Por quinta vez en la historia, la Basílica de San Pedro del Vaticano acogió una Misa en rito hispano-mozárabe, con el que los cristianos que vivían bajo el dominio islámico en la península Ibérica, celebraban la liturgia en los primeros 10 siglos de la historia de España.
En un clima de solemnidad y fervor, el Arzobispo de Toledo y primado de España, Mons. Francisco Cerro Chaves celebró la Eucaristía en el Altar de la Cátedra, según este antiquísimo rito, una de las pocas liturgias occidentales no romanas que han sobrevivido al paso de los siglos.
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En la homilía, el prelado defendió la comunión con Cristo, con la Iglesia Católica y con el Sucesor de Pedro, subrayando que estas tres realidades “no son negociables”.
“No se puede jugar con la comunión con Cristo, no se puede jugar con la comunión con la Iglesia y no se puede jugar con la comunión con Pedro”, sentenció.
Inspirado por el Evangelio del día, el arzobispo centró su predicación en la pregunta de Jesús: “¿Y tú, quién dices que soy yo?”. “Esa pregunta nos la dirige hoy a cada uno. Y de nuestra respuesta cambia todo: cambia la historia, cambia tu paisaje, cambia tu corazón”, afirmó. “Es la pregunta más importante que hace el Evangelio. Y Pedro responde: ‘Tú eres el Hijo de Dios vivo’”, agregó
Citando a Benedicto XVI, recordó que el cristianismo nace del encuentro personal con Cristo, y que ser cristiano implica también vivir la comunión con la Iglesia y con el Papa. “San Ignacio de Antioquía lo dice con claridad: nada sin el obispo, nada sin Pedro”, indicó.
Asimismo, Mons. Cerro exaltó la misión del Papa como garante de la fe y mensajero del Evangelio al mundo: “La tarea del Papa es decir a toda la humanidad: Tú eres el Hijo de Dios vivo. Por eso sale a las periferias, a las diócesis, a los pueblos, para anunciar el amor de Cristo”.
En la celebración —que se enmarcó en la peregrinación de 200 personas de la Archidiócesis de Toledo a Roma con motivo del Jubileo de la Esperanza— participaron también varios representantes de la Curia romana: Entre ellos, Mons. Alejandro Arellano Cedillo, decano de la Rota Romana; Mons. Aurelio García Macías, subsecretario del Dicasterio para el Culto Divino; Mons. Francisco César García Magán, Obispo Auxiliar de Toledo y secretario general de la Conferencia Episcopal Española y el laico extremeño, Massimino Caballero Ledo, Prefecto de la Secretaría para la Economía.
¿Qué es el rito hispano-mozárabe?
Junto a la liturgia romana, galicana, ambrosiana y bracarense, el rito hispano-mozárabe forma parte del conjunto de ritos desarrollados en torno a las antiguas sedes metropolitanas de Occidente.
“Este rito forma parte de las liturgias occidentales que se han formado en torno a una Sede: la Liturgia Romana (Roma), la liturgia Galicana (Lyon), la liturgia Ambrosiana (Milán) y la liturgia Bracarense (Braga)”, señala el oficial de la Santa Sede, Salvador Aguilera, a quien Mons. Cerró agradeció su implicación para que hiciera posible la celebración en la Basílica de San Pedro de este rito nacido en el corazón de la antigua Iglesia visigoda y aún viva en Toledo.
Máximo esplendor en España durante la época visigoda
Según explica el doctor en liturgia, esta forma de celebrar la Eucaristía vivió su máximo esplendor durante la época visigoda, especialmente después de la conversión oficial del reino al catolicismo en el III Concilio de Toledo, en el año 589.
Sin embargo, su historia no ha estado exenta de momentos de persecución en los que incluso se ha corrido el riesgo de que desapareciera para siempre. Tras la invasión musulmana del año 711, muchos libros litúrgicos y reliquias tuvieron que ser trasladados al norte de España para ponerlos a seguro.
En el año 1080, a instancias del Papa Gregorio VII, se convocó el Concilio de Burgos que supuso la abolición del rito. Sin embargo, poco años después, exactamente en el 1085, con la reconquista de la ciudad de Toledo por parte de Alfonso VI, se concedió a los mozárabes el privilegio de conservar su liturgia.
Desde entonces, la preservación del rito hispano- mozárabe ha sido obra de grandes figuras eclesiásticas. “Tres nombres marcaron la historia del Rito desde su abolición hasta nuestros días: los cardenales Cisneros, Lorenzana y González”, señala el P. Aguilera.
El Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, Arzobispo de Toledo desde 1495, “emprendió una reforma que no sólo afectaba a cuestiones materiales, como por ejemplo las parroquias o los libros litúrgicos, sino que promovió la formación del clero, asegurando la continuidad de una liturgia tan antigua”, asegura el experto.
De hecho, el Cardenal Cisneros instituyó en la Catedral de Toledo la capilla mozárabe del Corpus Christi y encargó la edición del Missale mixtum secundum regulam Beati Isidori (1500) y del Breviarium secundum regulam Beati Isidori (1502). Siglos más tarde, el Cardenal Lorenzana publicó nuevas ediciones del breviario (1775) y del misal (1804), obras fundamentales para la conservación del rito.
Ya en el siglo XX, el Cardenal Marcelo González Martín retomó el impulso reformador a raíz del Concilio Vaticano II. “Siguiendo las indicaciones de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la reforma de los Ritos, nombró una Comisión que elaboró la edición latina de los dos volúmenes del Missale Hispano-Mozarabicum… y del Liber Commicus (Leccionario)”.
Treinta años después de la reforma conciliar, en el año 1992, se presentó al Papa san Juan Pablo II el primer volumen del Nuevo Misal Hispano-Mozárabe, recién editado y el Santo Padre quiso celebrar la Santa Misa siguiéndolo. El 28 de mayo de 1992, solemnidad de la Ascensión del Señor, fue la primera vez que un Papa celebró la Misa según este rito.
En esa ocasión el Pontífice polaco expresó su “viva complacencia por el meritorio trabajo realizado en la revisión del rito hispano–mozárabe, cumpliendo así lo prescrito en la constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia. Con ello se ha ofrecido a la Iglesia de España un fruto precioso, que es a la vez un eminente servicio a la cultura, por lo que tiene de recuperación de las fórmulas en que expresaron su fe vuestros antepasados”.
Otras ocasiones en las que se ha celebrado según este rito en San Pedro fueron en el año 2000, también con motivo del Jubileo, en una Misa presidida por el Cardenal Francisco Álvarez Martínez; y en 2015, durante el Jubileo de la Misericordia, en otra celebrada por el Arzobispo Emérito de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza.