Carlassare: Sudán del Sur necesita la paz que propone el Evangelio

En un mensaje, el Obispo comboniano de Bentiu habla del clima que se vive en el país africano de cara a las elecciones de 2026. Insta a trabajar para resolver los conflictos a través de la educación para la paz para las generaciones jóvenes. Una tarea a la que también están llamadas la Iglesia y la escuela, «un largo camino –escribe el Prelado–, pero es el único camino que se puede recorrer y que ofrece oportunidades de vida a las generaciones futuras».

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Buenas noticias – la construcción de pozos, una casa de acogida, algunas clases para la escuela primaria – junto a malas noticias como los bombardeos sobre algunos territorios habitados por gente inocente “con el único defecto de estar administrados por representantes de la oposición”. Estas son las que se pueden leer en el mensaje del Obispo de Bentiu, monseñor Christian Carlassare, quien en 2021 fue víctima de una emboscada en la que resultó gravemente herido en las piernas.

La no violencia

El Prelado habla de “un momento muy delicado” en Sudán del Sur de cara a las elecciones de 2026, “hay mucha preocupación – explica – porque se prefieren los prejuicios a la escucha y la violencia a la conciliación”, proliferan las armas y crece la división. «Me parece», escribe Carlassare, «que quieren mantener al país en una dinámica permanente de conflicto y emergencia humanitaria. Esta es la ley del poder. La vida de tantas personas en el mundo importa poco. En esta situación, urge una decisión: acoger, no la paz que nos ofrece el mundo y de la que hacen alarde los poderosos con sus ejércitos, sino el don de la paz que propone el Evangelio. Hoy, es cada vez más urgente atreverse con la no violencia».

El hermano pobre mira a Dios

Citando al Papa León que invita a evaluar las causas de los conflictos desenmascarando la retórica, las mentiras y los intereses que allí se esconden, el Prelado subraya que «el país en conflicto se paraliza, ya no hay camino sino sólo vagar en busca de vida donde no la hay». Una parálisis en la que hay víctimas predestinadas como los pobres, a quienes «el mundo de hoy discrimina y condena cada vez más». «Es fácil convertir a los pobres —escribe el Obispo— en el chivo expiatorio de un mundo que, tras haber perdido el rumbo, está cada vez más desprovisto de esperanza. Es ilusorio pensar que nuestra esperanza se basa en la seguridad del poder y las posesiones. Todos somos pobres y no queremos reconocerlo». “El pobre que tengo ante mí”, enfatiza, “no es un rival, sino un hermano. A veces puede engañarme porque está tan desesperado como yo. Pero a menudo, el hermano pobre me muestra la esperanza que se profesa en una condición de vida precaria, hecha de privaciones, fragilidad y marginación. Sufre violencia, pero alza la mirada hacia Dios y, así, permanece humano. Así nace la solidaridad de los pobres: en la esperanza”.

Enseñar la paz

Para Carlassare, el pueblo y la Iglesia de Sudán del Sur necesitan “pastores de paz”, capaces de crear relaciones basadas en el perdón. Para resolver los conflictos, debemos superar las relaciones conflictivas desde nuestras comunidades. Por ello, la Iglesia puede desempeñar un papel crucial en la educación de las jóvenes generaciones para la paz. ¿Cómo hacerlo? Denunciar la proliferación de armas, el reclutamiento imprudente de jóvenes, la violencia y la injusticia. Y dar voz profética a quienes han optado por la no violencia, especialmente entre los jóvenes, como ejemplo para otros. Debemos usar los medios de comunicación para transmitir mensajes de esperanza e historias de cómo se han superado los conflictos. Es importante apoyar iniciativas para el desarrollo humano integral y la justicia social, fomentando las actividades económicas y el acceso a servicios esenciales como el agua y la salud. Necesitamos el compromiso de la escuela, que se convierta en un lugar de esperanza donde educar para la paz, los derechos humanos y la ciudadanía responsable. Necesitamos el compromiso de catequistas que ofrezcan una lectura diferente de la realidad, “el camino es largo – concluye el Obispo de Bentiu – pero, el de la paz, es el único camino que se puede recorrer que ofrece oportunidades de vida a las generaciones futuras”.



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