“Todo está consumado” (Jn 19,30)

SEXTA PALABRA

by Arquidiocesis Sto. Dgo.
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Quisiera comenzar esta reflexión compartiendo unos versos de uno de los más fieles testimonios del evangelio en nuestra gran patria caribeña-latinoamericana, pastor, profeta y poeta de estas tierras sufridas, Don Pedro Casaldáliga:

«Todo está consumado»
De Tu parte, ¡sí! De nuestra parte, nos falta aún ese largo día a día de cada historia humana, de toda la Humana Historia.

Tú ya lo has hecho todo, ¡Rey y Reino! Todo está por hacer, a la luz del Reino, en esta noche que nos cerca (de lucro y de egoísmo, de miedo y de mentira, de odios y de guerras). El Padre te dio un Cuerpo de servicio y Tú ha rendido el ciento, el infinito. Todo está consumado, en el Perdón y en la Gloria.

Todo puede ser Gracia, en la lucha y en el camino.
Ya has sido el Camino, Compañero. Y eres, por fin, ¡la llegada!
En tu Cruz se anulan el poder del Pecado y la sentencia de la Muerte.
Todo canta Esperanza…

Ante todo, me gustaría recordar una nota bíblica con relación a las llamadas “7 palabras de la cruz”. Nadie puede saber a ciencia cierta cómo fueron los últimos instantes, palabras y sentimientos de Jesús. Es sabido que, para los primeros cristianos, que empezaron a creer en Él como el mesías luego de experimentarlo resucitado, el primer desafío fue conjugar mesianismo y cruz. Es decir, cómo confesarlo el Cristo, Señor e Hijo a pesar del fracaso que significó esa muerte maldita. Por eso, los relatos de la pasión son de las primeras -y más detalladas- narraciones que se pusieron por escrito. Relatos que, como casi todo en los evangelios, nos llegan interpretados teológicamente. De ahí que no se puedan reconstruir históricamente las exactas últimas palabras de Jesús en la cruz; De lo contrario, habría que hacer.

 

 

 

malabares exegéticos para afirmar simultáneamente que lo último que dijo fue lo que narran Mc y Mt, por un lado, y lo que cuentan Lc y Jn por el otro.

 

No hace falta ser biblista para darse cuenta que, según los evangelios más antiguos, Mc. y Mt. Jesús muere con un profundo sentimiento de abandono, gritando ; mientras que, según los dos últimos, muere entregando confiadamente el espíritu, con el sentimiento de que la misión ha llegado a buen término, y se ha cumplido el designio divino. Desde que sucedió el hecho de la crucifixión hasta la redacción del último evangelio transcurrieron, aproximadamente, cincuenta años. Medio siglo durante el cual las comunidades primitivas buscaron elaborar una teología de la cruz . Lo que resulta evidente es que, durante ese lapso de tiempo, hubo una suerte de suavización en las interpretaciones , de relativización del escándalo que implicaba que el mesías muriera profiriendo un grito de abandono, tal como lo narra el evangelio más antiguo. Pero repito que, dada la alta teologización de los relatos de la pasión, es imposible precisar las ipsissima verba Iesu de la cruz. A nivel personal, me inspira “imaginar teológicamente” que, en un primer momento , Jesús se sintió abandonado (como narran Mc y Mt). Desde lo alto de la cruz pudo ver, mirando hacia abajo, que los hombres, sus hermanos no estaban. O estaban, sí, pero escondidos . Y mirando hacia arriba, sólo descubrió nubarrones que no le permitieron “ver” a su Padre. Experimentó un sentimiento de soledad y abandono. Pero, en un segundo momento, desde el pozo de su confianza, acrisolado en los últimos días agónicos de su vida, supo, desde la fe, que la muerte no podía ser lo último y definitivo . Creyó y esperó, como se espera desde la fe , que su Padre lo rescataría del absurdo porque su vida y misión sí tenían sentido . Por eso muere entregando su vida al Misterio, confiando más allá de lo evidente (como narran Lc y Jn).

 

Yendo ahora directamente a las palabras que Juan pone en boca de Jesús, podemos preguntarnos: ¿en verdad todo quedó consumado con su muerte? Y, entonces, con el poeta, podríamos responder que sí , en lo que a Él tocaba, pero no, en lo que a nosotros corresponde . Jesús pudo sentir y expresar que su misión había terminado. Experimentó y predicó un Dios que era, ante todo y ante todos, Padre y Madre, Amor incondicional y

 

 

gratuito, para TODOS, sin distinción de ningún tipo; y, desde allí, nos recordamos nuestra vocación eterna: somos hijos y debemos comportarnos como hermanos . Aquel viernes santo, desde el claroscuro de la fe, Jesús pudo decir que todo quedaba consumado. En Él, con su vida y su muerte, el Reino quedaba definitivamente instaurado. La salvación había llegado… encarnada en su persona, en su modo concreto de vivir, una biografía centrada en la donación , en un amor sostenido hasta el fin. Por eso, se puede afirmar enfáticamente que, desde la misión de Jesús, SI, todo ha quedado consumado. No obstante, cuando miramos a la realidad en la que vivimos, no podríamos afirmar lo mismo en lo que a nosotros, cristianos comprometidos con la implantación del Reinado de Dios, nos corresponde. El mundo aún no es como Dios lo soñó y como Jesús lo intentó . En nuestra realidad todavía existe mucho ANTI-REINO. Existe la exclusión de grandes sectores de población , de seres humanos considerados “desechables o descartables”, por no ser funcionales ni productivos a la lógica del sistema. Ha aumentado el desempleo por falta de fuentes de trabajo, el hacinamiento urbano por falta de espacios y lugares propicios para vivir con dignidad en nuestras ciudades. Continua la explotación y la destrucción indiscriminada de los recursos naturales y la contaminación del medio ambiente ; campean los antivalores, abunda la violencia, la corrupción, nos rodea la muerte y muchas otras acciones cotidianas a las que nos hemos acostumbrado, la desigual e injusta distribución de la riqueza que acentúa la pobreza con nuevos (y viejos) rostros. Sobre todo, nuestros pueblos están sometidos a prácticas económicas y financieras altamente desiguales que favorecen el enriquecimiento ilícito de unos pocos a costa de la explotación de MUCHOS, especialmente los trabajadores, los obreros, los campesinos. Y no podemos dejar de mencionar la multiplicación y expansión de los factores armados y las guerras fratricidas; el crecimiento del narcotráfico y los grupos delincuenciales, la proliferación de comunidades marginadas y desprotegidas ante el embate del egoísmo del poder económico, la desigualdad social y cultural de nuestra gente y la implementación y desarrollo de políticas gubernamentales asistencialistas y populistas que mantienen la profunda e insalvable brecha entre ricos y pobres. Así vivimos la realidad de nuestros pueblos caribeños y latinoamericanos, en los que la búsqueda del bien común, la defensa de la legalidad, la lucha y defensa de la VIDA en todas sus manifestaciones, languidecen.

 

Un profundo silencio y una intensa reflexión se hacen pertinentes este VIERNES SANTO 2025, al recordar la sexta palabra de Jesús. Y DEBEMOS PREGUNTARNOS: ¿Estamos motivando, desde nuestras pastorales, a las futuras generaciones acciones para asumir y colaborar en la creación de políticas apropiadas para superar las desigualdades socioeconómicas y culturales? ¿Hasta qué punto hemos tomado conciencia y expresamos críticas constructivas para evaluar y superar el asistencialismo de todo tipo, incluyendo el estatal? ¿O ayudamos a acentuarlo en nuestras experiencias y trabajos? DESDE EL PUNTO DE VISTA ECONÓMICO, ¿hemos procurado conocer y practicar los aspectos sobresalientes de la Doctrina Social y magisterio de nuestra Madre Iglesia respecto a los pobres, a los trabajadores y obreros? ¿Defendemos el derecho de cada persona a un salario justo, no solamente legal, que alcance para el sostenimiento familiar, supere las precarias condiciones de vida y permita el ahorro para poder atender a futuras dificultades? ¿Buscamos la equidad a fin de desarrollar una economía de la solidaridad que rescate la dignidad humana? Ante esta realidad tan deshumanizada y con ausencia de valores evangélicos, ¿podemos decir que todo está cumplido?

 

De parte de Jesús, UN CATEGORICO SI. TODO ESTA CONSUMADO. El Reino de Dios “ya” está en medio de nosotros pero todavía no se ha consumado. De nuestra parte, de parte de la Iglesia, de la Vida Consagrada, de parte del santo pueblo fiel de Dios y de cada bautizado comprometido con su fe: “Nada está definitivamente consumado, aún”. Es urgente recordar que la historia está en nuestras manos… y nuestras manos estarán sostenidas por las manos de Dios cuando colaboramos a implantar su Reinado de Paz y Justicia. A nosotros nos corresponde luchar con las diversas injusticias y opresiones porque nada estará consumado, mientras uno solo de nuestros hermanos y hermanas siguen sufriendo hambre o desamor. Vale a este respecto aquello que dijo un día JI González Faus, sj.: “Dios hace, haciendo que los hombres hagamos”. Por tanto, no pretendemos que DIOS solucione mágicamente nuestros problemas, porque, como se nos muestra

en la historia de Jesús, Dios es un Dios entregado en las manos de los hombres porque ha querido relacionarse con sus criaturas a través del poder impotente del amor que ofrece y no reclama, que seduce e invita, pero que nunca impone ni anula libertades. Y mientras tanto, en medio de todo, ¿que nos anima para el camino en este momento de nuestra historia de salvación? Aquella frase de Pablo a los romanos: “La esperanza no defrauda” (Rm5, 5). Nos lo recordó recientemente el papa Francisco en la bula de convocación al año jubilar. Y es verdad que no defrauda, ​​pero a condición de recordar que esa esperanza se fundamenta en un Crucificado-resucitado, en un VIERNES SANTO que se proyecta en fe, esperanza y amor hacia el DOMINGO DE RESURRECCION.

Tengamos muy claro que la esperanza cristiana no es optimismo ingenuo. “La esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido, sin importar su resultado final ” (V. Havel). Por eso estamos convocados a seguir apurando resurrecciones en medio de tantos crucificados, hasta el momento en que Dios sea todo en todos” (1 Co 15,28). Entonces, recién entonces, todo quedará consumado.

De parte de Jesús, ya TODO ESTA CONSUMADO. De nuestra parte, todo quedará consumado cuando vivamos como hermanos, en igualdad y equidad, en derecho y respeto, cuando se hayan construido e implementado en nuestra vida cotidiana las señales del Reino… la paz, la justicia, la igualdad, la solidaridad; cuando se erradique de las relaciones interpersonales la lucha del poder, el afán de riquezas, en definitiva, cuando se haga realidad para todos el derecho a la vida digna y llena de amor que Jesús soñó. Mientras tanto, citamos nuevamente al poeta: “Esta es nuestra alternativa: muertos o resucitados”.

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(Por La Hna. Carmen Dolores Ferrer, Congregación Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha)

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