Parolin: Enraizados en el amor del Señor como Pedro y Pablo


El Secretario de Estado de la Santa Sede preside la santa misa para los empleados del Vaticano en preparación a la solemnidad de los santos apóstoles patronos de Roma.

Vatican News

Con motivo de la cercanía de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, que se celebra el 29 de junio, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, presidió, este miércoles 25 de junio de 2025, una Misa en la Basílica de San Pedro dirigida a los empleados vaticanos. Estuvieron acompañados por la hermana Raffaella Petrini, presidenta de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano y de la Gobernación. Desde el altar de la cátedra, el purpurado centró su homilía en la pregunta que Jesús le hace a Pedro: “¿Me amas?”, explicando que esta no es una interrogación inquisitiva ni un examen, sino un llamado del Señor para que aflore en la conciencia del apóstol aquello que ya llevaba dentro: un amor sincero, totalmente evangélico, infundido por Dios en lo más profundo de su ser.

Recordando las palabras del papa Francisco en el Ángelus del 29 de junio de 2021, el cardenal Parolin subrayó que “Pedro –y también Pablo– no fueron siempre testigos ejemplares; fueron pecadores. Pedro negó a Jesús y Pablo persiguió a los cristianos. Pero ambos reconocieron sus caídas”.

Sin embargo, en el diálogo con Pedro, el Resucitado no busca reabrir heridas ni revivir el dolor del pasado. Al contrario, lo conduce a abrazar plenamente su vocación pastoral, que no nace del mérito personal, sino de la elección divina.


El Cardenal Parolin preside la santa misa en la cercanía de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos de Roma.   (@Vatican Media)

Ser amigos de Cristo

De este modo –continuó el secretario de Estado–, el recuerdo de la negación de Pedro deja de ser una herida abierta para transformarse en una lección rica de sentido, que le permitió no olvidar el amor de Cristo, sino aprender a desconfiar de sí mismo; no abandonar la caridad, sino encontrar la humildad. Lo que parecía un fracaso definitivo, remarcó Parolin, se convierte para Pedro en una oportunidad de crecer, de madurar en el amor al Señor, hasta transformarse en un pastor que ama y se entrega plenamente por el bien de su rebaño.

Por último, el cardenal dirigió unas palabras a quienes trabajan entre los muros vaticanos, “tan solemnes y cargados de historia”, animándolos a vivir su labor diaria inspirados por el ejemplo del apóstol, que lo hizo todo por amor al Señor, con la certeza de que la mejor recompensa es llegar a ser amigos de Cristo, el Amigo por excelencia. Y es en este amor –concluyó el purpurado– donde debe apoyarse la competencia profesional que requiere el trabajo de cada día.

 



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