Iglesia Católica en México hace nuevo llamado a la paz Es momento de desarmar nuestras calles


Al conmemorarse tres años del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, la Arquidiócesis Primada de México hizo recientemente un nuevo llamado a la paz en el país, asegurando que “es momento de desarmar nuestras calles”.

En el editorial de su publicación Desde la Fe, la arquidiócesis subrayó que “en un país herido por la violencia, el anhelo de paz no puede ser una consigna vacía, ni un llamado abstracto. Debe ser una tarea urgente y concreta”.

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“A partir del testimonio de los padres Javier y Joaquín, a quienes recordamos a tres años de su asesinato, y de tantas víctimas silenciadas, recordamos que la paz verdadera no se decreta: se construye en comunidad, con oración, con justicia, con acciones cotidianas que rompan los círculos del odio”, añadió.

Los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar fueron asesinados el 20 de junio de 2022, al intentar proteger a un hombre perseguido por un criminal dentro de su iglesia, en la comunidad de Cerocahui, en la Sierra Tarahumara, estado mexicano de Chihuahua. El criminal finalmente asesinó a los tres dentro del templo.

Los jesuitas asesinados son dos de los rostros más recientes de una lista que suma 80 sacerdotes, religiosos y laicos víctimas de la violencia en las últimas tres décadas en México, de acuerdo a un informe del Centro Católico Multimedial (CCM).

La situación de violencia en México

El sexenio que precedió al actual gobierno de Claudia Sheinbaum —el de Andrés Manuel López Obrador— alcanzó las mayores cifras de homicidios registradas en la historia de México: 199.970, según registra el informe MX: La Guerra en Números. Aunque se ha registrado una ligera tendencia a la baja en los últimos años.

En su Índice de Paz México 2025, el Instituto para la Economía y la Paz destaca que “la paz en México mejoró un 0.7% en 2024, marcando el quinto año consecutivo de mejora moderada, después de cuatro años de deterioro pronunciado”.

Sin embargo, precisa, “a pesar de las mejoras moderadas registradas en los últimos cinco años, México es considerablemente menos pacífico que en 2015”.

“Por ejemplo, la tasa de homicidios es 54.7% más alta que en 2015, mientras que la tasa de delitos cometidos con armas de fuego ha aumentado 71.2%”, añade.

“La violencia no empieza con el disparo”

La Arquidiócesis de México señaló que el desarme al que convoca no es solamente “de las armas físicas que quitan la vida, sino de las armas simbólicas que dividen, desprecian y deshumanizan: el lenguaje de odio, la indiferencia, la corrupción, la mentira. Porque la violencia no empieza con el disparo, sino con la exclusión y el olvido”.

“La sangre de las víctimas, especialmente de los inocentes, debe convertirse en semilla de paz. Su memoria no puede perderse en el ruido de la resignación”, añadió.

Como “una de las semillas más importantes” sembradas tras el crimen de los sacerdotes jesuitas hace tres años, destacó, es “el Diálogo Nacional por la Paz, que ha logrado reunir a miles de personas para trabajar por iniciativas de reconciliación desde la familia, las escuelas, la universidad y en las propias calles de los pueblos, colonias y ciudades”.

“Para desarmar nuestras calles, no basta con esperar que otros actúen. La construcción de la paz nos interpela a todos: a la Iglesia, a los gobiernos, a las organizaciones ciudadanas, a la sociedad. Nuestro país urge de un ‘nosotros’ valiente, capaz de arropar al que sufre, de denunciar lo que está mal, y de tender la mano para transformar”, añadió.

Cardenal Arizmendi: “¿Por qué tanta violencia?”

El Cardenal Felipe Arizmendi, Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas, cuestionó en una reciente columna de opinión sobre la crisis tanto en México como a nivel mundial: “¿Por qué tanta violencia?”.

De la violencia, dijo, “no sólo es responsable el gobierno”, que “debe proteger a la ciudadanía, pero muchas veces están rebasados, no saben cómo proceder”.

“Sobre todo”, dijo, la situación se debe a “la falta de educación en valores humanos desde la familia, desde la escuela y los medios de comunicación”.

“La destrucción de las familias, el abandono de los hijos, el alcoholismo, los pleitos entre los padres, la contaminación de las pandillas, influyen demasiado en este deterioro social. En último caso, es la falta de una verdadera fe en Dios, que nos ama y nos enseña a amarnos y respetarnos unos a otros”, aseguró.





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