El padre Roberto se ordenaba sacerdote hace 43 años, a dos pasos del Vaticano

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Hoy León XIV celebra el aniversario de su ordenación sacerdotal en la capilla de Santa Mónica, que da a la Piazza del Sant’Uffizio y que en 2023 le fue confiada como título cardenalicio.

Andrea Tornielli

“Para mí, alimentarlos a todos con el pan común es algo que no puedo hacer. Pero esta Palabra es su porción. Los nutro de la misma mesa que me alimenta. Soy su siervo”. Estas palabras, que expresan el pensamiento expuesto por San Agustín en el sermón 339, aparecían como introducción en la tarjeta de recuerdo de ordenación recibida por Robert F. Prevost el 19 de junio de 1982. La imagen elegida fue la de la Última Cena, representada en un icono ruso del siglo XV.

Hace cuarenta y tres años León XIV fue ordenado sacerdote, en la capilla de Santa Mónica de Roma, a dos pasos del Vaticano y de la Piazza del Sant’Uffizio donde actualmente reside el Papa. La ordenación fue conferida por el arzobispo belga Jean Jadot, entonces Pro-presidente del Secretariado para los no cristianos, después de haber sido delegado apostólico y Pro-nuncio en Asia, África y finalmente en los Estados Unidos de América. En el momento de su ordenación, el padre Robert Francis Prevost tenía 27 años y ya había estudiado Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino. Había ingresado en la Orden de San Agustín cinco años antes y había hecho sus votos solemnes en 1981. En 1985 sería enviado como misionero al Perú, sirviendo en la misión de Chulucanas, Piura.

El pasaje elegido para la tarjeta de recuerdo evoca otros pasajes de San Agustín, en particular las Exposiciones sobre los Salmos (103, III, 9): «Eres un buen siervo de Cristo — escribía el Obispo de Hipona — si sirves a quienes Cristo sirvió… Quien con su sangre te hizo libre, te hizo mi siervo… Aprende a amar a tus siervos, pero en el nombre de tu Señor. Que Él nos conceda realizar bien este servicio, porque, voluntaria o involuntariamente, somos siervos; sin embargo, si lo somos por voluntad propia, no servimos por necesidad, sino por caridad».

Estas palabras sobre ser servidores, sobre pertenecer a Dios y por tanto estar al servicio de su pueblo, encuentran de algún modo eco también en la primera homilía de las ordenaciones sacerdotales presidida por el nuevo Obispo de Roma en la Basílica de San Pedro, el 31 de mayo de 2025, cuando confirió el orden sacerdotal a once diáconos de la diócesis. «Queridos ordenandos — había dicho el Pontífice —, ¡imagínense a la manera de Jesús! Ser de Dios — siervos de Dios, pueblo de Dios — nos une a la tierra: no a un mundo ideal, sino al mundo real. Como Jesús, quienes el Padre pone en su camino son personas de carne y hueso. Conságrense a ellos, sin separarse, sin aislarse, sin hacer del don recibido una especie de privilegio… ¡De hecho, el amor de Cristo nos posee, queridos hermanos y hermanas! Es una posesión que libera y nos permite no poseer a nadie. Liberar, no poseer. Pertenecemos a Dios: no hay riqueza mayor que apreciar y compartir. Es la única riqueza que, al compartirse, se multiplica».

El título de la capilla de Santa Mónica, lugar de su ordenación sacerdotal en 1982, será confiado como diaconía por el Papa Francisco al nuevo cardenal Robert Prevost el 30 de septiembre de 2023.



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