A una década de su publicación, la encíclica del Papa Francisco Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común y la crisis ecológica, sigue dejando una huella profunda en el ámbito social, político y científico, según la opinión de varios expertos.
Para la catedrática de Biodiversidad y Conservación en la Universidad Rey Juan Carlos, María del Carmen Molina, este texto papal ha tenido un impacto sin precedentes en la historia del magisterio social de la Iglesia.
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“Esta encíclica es el documento de la Iglesia más citado por la comunidad académica y científica”, asegura Molina, quien es también miembro del Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española. “En una búsqueda rápida podemos descargar más de 500 artículos donde se considera esta encíclica en su argumentación. Esto es un caso insólito”, añade.
El interés académico por Laudato si’ no ha decaído desde su publicación el 24 de mayo de 2015. “Es como si hubiera sido escrita ayer. Algo único también en la historia de la doctrina social de la Iglesia”, sostiene la catedrática.
Además, Molina considera la encíclica como un puente con quienes están alejados de la Iglesia. “Probablemente uno de sus éxitos más importantes, desde un punto de vista evangélico y pastoral, es haber acercado la Iglesia a las periferias… también a las ‘espirituales’, a todos aquellos para los que Cristo no estaba en su agenda ni personal ni social”, asegura.
Además, esta encíclica, dice Molina, ha visibilizado una tradición presente en la Iglesia desde Santo Tomás de Aquino, que Francisco supo traducir al presente.
Clave en la cumbre climática de París
Uno de los hitos más notables del impacto político de Laudato si’ fue su influencia en la Cumbre del Clima de París (COP21), celebrada pocos meses después de su publicación.
Ségolène Royal, entonces ministra de Medio Ambiente de Francia, pidió expresamente al Papa que publicara el texto antes de la cumbre para ofrecerlo como guía ética y espiritual a los líderes mundiales.
Otros líderes internacionales presentes en la cumbre como el presidente de estados Unidos, Barack Obama; el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; o la canciller alemana Angela Merkel destacaron la importancia de la encíclica en las negociaciones, y la delegación de la Santa Sede, encabezada por el cardenal Pietro Parolin, tuvo una participación activa, aunque sin derecho a voto.
“La encíclica le ha dado voz a la ciencia y ha trasladado a la comunidad creyente que la ciencia tiene valor”, afirma Fidel González Rouco, Profesor de Investigación en el Instituto de Geociencias de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España.
González Rouco, que también es miembro del IPCC —el panel científico de la ONU que evalúa el cambio climático- destaca que “la aproximación científica y religiosa no son antagónicas” y valora que Laudato si’ reconozca en sus capítulos 14, 15 y 16 “el valor de la ciencia y la tecnología para entender el efecto que el hombre ha tenido en la naturaleza”.
También subraya el impulso que ha dado al diálogo global y a la solidaridad ya que, dice, “respetar al medioambiente no es distinto de respetar lo humano y a las generaciones futuras”.
Para el climatólogo, la encíclica ha reforzado la Agenda 2030 y el compromiso con políticas para mitigar y adaptarse al cambio climático “de forma solidaria con quienes tienen más dificultades para desarrollarse”.
Añade que la Iglesia Católica, al asumir una visión “clara y apoyada en la ciencia”, defiende derechos esenciales como “el acceso al agua, a la comida y a un medioambiente sano”.
Laudato Si’ entronca con Juan Pablo II y Benedicto XVI
Aunque muchos la recibieron como una gran novedad, la Iglesia ha insistido en que no es una irrupción aislada. “Si se estudia el magisterio del Concilio Vaticano II, de Pablo VI, de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, y las enseñanzas del Catecismo y del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, se puede observar que han dado mucha importancia al problema ecológico”, asegura el teólogo Tomás Trigo Oubiña, profesor emérito de la Universidad de Navarra.
El experto pone como ejemplos de ese legado la encíclica Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II o las reflexiones de Benedicto XVI sobre el concepto de ecología humana.
“Me ha costado encontrar en la encíclica de Francisco ideas y enseñanzas que no estuvieran ya explícitas o implícitas en el magisterio anterior”, asegura, aunque remarca que la novedad fue que el Pontífice argentino dedicase una encíclica entera a este tema.
“Eso hizo que sus enseñanzas llegaran a un público más amplio, gran parte del cual no conocía el magisterio anterior”, agrega el teólogo, que publicó en 2016 el libro Cuidar la Creación de la editorial Eunsa precisamente sobre la segunda encíclica de Francisco.
El P. Trigo Oubiña también constata que el libro del Génesis es clave para entender que la visión cristiana exige una conversión ecológica.
“Está enraizada en la Biblia y ya fue explicitada por San Juan Pablo II en 1990, cuando afirmó que el deber de cuidar el ambiente forma parte del compromiso cristiano”, reseña.
Papel clave de la familia
El décimo aniversario se ha convertido de repente en un homenaje y en una oportunidad para leer la encíclica y buscar nuevos ángulos.
Dolores López Hernández, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, destaca el papel que Francisco otorgó a la familia en la encíclica, un aspecto al que considera que los medios no han prestado suficiente atención.
“Señala claramente que dónde se tiene que aprender a ser buenos jardineros en la creación y a querernos los unos a los otros es en la familia”, aprecia López Hernández.
“Es en la familia donde se aprende a descubrir la belleza de la naturaleza, la belleza del amanecer, la necesidad de cuidar la vida, de vivir una vida sobria, la necesidad de escuchar”, agrega.
Influencia en el mundo científico
El impacto de Laudato Si’ continúa resonando también en el corazón mismo de la innovación científica. Prestigiosas revistas científicas como Nature o Global Challenges dedicaron artículos editoriales a este documento del que surgieron también movimientos como la Economía de Francisco —impulsado por el Papa en diálogo con jóvenes economistas— que promueven modelos económicos sostenibles.
Tal y como señala Laban Coblentz, responsable de comunicaciones del ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional), uno de los mayores proyectos de investigación del planeta dedicado a la energía de fusión nuclear, “sin lugar a dudas, Laudato Si’ ha sido ampliamente influyente”.
“Que el papa Francisco articulara de forma tan reflexiva y profunda la posición de la Iglesia sobre la política medioambiental —basando sus argumentos no en tradiciones de conservadurismo o liberalismo, sino en una comprensión de la humanidad, la fe y la responsabilidad— fue un logro histórico”, agrega.
ITER, ubicado en el sur de Francia y apoyado por 35 naciones —incluyendo a China, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea—, busca replicar en la Tierra la fusión que alimenta al Sol, ofreciendo una fuente de energía limpia y potencialmente ilimitada. Para Coblentz, el proyecto está muy en sintonía con las líneas que el Pontífice argentino trazó en su encíclica.
“ITER, como proyecto internacional de investigación en fusión, encarna algunos de los principios expresados en Laudato Si’. A pesar de los recientes conflictos geopolíticos, los miembros del proyecto —China, Europa, India, Japón, Corea, Rusia y Estados Unidos— continúan trabajando para lograr un mejor legado energético para el futuro de la humanidad”, explica Coblentz.
También destaca que el efecto de Laudato Si’ se ha hecho sentir en la configuración de políticas ambientales y foros internacionales. “La ausencia previa de un documento así permitía a muchos líderes separar su responsabilidad personal del impacto ambiental de sus acciones públicas. Laudato Si’ unificó esa dualidad y expuso la deshonestidad intelectual de ese enfoque dividido”, subraya Coblentz.
Un nuevo impulso con el Papa León XIV
El legado de la encíclica, una década después, continúa hoy con fuerza renovada. “Estamos en la cresta de la ola, queda mucho por hacer y no faltan iniciativas y creatividad”, concluye Molina.
La catedrática celebra el apoyo explícito del Papa León XIV, quien recientemente envió un mensaje a los participantes del encuentro de la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común en Río de Janeiro, en preparación a la próxima COP30.
En ese mensaje, el primero que mandó en vídeo, el Pontífice estadounidense alentó a considerar la deuda ecológica en las negociaciones internacionales y a trabajar por la justicia socioambiental, ofreciendo así continuidad al enfoque de Francisco.
En el video, León XIV pidió a los participantes “ser constructores de puentes de integración entre las Américas y con la Península Ibérica, trabajando por una justicia ecológica, social y ambiental”.
Un resumen de Laudato Si’
El título de la encíclica Laudato si (“Alabado seas, mi Señor”) proviene de san Francisco de Asís, quien en su Cántico de las criaturas recuerda que la tierra es nuestra casa común. El Papa Francisco invitó a ver a las personas, los animales y la naturaleza no como objetos de explotación, sino como parte de la Creación.
La encíclica propone la ecología integral como un nuevo paradigma de justicia, integrando la posición del ser humano en el mundo y sus relaciones con el entorno.
Destaca la necesidad de justicia para los pobres, denuncia el deterioro de la calidad de vida y la decadencia social, y señala las desigualdades existentes.
El Papa advierte sobre la “irresponsabilidad despreocupada” y pide crear normas que protejan los ecosistemas y a las poblaciones más vulnerables.
Además, propone un cambio de vida basado en una conversión ecológica, resaltando la dimensión civil y política del amor, su relación con la Trinidad, los sacramentos y María, Reina de la Creación.
También afirma que la fe cristiana motiva el cuidado de la naturaleza y de los más frágiles, y subraya que la creación es un don de Dios para administrar, no para destruir.