San Francisco Javier: el gigante de las misiones que llevó el Evangelio hasta los confines del mundo

by José Medrano
0 comments

El 3 de diciembre, la Iglesia celebra la memoria de San Francisco Javier, uno de los misioneros más grandes de la historia y patrono oficial de las misiones, designado por el Papa Pío X. Conocido como “el gigante de la historia de las misiones”, este navarro del siglo XVI llevó el Evangelio desde Europa hasta India, Japón y las puertas de China, marcando para siempre la expansión de la fe en Oriente.

Una vocación que nació en París

Francisco nació en 1506 en el castillo de Javier, en Navarra. A los 18 años partió a estudiar a la Universidad de París, donde la Providencia lo unió a dos hombres que marcarían su vida: Pedro Favre e Ignacio de Loyola. Ignacio insistía en la frase evangélica: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”. Al inicio, estas palabras chocaban con la ambición del joven universitario, pero acabaron transformándolo profundamente.

Tras realizar los Ejercicios Espirituales, su corazón quedó encendido de un deseo radical por Dios. En 1534, junto a los primeros compañeros jesuitas, hizo votos de pobreza y consagró su vida al servicio del Evangelio.

El gran envío misionero

En 1540, Ignacio lo envió como parte de la primera expedición misional de la Compañía de Jesús hacia la India. Tras meses de viaje, Francisco llegó en 1542 a Goa, donde encontró una comunidad cristiana debilitada y una sociedad marcada por abusos y escándalos. Con paciencia, alegría y una caridad inagotable, se dedicó a reformar costumbres, visitar enfermos, catequizar niños en las calles y evangelizar a esclavos y marginados.

Su paso por Goa transformó la región y reavivó la fe apagada por años de indiferencia.

Japón: evangelizar donde nadie había llegado

En 1549, acompañado de conversos japoneses, desembarcó en Kagoshima. Aprendió la lengua, estudió la cultura y predicó con humildad. Pese a las dificultades y la hostilidad inicial, los frutos pronto llegaron: en pocos años, más de 2,000 japoneses abrazaron la fe.

Su método misionero, novedoso para la época, incluía el respeto por las costumbres locales, el anuncio directo del Evangelio y la creatividad pedagógica.

El sueño inconcluso de China

Su corazón ardía por anunciar a Cristo en China. Sin embargo, la oposición política y las complejas relaciones comerciales retrasaron su misión. Finalmente, logró acercarse a la costa, pero cayó gravemente enfermo en la isla de Sanchán, a pocos kilómetros de tierra firme china.

Murió el 3 de diciembre de 1552, sosteniendo un cirio e invocando el nombre de Jesús. Tenía solo 46 años.

Un legado que sigue vivo

Su cuerpo fue encontrado incorrupto semanas después, y trasladado finalmente a Goa, donde permanece hasta hoy como signo de su entrega y santidad. Fue canonizado en 1622 junto a San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila, San Felipe Neri y San Isidro Labrador.

San Francisco Javier es recordado como un hombre incansable, capaz de cruzar mares, culturas y peligros con tal de llevar el Evangelio hasta el último rincón del mundo. Su vida sigue inspirando a misioneros, catequistas y fieles que desean darlo todo por Cristo.

Related Posts

Leave a Comment