El próximo 13 de julio, denominado “Domingo del Mar”, la Iglesia Católica recuerda a los miles de marinos que trabajan lejos de sus casas y familias.
En un mensaje con ocasión de esta jornada, el Cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, subrayó la importancia de llevar al corazón de la Iglesia, la labor de la gente del mar, “a menudo realizada de manera invisible”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El purpurado subrayó que este trabajo contribuye significativamente a la economía y al desarrollo de los pueblos, al mismo tiempo que recordó a los marinos que “no están solos en sus reivindicaciones de justicia, dignidad y alegría”.
Especialmente en este Año Jubilar, el cardenal exhortó a los católicos a “romper las cadenas, perdonar las deudas, redistribuir los recursos, encontrarse en la paz”, unos gestos humanos valientes “pero a la vez posibles”.
“Toda la Iglesia está llamada también a interrogarse sobre las actuales condiciones laborales en los puertos y en las embarcaciones, incluyendo los derechos de los trabajadores, las condiciones de seguridad y la asistencia tanto material como espiritual que se les proporciona”, indicó.
Asimismo, remarcó que “en una creación herida y en un mundo en el que aumentan los conflictos y las desigualdades, amar al Dios de la vida implica comprometerse con la vida”.
“La vida, en efecto, es siempre algo concreto: la vida de una persona, la vida que se va gastando en relaciones que, si no resultan liberadoras, se convierten en algo opresivo, y si no hacen florecer, resultan humillantes”, advirtió Czerny.
Por ello, invitó a pensar en quienes contribuyen al funcionamiento diario de nuestras economías, “a menudo sin obtener beneficios personales y se enfrentan más bien a situaciones de discriminación y peligro”.
La autoridad vaticana insistió en que la palabra “esperanza” siempre debe recordarnos cuál es nuestra meta: “no somos vagabundos sin destino, sino hijas e hijos cuya dignidad nadie ni nada podrá borrar jamás”.
Para el purpurado, todos “venimos de la misma casa y volveremos a la misma casa: una patria sin fronteras ni aduanas, donde no existen privilegios que generen divisiones, ni injusticias que causan sufrimiento”.
A modo de conclusión, expresó su sincero agradecimiento a los marinos cristianos y a todos sus compañeros de otras religiones y culturas. “Ustedes son peregrinos de la esperanza cada vez que trabajan con atención y amor”.
“Les pedimos que actúen también como puentes entre países enemigos y sean profetas de paz”, agregó.