La religiosa y psicóloga africana fue una de las ponentes de la conferencia internacional “Mujeres de fe, mujeres de fortaleza”, celebrada recientemente en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. El encuentro se centró en el papel de las mujeres y la protección dentro de la Iglesia.
Anne Preckel – Ciudad del Vaticano
“Mujeres de fe, mujeres de fortaleza” fue el título de la conferencia internacional que se celebró del 17 al 19 de junio en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. El evento giró en torno al papel de las mujeres y la protección dentro de contextos eclesiales. Una de las voces destacadas fue la de la hermana Mary Lembo, religiosa originaria de Togo y pionera en la sensibilización sobre los abusos. En su intervención abordó la problemática de las violencias sufridas por religiosas africanas a manos de sacerdotes.
Psicóloga y docente en el Instituto de Protección de la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, la hermana Lembo ha dedicado su tesis doctoral a este tema, incorporando testimonios de víctimas en cinco países africanos. Explica que es difícil medir la magnitud del problema en el continente, “porque no existen estudios cuantitativos”. No obstante, afirma con firmeza que se trata de una realidad que debe enfrentarse: “Es un problema que necesita apoyo y aliento para que las mujeres den un paso al frente, hablen y denuncien. Aunque no sea fácil”.
Cuando culminaba su investigación en 2019, el tema de los abusos a religiosas en África aún era un asunto oculto. Por eso, recuerda como un aliciente que el Papa Francisco hablara públicamente por primera vez sobre el tema: “Estaba al límite, no era fácil seguir adelante. Sus palabras me dieron fuerzas para continuar. Estos abusos existen y la Iglesia debe enfrentarlos si quiere vivir en la verdad”.
Ese mismo año, el Vaticano celebró su primera cumbre sobre la protección de menores. Poco después, el Papa emitió nuevas normas contra los abusos sexuales a menores y personas vulnerables. En la carta apostólica en forma de motu proprio Vos estis lux mundi, se amplió el concepto de “persona vulnerable” para incluir también a adultos cuya voluntad o “capacidad de resistir una ofensa” se ve comprometida.
Una realidad silenciada
La hermana Lembo tardó años en reunir suficientes testimonios para su investigación. No porque haya pocas víctimas, sino porque el miedo y la vergüenza impiden a muchas mujeres hablar. En la Iglesia y en muchas sociedades africanas, apenas se habla de sexualidad —explica— y en el caso de las religiosas “consagradas a Dios y consideradas santas”, el silencio es todavía más marcado: un doble tabú.
Por petición expresa de las víctimas, la hermana no menciona nombres ni países: “Tenían miedo de lo que pudiera ocurrirles a ellas, a sus familias, a sus congregaciones e incluso a sus comunidades. Al hablar conmigo, lo arriesgaron todo para ayudar a otras mujeres. Por eso no puedo nombrarlas; tengo que respetarlas”.
Durante las entrevistas, Lembo escuchó sobre diversos tipos de abuso ligados al acompañamiento espiritual. Todo suele comenzar con un abuso de poder, explica: “Existe una relación asimétrica entre quien ofrece guía espiritual y quien la recibe, ya sea en dirección espiritual o en la confesión”. Algunos sacerdotes llegaron a aprovechar la dependencia económica de las religiosas para presionarlas y forzar contactos sexuales. Las víctimas relataron también abusos físicos y espirituales.
Lembo subraya otro punto crucial: ninguna de las religiosas abusadas quería romper sus votos. Los agresores ejercen una fuerte presión psicológica, manipulan o anulan la voluntad de la víctima. En estas circunstancias, no solo los niños, sino también los adultos en situaciones de fragilidad pueden convertirse en víctimas. Todo esto se agrava por la explotación laboral y la dependencia estructural de los sacerdotes. Con su trabajo, la religiosa quiere contribuir a mejorar la formación de seminaristas y religiosas, porque solo conociendo las circunstancias que propician los abusos, se puede cambiarlas.
Avances en África
Con satisfacción, la hermana Lembo reconoce que hoy en África es más fácil hablar del tema que hace unos años. Otras religiosas también han comenzado a llevar este asunto a los foros eclesiales, donde empieza a ser debatido con más apertura. En una reciente reunión de la Conferencia de Superiores Mayores de África y Madagascar (COMSAM) celebrada en Zambia, se pidió a la Iglesia africana que abordara esta problemática con transparencia y justicia.
La COMSAM es una confederación creada por el SECAM (Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar), y colabora estrechamente con el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Por primera vez este año, las representantes de las congregaciones femeninas africanas fueron invitadas a presentar sus inquietudes directamente en la Asamblea General del SECAM. Además, muchas Conferencias Episcopales africanas han adoptado en los últimos años nuevas directrices o endurecido las existentes para la protección de menores. También están trabajando para concientizar a sacerdotes y agentes pastorales sobre la realidad de los abusos.
Esto, señala Lembo, constituye una base sólida para avanzar también en la lucha contra los abusos sufridos por religiosas. “Debemos seguir adelante y apoyar todas las medidas que la Iglesia ha tomado en materia de protección”, concluye. “Es un proceso”.