En medio de las tensiones globales generadas por la pandemia, el Santo Padre exhortó a los presbíteros a permanecer abiertos a la diversidad de la Iglesia en América Latina y a comprometerse con la transformación del mundo, sin clericalismos y siempre trabajando junto a las comunidades de base.
Fue un diálogo entre hermanos con una historia y una lengua común, de pastores de una misma tierra, de sacerdotes provenientes de América Latina que se reunieron en torno al primer Pontífice venido de esa parte del mundo. El mediodía de este viernes el Papa Francisco recibió en la Sala Clementina del Vaticano a más de 50 miembros del Colegio Pío Latinoamericano, institución que acoge en Roma a los presbíteros diocesanos que vienen a formarse en diversas disciplinas para potenciar su servicio pastoral en sus iglesias de origen.
El encuentro con Francisco tuvo como telón de fondo la crisis mundial desatada por la pandemia de Covid-19, así como los desafíos que ella plantea a la sociedad y a la Iglesia que peregrina en Latinoamérica, caracterizada por la diversidad humana y cultural propia del mestizaje vivido por esta región. Por eso el Papa recalcó que “el Evangelio y su mensaje llegó a nuestra tierra por medios humanos, no exentos de pecado, lo sabemos todos, pero la gracia se sobrepuso a nuestra debilidad y su Palabra se extendió por todos los rincones del continente. Los pueblos y las culturas lo acogieron en una rica diversidad de formas que hoy podemos contemplar”. Eso sí, recalcó el Santo Padre, este verdadero milagro de la evangelización ocurrió por la disposición al encuentro mutuo tanto de quienes llegaron a América llevando la fe como de quienes la recibieron. “Esta raíz mestiza nace de un corazón capaz de amar al otro con un amor que es fecundo, es decir, dispuesto a crear algo nuevo que lo supera y lo trasciende”, puntualizó Francisco.
“Arrimar el hombro” para adelantar el Reino
Precisamente dicha apertura de corazón es uno de los desafíos que el Papa propuso en su discurso a los sacerdotes, para que sepan recibir y, al mismo tiempo, se dejen enriquecer por la enorme diversidad de expresiones religiosas y culturales que presenta una Latinoamérica herida por la exclusión social. “Cuando abren el corazón a todos sin distinción por amor de Dios, crean un espacio donde Dios y el prójimo pueden encontrarse. No dejen nunca de manifestar esta disponibilidad, esta apertura: no cierren nunca la puerta a quien en el profundo de su corazón desea poder entrar y sentirse acogido”.
Junto con esto y usando un lenguaje muy cercano, el Santo Padre pidió a los asistentes “arrimar el hombro y convocar a los demás a hacerlo”, es decir, a comprometerse con sus comunidades en la transformación del mundo en un esfuerzo por adelantar la presencia del Reino de Dios en la tierra. “Luchen contra la cultura del descarte y, por favor, no la provoquen con un clericalismo que hace tanto daño, y que es una enfermedad. Luchen contra la segregación social, luchen contra la desconfianza y el perjuicio en razón de la raza, de la cultura o de la fe, para que el sentimiento de fraternidad se imponga sobre toda diferencia”, exhortó Francisco.
Finalmente, de cara a las fracturas políticas y sociales evidenciadas por la frágil respuesta global a la pandemia, el Santo Padre pidió a los presbíteros ayudar a “cuidar al mundo del gran mal que lo aqueja”. Para esto los llamó a buscar esta sanación partiendo “desde abajo, desde los corazones y las almas que un día les serán encomendadas a ustedes. Y debe llegar con propuestas en el ámbito de la educación, la catequesis, el compromiso social; con propuestas que sean capaces de cambiar mentalidades y abrir espacios, para sanar este mal y dar a Dios un pueblo unido”.
Como sacerdotes junto a Pedro
Tras escuchar las palabras del sucesor del apóstol Pedro, los presbíteros pudieron saludarlo personalmente y recibir su bendición. Es un gesto que ellos quieren extender a sus iglesias particulares en toda América Latina, haciendo fecundo este encuentro con Francisco, valorando esta “experiencia de estar con ‘Pedro’, con la figura de unidad de la Iglesia, una figura de unidad que en Latinoamérica se expresa a través de la diversidad, del mestizaje”, puntualizó el sacerdote Jonattan Muñoz, de la Arquidiócesis de Santiago de Chile.
Respecto del llamado a permanecer cerca del Pueblo de Dios, el padre Arnaldo Ortiz Dominicci, de la diócesis de Ponce, Puerto Rico, explicó que buscará vivir esta invitación del Santo Padre “acompañando al que sufre y, también, motivando a los agentes pastorales y a todos a estar más cerca del que necesita de nosotros como Iglesia, sea creyente o no. Es importante que nosotros seamos animadores, que motivemos a la gente a vivir la fe en eso concreto, día a día”.