Saludo y agradecimientos
Agradecemos la presencia del reverendo padre Juanito Rodríguez, responsable de la Hermandad del Corazón de Jesús aquí en el país, de los Misioneros del Sagrado Corazón, quienes han hecho un trabajo maravilloso en muchas parroquias, incluyendo la mía, San José de las Matas, de donde él también es nativo.
Por supuesto, agradecemos la acogida del padre Kennedy, párroco de esta parroquia San Antonio de Padua, y su vicario, el padre Ronald. También está con nosotros el padre Dorian, quien ha querido fomentar esta espiritualidad del Corazón de Jesús. A los queridos diáconos, ministros y a cada uno de ustedes: ¡qué alegría poder celebrar juntos esta solemnidad, con el corazón rebosante de gozo!
Consagración al Corazón de Jesús
Especialmente saludamos a quienes se han preparado durante 33 días para llegar a este encuentro con el Señor y consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús. Les transmitimos también el saludo de nuestro arzobispo, Mons. Francisco Osoria, gran devoto y amante del Corazón de Jesús.
Felicitación a la Hermandad y reflexión inicial
Lo primero sería felicitar a todos los miembros de la Hermandad y del Apostolado. En cada uno de ustedes late ese Corazón que hace tanto bien: en la persona, en la familia, en el país, y en el mundo entero.
El Corazón de Jesús es fuente inagotable, de quien recibimos todos los dones y todas las gracias.
Profundización bíblica y espiritual
Hoy, en la primera lectura del profeta Ezequiel, encontramos una sintonía con el mensaje de Santa Margarita María de Alacoque, insigne apóstol del Sagrado Corazón de Jesús. Ella hizo palpitar de nuevo este culto que viene desde los orígenes del cristianismo: desde el costado traspasado de Cristo en la cruz, desde la última cena, cuando Juan recostó su cabeza en su pecho y escuchó los latidos de su Corazón.
Desde Tomás, que pidió tocar el costado herido, diciendo: “¡Señor mío y Dios mío!”, hasta nosotros hoy, que también pediremos en la oración final tocar sus heridas para reconocerlo con fe.
El corazón misericordioso de Dios
Ya en la antigua alianza, se iba revelando el corazón misericordioso de Dios:
“Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar”, dice Ezequiel.
Esa experiencia mística de Santa Margarita, que intercambió corazones con Jesús, renovó la Iglesia con esta espiritualidad que sigue viva hoy. También la Divina Misericordia brota del mismo Corazón de Jesús —no hay dos corazones, hay uno solo: el de quien brota el amor, la misericordia y la gracia.
Dice el Papa Francisco:
“El Corazón de Cristo es una síntesis del Evangelio”.
El corazón que busca y sana
Y continúa Ezequiel:
“Buscaré a la oveja perdida, acogeré a la descarriada, vendaré a las heridas.”
Eso es lo que encontramos en el Corazón de Cristo, un manantial de misericordia. No importa el momento en el que estemos. Si buscamos su Corazón, Él no mira el pasado, sino que se interesa por nuestro presente: que queramos nutrirnos de su gracia.
¿Cuántas heridas llevamos?
Heridas psicológicas, heridas por injusticias, por falta de perdón…
El Sagrado Corazón nos enseña a ser misericordiosos como Él lo es.
Las promesas del Sagrado Corazón
Santa Margarita María, en su séptima promesa, dijo que los pecadores encontrarán un manantial inagotable de misericordia. También a los tibios, el Corazón de Jesús les dará un nuevo fervor. Y a los que ya viven en gracia, los elevará a una mayor santidad.
Santa Teresa hablaba de las moradas; y así es el Señor: no tiene límites, solo los que nosotros le ponemos. En la medida en que nos entregamos, Él nos regala su gracia.
Por eso nos pide esta consagración, esta entrega sincera.
Una espiritualidad para el mundo de hoy
Esta espiritualidad es esencial para el mundo de hoy, que ha perdido el corazón. Un mundo dominado por el mercado, donde todo se compra y se vende. También en las familias reina el individualismo, incluso al compartir.
Vivimos en un mundo violento, impaciente, incapaz de tolerar pequeñas cosas. También un mundo donde la sexualidad se ha desvinculado del amor. Y la sexualidad sin amor, hiere.
Escuela de virtud y de paz
El Corazón de Jesús es escuela de virtud, de santidad y de misericordia. El Papa nos invita, en su última encíclica Dile nos amó, a volver a esta fuente, a reavivar esta espiritualidad, que nos hace más hermanos, y nos llama a la reparación.
Reparación desde el servicio
La reparación no solo se da al ofrecer la vida, los trabajos y las cruces del día a día, unidas a la Eucaristía. También reparamos a través del servicio al prójimo:
- Vestir al desnudo
- Visitar al preso y al enfermo
- Hacer obras de caridad
Como dice el Señor:
“Lo que hagan con uno de estos mis hermanos, conmigo mismo lo hicieron.”
Un compromiso real
Hoy hemos venido elegantes, vestidos de blanco, con la medalla de consagrados, pero eso significa una alianza con Jesucristo, un compromiso de dejarnos llenar de su gracia y, a la vez, darle nuestro amor.
Jesús tiene sed de nosotros. Él busca amantes de su Sagrado Corazón, amigos que quieran tener una relación de amor personal con Él.
Una iglesia con corazón
Toda la Iglesia se alimenta de este manantial. El Papa nos llama también a renovar las estructuras de la Iglesia, porque si a una estructura le falta el corazón, queda vacía.
Todo lo que hacemos debe tener corazón:
para que tenga sentido,
para que comunique,
para que sea fuente de vida, de gracia y de paz.
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Conclusión
Que el Sagrado Corazón de Jesús, el Buen Pastor, nos siga iluminando, nos siga guiando, y nos lleve a multiplicar esta espiritualidad en nuestras familias y comunidades.
Que esta espiritualidad se exprese en la relación personal con Cristo y en el servicio al hermano, en la búsqueda de la justicia y en la dignificación del ser humano.
Amén.
