “con una nostalgia aguda del ‘hermoso Paraíso’”, para entrar en el camino de la santidad “con una voluntad sin retorno”.

“La meta es única: llegar al Paraíso con todos los jóvenes por quienes hemos entregado y consumido la existencia”, escribió la Madre Rosetta. Murió el 8 de marzo de 1984, en Roma.

Sor Francesca Caggiano, vicepostuladora de la causa de beatificación, señaló que “todos los que conocieron a la Sierva de Dios, Madre Rosetta Marchese, estaban convencidos de que se encontraban ante una mujer del Espíritu Santo”.

Según la religiosa, “sabía intuir profundamente las conciencias y los corazones; una mujer inmersa en Dios, de quien percibía la Presencia y la comunicaba, signo vivo del amor de Jesús Buen Pastor y de la ternura de María Auxiliadora”. 

“Su belleza interior impactaba y generaba en las personas que la conocían el deseo de autenticidad evangélica, su testimonio contagiaba una renovación en el compromiso de santidad, radicalidad y alegría”, remarcó.

Subrayó además que “el encanto de su persona procedía de haber puesto su mirada sólo en Jesús, de haberse perdido en Jesús, en la Trinidad con el título de esposa”. 

De hecho, la Madre Rosetta escribió en una página de su cuaderno: “Nuestra intimidad con Dios es fecundidad, es la fecundidad de la Congregación que necesita almas que sean esposas del Espíritu Santo”.





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