León XIV: “Él solo hace posible lo imposible”

Bajo la lluvia persistente en la Plaza de San Pedro, el Papa recordó que la Pascua no es solo un recuerdo, sino la certeza de que la vida siempre vence a la muerte.

by Jose Medrano
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Ciudad del Vaticano. – En su audiencia general de esta Miércoles 22 de agosto, el Papa León XIV ofreció una profunda reflexión sobre la Resurrección de Jesucristo y su poder para sanar una de las mayores dolencias del tiempo presente: la tristeza interior.

El Santo Padre invitó a los fieles a contemplar con nuevo asombro el misterio pascual, recordando que la Resurrección “no es un acontecimiento del pasado, sino una fuente de vida que renueva constantemente el corazón del creyente y el sentido del mundo”.

 “Fue una explosión de vida y alegría —dijo el Papa— que cambió el sentido de toda la realidad, pero no ocurrió de forma espectacular, sino humilde y silenciosa. En esa suavidad se esconde la fuerza transformadora del amor de Dios”.

La tristeza, una enfermedad del alma moderna

Durante su catequesis, el Pontífice habló con especial sensibilidad sobre la tristeza que invade la vida cotidiana de muchas personas. La describió como una sombra que se instala en el alma, robando la esperanza y el gusto por la vida.

“Vivimos rodeados de mensajes que prometen felicidad inmediata, pero la tristeza persiste, porque solo el amor que vence la muerte puede llenar el vacío del corazón humano”, explicó.

El Papa propuso releer el célebre relato de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35) como una imagen de la humanidad actual: hombres y mujeres que caminan desalentados, con el rostro abatido, incapaces de reconocer al Resucitado que los acompaña.

“La tristeza nubla la mirada —afirmó—. No permite ver la promesa cumplida. Pero Cristo se acerca siempre, escucha, explica, parte el pan y reaviva el fuego del corazón”.

El poder de una alegría que no decepciona

El Papa León XIV destacó que la alegría cristiana no es superficial ni ingenua, sino una fuerza que nace del encuentro con Cristo vivo.

“Jesús no resucitó con palabras, sino con hechos: con su cuerpo glorioso que aún lleva las heridas del amor. En esas llagas resplandece la certeza de que la vida ha vencido para siempre a la muerte”.

El Santo Padre invitó a los fieles a dejarse tocar por esa alegría inesperada que transformó a los discípulos de Emaús y los hizo volver corriendo a Jerusalén para anunciar: “¡El Señor ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!”.

“El cristiano no puede permanecer encerrado en la tristeza —añadió—. Quien ha encontrado al Resucitado no camina hacia atrás, sino hacia la vida, hacia la luz, hacia los demás”.

Una llamada a vivir en el asombro pascual

En la parte final de su catequesis, el Papa exhortó a mantener viva la capacidad de asombro ante la obra de Dios.

“La Pascua no termina; es un estado del alma. Permanezcamos vigilantes cada día en el asombro de la Resurrección, porque solo Jesús hace posible lo imposible. Él camina con nosotros, ilumina las sombras y transforma la tristeza en esperanza”.

Con palabras sencillas pero llenas de fuerza espiritual, el Papa León XIV recordó que el cristianismo no se sostiene sobre teorías, sino sobre un hecho concreto: el sepulcro vacío. Y que quien cree en esa verdad no se rinde ante la oscuridad, porque ha visto brillar la luz que no se apaga.

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