León XIV: “Nuestra fragilidad es un puente hacia el cielo”

El Santo Padre invita a reconocer nuestras limitaciones como camino de encuentro con Dios y fuente de verdadera libertad y amor.

by Jose Medrano
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En la audiencia general de este miércoles, el Papa León XIV dirigió su catequesis a las palabras finales de Jesús en el Evangelio de San Juan: «Tengo sed» (Jn 19,28) y «Todo está cumplido» (Jn 19,30). Según el Santo Padre, estas expresiones «en el momento más luminoso y a la vez más oscuro de la vida de Jesús» revelan el misterio central de la fe cristiana.

«Son palabras últimas, pero cargadas de toda una vida», afirmó, indicando que en ellas «se encierra el sentido de toda la existencia del Hijo de Dios».

El Papa explicó que, en la cruz, Jesús no aparece como un héroe triunfante, sino como alguien que se reconoce necesitado: «En la cruz, Jesús no aparece como un héroe victorioso, sino como un mendigo de amor. No proclama, no condena, no se defiende. Pide, humildemente, lo que por sí solo no puede darse de ninguna manera».

De este modo, el Pontífice señaló que el Crucificado manifiesta la verdad más profunda de nuestra humanidad: «Ninguno de nosotros puede bastarse a sí mismo. Nadie puede salvarse por sí mismo».

El Papa recordó que la sed de Cristo no se reduce a una necesidad corporal: «Es también y, sobre todo, la expresión de un deseo profundo: el de amor, de relación, de comunión. Es el grito silencioso de un Dios que, habiendo querido compartir todo de nuestra condición humana, se deja atravesar también por esta sed».

Añadió que este gesto enseña que el amor no consiste únicamente en dar, sino también en saber pedir: «El amor, para ser verdadero, también debe aprender a pedir y no solo a dar».

Reflexionando sobre la segunda palabra de Cristo en la cruz, el Papa subrayó: «La vida se “cumple” no cuando somos fuertes, sino cuando aprendemos a recibir. El amor se ha hecho necesitado, y precisamente por eso ha llevado a cabo su obra».

Para el Santo Padre, el “todo está cumplido” de Jesús revela que el designio de Dios no se realiza con fuerza, sino con confianza: «Dios salva no haciendo, sino dejándose hacer. No venciendo al mal con la fuerza, sino aceptando hasta el fondo la debilidad del amor».

El Papa advirtió que esta verdad resulta difícil de aceptar en un tiempo que exalta la autosuficiencia: «Vivimos en una época que premia la autosuficiencia, la eficiencia, el rendimiento. Sin embargo, el Evangelio nos muestra que la medida de nuestra humanidad no la da lo que podemos conquistar, sino la capacidad de dejarnos amar y, cuando es necesario, también ayudar».

Jesús, al pedir, mostró que la verdadera libertad nace de la humildad: «Jesús nos salva mostrándonos que pedir no es indigno, sino liberador».

En su catequesis, el Santo Padre concluyó invitando a reconocer que la sed de Jesús refleja la sed de toda la humanidad: «La sed de Jesús en la cruz es entonces también la nuestra. Es el grito de la humanidad herida que sigue buscando agua viva».

«Si tenemos el valor de reconocerla, podemos descubrir que también nuestra fragilidad es un puente hacia el cielo», afirmó. Y con tono cercano añadió: «Queridos hermanos y hermanas, en la sed de Cristo podemos reconocer toda nuestra sed. Y aprender que no hay nada más humano, nada más divino, que saber decir: necesito».

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