Religiosas haitianas cultivan esperanza con huertos en las montañas

by Admin Master
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Desde hace una década, tres religiosas de la región de Jérémie, en el suroeste de Haití, trabajan con las comunidades más pobres de las zonas montañosas, ofreciendo formación agrícola. En medio de un contexto de crisis climática y violencia, enseñan el cultivo de hortalizas y, sobre todo, representan una señal de esperanza para un pueblo haitiano duramente golpeado.

Jean-Benoît Harel – Ciudad del Vaticano

“Tenemos esperanza en la reconstrucción de Haití, en su futuro, aunque hoy nuestro país esté hecho pedazos”. La hermana Estine Jean Charles no pierde la fe en este pequeño país del Caribe y lucha para que las comunidades locales puedan alimentarse dignamente. ¿Cómo lo hace? Enseñando agricultura de huerto en las montañas aisladas del suroeste, cerca de la ciudad de Jérémie.

Promoviendo la agroecología

“Trabajamos con las personas para que puedan alimentarse con lo que producen, que su trabajo sirva para su economía familiar”, explica la hermana, miembro de la comunidad del Corazón Inmaculado de María (CCI), desde Jérémie, justo antes de subir al coche que la llevará de nuevo a las montañas.

Desde 2014, junto a otras dos hermanas, enseña técnicas de cultivo en un país extremadamente dependiente de las importaciones de alimentos. Haití, que fue autosuficiente en arroz hasta los años 70, ahora importa el 90 % del arroz que consume. La inseguridad ha dificultado aún más estas importaciones, y según la ONU, la mitad de los 10 millones de haitianos sufre inseguridad alimentaria grave.

En un país asolado por la violencia, el arma de estas religiosas es silenciosa pero poderosa: la agroecología. A través de métodos agrícolas sostenibles, combaten la desnutrición de manera concreta.


Distribución de plantas para la producción agrícola.

Ayuda a un número récord de familias

Cada cuatro años, las tres religiosas seleccionan 500 familias de diferentes parroquias para brindarles una asistencia casi personalizada. Pero la violencia de los grupos armados en Puerto Príncipe y sus alrededores ha obligado a muchas personas a huir, y algunas han llegado a la más tranquila región de Jérémie.

“Para el ciclo 2022-2025, debido a la inseguridad, muchas familias se han desplazado hacia aquí, y ahora ya son 926 las beneficiarias de nuestros proyectos”, explica la hermana Estine. Una cifra que casi duplica la prevista, y que las obliga, junto con algunos agrónomos que las apoyan, a redoblar esfuerzos. “Tenemos que compartir lo poco que tenemos, para que todos se sientan parte de este proyecto. Es la compasión de nuestro corazón la que nos mueve hacia estas personas.”

La ayuda comienza con consejos prácticos, “para no morir de hambre”. Las religiosas recomiendan sembrar cultivos como repollo o ajíes, que crecen en tres meses, en lugar de maíz o ñame, que requieren entre seis meses y un año antes de poder cosecharse.

Ellas mismas proporcionan las semillas y garantizan una formación continua durante los cuatro años para cada familia, que cultiva en pequeñas parcelas de subsistencia.

Una formación llevada adelante por un agrónomo que trabaja con las tres religiosas.

Una formación llevada adelante por un agrónomo que trabaja con las tres religiosas.

Reforestación y agua, una lucha urgente

Otro de sus proyectos se centra en desarrollar viveros forestales, como respuesta a la deforestación que sufre el país. Entre 2001 y 2024, Haití perdió más de 81.000 hectáreas de cobertura vegetal, lo que representa una disminución del 9,5 %, según la ONG Global Forest Watch.

La pérdida de árboles agrava la escasez de agua, ya que los bosques ayudan a retener la lluvia. “Algunos tienen que caminar kilómetros para sacar agua del río”, cuenta la hermana Estine, quien insiste a los vecinos para que planten árboles en sus terrenos. “Es una urgencia”, alerta.

También enseñan técnicas de compostaje para reciclar residuos y proteger el medio ambiente. Ante lluvias intensas que pueden devastar los cultivos, las hermanas promueven la siembra asociada, es decir, plantar diferentes especies en la misma parcela para proteger la producción.

Agricultura de resistencia

Ante la disminución de importaciones y el encarecimiento de productos básicos como el aceite, las religiosas impulsan una alimentación local y equilibrada. En la situación actual, es imposible transportar productos a Puerto Príncipe —el principal mercado del país— debido a la violencia.

Pero las tres religiosas no se rinden. Confiadas en “la fuerza del Espíritu Santo”, siguen trabajando por el renacer de Haití. “Tenemos que asumir nuestra responsabilidad por nuestro querido país”, concluye la hermana Estine, mientras se prepara para una nueva jornada de trabajo en las montañas.



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