El Papa León XIV hizo un llamado este miércoles a los obispos a ser firmes y decididos al tratar el escándalo y el abuso sexual, vinculando la vigilancia contra el abuso con vivir una vida casta.
Hablando ante más de 400 obispos de 38 países en la Basílica de San Pedro, el Papa también enfatizó la importancia de la prudencia pastoral, la pobreza y la sinodalidad en el ministerio episcopal.
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“Junto con la pobreza material, la vida del obispo también está marcada por esa forma específica de pobreza, que es el celibato y la virginidad por el Reino de los cielos”, dijo durante la reunión del 25 de junio, la última parte de una mañana de actividades espirituales para el Jubileo de los Obispos.
León XIV afirmó que el celibato es más que vivir como célibe, pues incluye “la castidad del corazón y de la conducta y, de este modo, vivir el seguimiento de Cristo, para poder manifestar a todos la verdadera imagen de la Iglesia, que es santa y casta en sus miembros como en su Cabeza”.

Tras su referencia a la castidad personal, el Papa pidió a los obispos que al tratar los abusos, especialmente contra los menores, respeten plenamente las normativas vigentes de la Iglesia.
Antes de su elección, el Papa León XIV pasó dos años a la cabeza del Dicasterio para los Obispos, el departamento vaticano responsable de asistir al Pontífice en el nombramiento de nuevos obispos en todo el mundo, proporcionar formación a los nuevos obispos e intervenir cuando sea necesario en problemas de gobernanza dentro de una diócesis.
La pobreza evangélica, vivida por el obispo, “tiene un estilo sencillo, sobrio y generoso, digno y al mismo tiempo adecuado a las condiciones de la mayoría de su pueblo”, dijo el Santo Padre.
“Las personas pobres”, continuó, “deben encontrar en él un padre y un hermano, sin sentirse incómodas al encontrarse con él o al entrar en su casa. Está personalmente desapegado de las riquezas y no cede a favoritismos basados en estas o en otras formas de poder”.

Sobre la prudencia pastoral, León XIV subrayó la necesidad de la sinodalidad —“diálogo como estilo y método”— en la Iglesia particular del obispo.
Animó a los obispos a ser hombres de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Y citó el decreto del Concilio Vaticano II sobre los sacerdotes, Presbyterorum ordinis, que menciona las virtudes humanas de “la lealtad, la sinceridad, la magnanimidad, la apertura de mente y de corazón, la capacidad de alegrarse con los que se alegran y sufrir con los que sufren; y también el dominio de sí mismo, la delicadeza, la paciencia, la discreción, una gran propensión a escuchar y al diálogo, la disponibilidad al servicio”.
“Estas virtudes”, dijo el Pontífice, “podemos y debemos cultivarlas a semejanza de Jesucristo, con la gracia del Espíritu Santo”.
Para el Jubileo de los Obispos, los miembros de la Curia Romana y los prelados que llegaron en peregrinación a Roma comenzaron la mañana atravesando la Puerta Santa. El Cardenal Marc Ouellet, prefecto emérito del Dicasterio para los Obispos, celebró la Misa en el Altar de la Cátedra antes de la reunión con el Papa.

Después de pronunciar su mensaje espiritual, León XIV dirigió a los obispos en el canto del Credo en latín.
“En el mismo lugar donde Pedro dio testimonio de Cristo, junto conmigo, su sucesor, ustedes renuevan su lealtad al príncipe de los pastores”, dijo el Papa al introducir el Credo.
En su catequesis, el Papa León XIV también citó la descripción de San Agustín sobre el ministerio sacerdotal como el amoris officium u “oficio del amor”, en español.
Aquí, la vida teológica del obispo “se expresa y se manifiesta al máximo grado su existencia teologal. En la predicación, en las visitas a las comunidades, en la escucha a los presbíteros y a los diáconos, en las decisiones administrativas, todo está animado y motivado por la caridad de Jesucristo Pastor”, afirmó el Papa.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.