El Papa ha concluido su primer viaje apostólico a Turquía y al Líbano, realizado del 27 de noviembre al 2 de diciembre, con una intensa agenda marcada por mensajes de unidad, reconciliación y aliento a un país que atraviesa una compleja crisis política y económica. Durante su estadía, visitó lugares emblemáticos de la espiritualidad libanesa, sostuvo encuentros religiosos e interreligiosos y cerró su visita con una multitudinaria Eucaristía en Beirut.
Oración ante la tumba de San Chárbel – Annaya
En el monasterio de San Maroun, en Annaya, el Papa inició su recorrido con una peregrinación a la tumba de San Chárbel Maklūf.
Allí destacó la figura del santo como “maestro de oración, silencio y pobreza evangélica”, un referente actual para quienes buscan coherencia de vida en tiempos de confusión y ruido.
Pidió especialmente por “la comunión en la Iglesia y la paz para Oriente Próximo”, y ofreció una lámpara votiva como símbolo del deseo de que el pueblo libanés “camine siempre en la luz de Cristo”.
Encuentro con obispos, sacerdotes y agentes pastorales – Harissa
En el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, el Papa recordó que el país es “tierra llamada a custodiar la paz”, retomando la célebre expresión de san Juan Pablo II: “El Líbano es un mensaje”.
Se refirió también al símbolo del viaje, un ancla, explicando que “la fe está anclada en el cielo” y desde esa certeza los cristianos pueden sostener el diálogo, la misión educativa y la convivencia con musulmanes y drusos.
Asimismo, pidió confiar en el dinamismo de los jóvenes, “capaces de regenerar la sociedad incluso en medio de la adversidad”.
Encuentro ecuménico e interreligioso – Plaza de los Mártires, Beirut
En Beirut, el Papa participó en un encuentro con líderes cristianos, musulmanes y drusos.
Definió al Líbano como “tierra bendita donde campanas e invocaciones musulmanas se elevan juntas hacia el cielo”, y llamó a fortalecer un diálogo basado en la dignidad humana, no en intereses políticos.
Inspirándose en Nostra aetate, exhortó a superar prejuicios y a trabajar por una paz sostenida. Usó la imagen del olivo para recordar que la reconciliación requiere raíces profundas y perseverancia.
Encuentro con los jóvenes – Beirut
Ante miles de jóvenes, el Papa comenzó saludando en árabe: “Assalamu lakum”.
Les aseguró que no solo representan el futuro del país, sino que ya “construyen el presente”. Reconoció las dificultades derivadas de la crisis, especialmente la tentación de emigrar, pero los animó a transformar la frustración en compromiso: “El Líbano puede renacer desde ustedes”.
Eucaristía de clausura – Beirut
El viaje concluyó con la celebración de la Eucaristía, el acto más multitudinario de la visita, que reunió a decenas de miles de fieles.
En su homilía, el Papa llamó a los cristianos a ser “artesanos de paz y esperanza concreta” en un país que sufre pobreza, emigración masiva e incertidumbre política.
Recordó que la fe “no es un refugio individualista, sino un compromiso con el bien común”, y pidió a la comunidad internacional no abandonar al Líbano en esta hora difícil.
El Pontífice se despidió confiando el país a la protección de Nuestra Señora del Líbano:
“Que el Líbano vuelva a ser luz en Oriente. No permitan que la oscuridad tenga la última palabra”.












