Mientras el Gobierno Nacional de Chile avanza en las promesas que realizó el presidente Gabriel Boric de dar celeridad a los proyectos de ley de aborto y eutanasia, la Iglesia se mantiene firme en la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
El Arzobispo de Santiago y Cardenal primado de Chile, Fernando Chomali, publicó una columna titulada “Morir en paz”, en la que elabora una reflexión en torno a este tema. “La eutanasia es una forma de eugenesia social frente a la incapacidad de empatizar, acompañar, amar y responder por ellos”, subrayó.
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Las indicaciones al proyecto de ley
El pasado jueves, el gobierno de Boric ingresó nuevas indicaciones al proyecto de ley de eutanasia ingresado hace casi 14 años en la Cámara de Diputados.
La iniciativa, titulada “Proyecto de ley sobre el derecho a optar voluntariamente para recibir asistencia médica con el objeto de acelerar la muerte en caso de enfermedad terminal e incurable”, se encuentra actualmente en la comisión de Salud del Senado, explica el portal BioBio.
Entre las modificaciones planteadas por el Gobierno, se elimina el derecho del paciente a recibir acompañamiento espiritual conforme a su fe, se suprime la objeción de conciencia institucional y se amplían los lugares donde puede llevarse a cabo el procedimiento, incluyendo el hogar.
El proyecto incorpora también nuevas exigencias formales, como la voluntad escrita y reiterada del paciente, y un comité evaluador del caso, pero propone “la asistencia médica para morir” como una prestación regular del sistema de salud.
Si se aprueba este proyecto, Chile entrará al reducido grupo de países que permiten la eutanasia, entre los que se cuentan Bélgica, Canadá, Países Bajos, España y Australia, y se convertiría en el tercero de América Latina en tener materia legislativa sobre el tema, además de Colombia y Ecuador.
Al respecto, el Cardenal Chomali describió el escenario actual en Chile, caracterizado por la violencia, la corrupción, la inseguridad, y las largas listas de espera para obtener tratamientos médicos. En ese contexto, el purpurado alertó: “reaparece, y con tramitación inmediata, un proyecto de ley que permite la eliminación directa de un ser humano en la etapa final de su vida: proyecto de ley de eutanasia”.
Detrás de la idea de “muerte digna”, planteó el purpurado, “está la idea de disponer de la vida de los demás en su etapa terminal”. El proyecto, que lleva años ingresado, “se quiere despachar en menos de una semana”, subrayó.
Una “respuesta práctica a la desidia del Estado”
Al respecto, cuestionó: “¿Alguien podría explicar la urgencia? ¿Habrá tiempo para escuchar a expertos en la materia y para que los legisladores estudien la materia y conozcan las experiencias nefastas de algunos países que han introducido esta práctica?”
Este proyecto de ley, señaló el cardenal, “es ambiguo porque se extiende a personas en complejas situaciones de salud, que, según los promotores de la ley, como sus vidas no valdrían la pena de ser vividas, el Estado no les puede impedir que terminen con ella”.
“Esta iniciativa parlamentaria apela a la autonomía y a la libertad individual como un derecho absoluto que ha de ser respetado, aun sabiendo que, en estas circunstancias, es de lo que más se carece”, observó.
Esta ley, consideró el Arzobispo, “es la respuesta práctica a la desidia del Estado y la sociedad de hacerse cargo de los enfermos, en la mayoría de los casos adultos mayores, que muchos de ellos terminan sus días viejos, solos, enfermos y pobres. Muchos en los hospitales públicos, y en lugares que ni nos imaginamos, postrados y abandonados en paupérrimas condiciones”.
Con la eutanasia, el drama de un enfermo se resuelve con violencia
“Se alude a la eutanasia como un acto de compasión”, lamentó, y alertó: “No nos confundamos, es un acto de compasión hacia la sociedad occidental que todo lo mide en términos de producción, gozo, éxito y ganancia y que no soporta nada que tenga que ver con el dolor y el sufrimiento y menos hacerse responsable de él”.
“Este proyecto es el ocaso del sentido de responsabilidad hacia el débil que le cabe a la sociedad toda y es el triunfo de la razón de la fuerza por sobre la fuerza de la razón”, reflexionó.
Según el Cardenal Chomali, “con la eutanasia el drama de una persona gravemente enferma se resuelve con la violencia —cubierta con el manto de la bondad, la compasión, la autonomía, etc.—”.
Un proyecto clasista
Por otra parte, indicó que se trata de un proyecto de ley “clasista”, porque sobre todo en los pobres cabe la posibilidad de que “terceros decidan por ellos ponerle fin a sus días”.
“La verdad es que quien está acompañado, se siente querido y bien cuidado, no pide terminar con sus días, al contrario, se aferran a la vida y a sus seres queridos como un gran tesoro hasta el final”, enfatizó el purpurado.
Como ejemplo, mencionó la Fundación Las Rosas —que ofrece acogida a las personas mayores más pobres y desvalidas— “donde jamás a un residente, incluso postrado, se le ha pasado por la mente pedir que terminen con su vida”.
Como si fuera poco, advirtió, “a los estudiantes de medicina, que suelen entrar a la universidad motivados por sanar, acompañar y cuidar, se les enseñará cómo terminar con la vida de un ser humano inocente”.
“Chile se empobrece con una ley semejante porque el talante de una sociedad se mide en la capacidad que tiene el tejido social —del cual formamos parte— de preocuparse de los indefensos y vulnerables”, insistió.
La obstinación de promover leyes que atentan contra los más débiles
Finalmente, el arzobispo invitó a los promotores de esta “ley injusta” a poner atención en los ancianos en situaciones lamentables —hogares clandestinos, sin vida social y abandonados—, al tiempo que los animó a “levantar vuelo legislativo para promover la especialidad de cuidados paliativos en los hospitales y clínicas y lugares donde terminan sus días, así como promover políticas públicas macizas en favor de los adultos mayores en materia de pensiones, acceso a los cuidados de salud mental y paliativos”.
“Propongamos leyes que permitan a los enfermos morir en paz, cuidémoslos con los medios ordinarios que dispone la medicina, sin obstinaciones ni tecnicismos abusivos, junto a sus familiares y con adecuada asistencia médica, espiritual y humana”, propuso.
Luego, exhortó: “Preguntémonos seriamente qué hay detrás de la obstinación de promover leyes que atentan contra los más débiles de la sociedad, como lo son los seres humanos en el vientre materno y en el lecho de enfermo y al mismo tiempo”.
“¿Acaso no estamos promoviendo la ley del más fuerte y la violencia para resolver dramas humanos, a veces dramáticos, que no es otra cosa que renunciar al Estado de derecho que tanto ha costado instalar?”, concluyó el arzobispo.