León XIV: “¡Que nadie se sienta abandonado! Los ancianos son un don que debemos acoger”

Crédito: Vatican Media.

Ciudad del Vaticano. – El papa León XIV dirigió un mensaje a los participantes del II Congreso Internacional de Pastoral de las Personas Mayores, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en el que exhortó a valorar la vejez como un signo de esperanza y una riqueza para toda la Iglesia y la sociedad.

En su intervención, el Pontífice destacó que el tema del Congreso, «¡tus ancianos tendrán sueñosextraído del libro del profeta Joel, recuerda la importancia de la alianza entre jóvenes y mayores, inspirada en los sueños de quienes han vivido una larga vida y fecundada por las visiones de los más jóvenes.

León XIV lamentó que en la actualidad las relaciones intergeneracionales estén marcadas por tensiones y prejuicios, que ven a los ancianos como una carga en lugar de reconocerlos como un don. “La prolongación de la vida es un hecho positivo, un signo de esperanza para nuestro tiempo”, subrayó.

El Papa insistió en que la fragilidad de la vejez no debe ser motivo de rechazo, sino de aprendizaje: “Envejecer es parte de la maravilla que somos. Si tenemos el coraje de reconocer la fragilidad, abrazarla y cuidarla, descubriremos que es un puente hacia el cielo”.

Asimismo, recordó que muchos ancianos, a quienes llamó “jóvenes mayores”, participan activamente en la vida eclesial y pastoral, y animó a no considerarlos receptores pasivos, sino protagonistas de la misión de la Iglesia. “La pastoral de las personas mayores debe ser evangelizadora y misionera. ¡Que nadie se sienta inútil o abandonado!”, afirmó.

El Pontífice destacó también que la evangelización en esta etapa de la vida puede abrir caminos de fe, tanto para quienes se acercan por primera vez al Señor como para quienes buscan renovar su relación con Él. “A medida que envejecemos, la pregunta por el sentido de la vida resurge con fuerza, y allí la Iglesia debe estar presente para acompañar y anunciar a Cristo Salvador”, señaló.

Finalmente, León XIV encomendó a la Virgen María la misión pastoral con los ancianos y animó a toda la Iglesia a reconocerlos como testigos de esperanza: “Ellos, con su sabiduría, devoción y experiencia, nos enseñan que la medida de nuestra humanidad no está en lo que conquistamos, sino en la capacidad de dejarnos amar y ayudar”.

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