En la Solemnidad del Corpus Domini, el Evangelio de hoy nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen cuanto más se comparten. El Papa en el Ángelus reflexiona sobre el milagro de la multiplicación de los panes y los peces y el misterio de la Eucaristía.
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
En el marco de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Papa León XIV presidió el rezo mariano del Angelus desde la Plaza de San Pedro, en su alocución previa al rezo, el Pontífice reflexionó el Evangelio de hoy, sobre el significado del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, relatado en el Evangelio de Lucas (9,11-17), y sobre el momento de la Eucaristía.
Lo poco que ofrecemos, Dios lo convierte en abundancia
León XIV recordó que el milagro de los panes no es solo un prodigio, sino un signo que nos recuerda que “los dones de Dios” crecen en abundancia cuando se ponen al servicio de los demás.
Jesús pide a los Apóstoles que ofrezcan lo poco que tienen. Y es a partir de ese gesto humilde de generosidad que todos quedan saciados, afirmó el Papa. Esa dinámica, señaló, alcanza su plenitud en el sacramento de la Eucaristía, donde Dios mismo se ofrece en el pan y el vino consagrados, aceptando lo que la humanidad le presenta y devolviéndolo como don divino: el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
El compartir de Dios con la humanidad
“En la raíz de todo compartir humano está el de Dios con nosotros”, expresó el Pontífice. Al hacerse hombre, Jesucristo asumió nuestra pobreza y fragilidad, incluso nuestra muerte, para redimirnos. Citando al místico bizantino Nicolás Cabásilas, el Papa subrayó que Dios elige valerse de lo poco que podemos darle, y eso lo convierte en medio de salvación.
La Eucaristía: don de amor y comunión
Comparando la Eucaristía con el gesto de un regalo sencillo pero lleno de amor, León XIV ilustró cómo Dios se une a nosotros con ternura y cercanía, santificando lo que le ofrecemos y transformándolo en alimento de vida eterna. En cada Misa —dijo—, el pan y el vino, junto con nuestra vida, son acogidos por Dios y devueltos como signo de su amor absoluto.
Inspirándose en san Agustín, el Papa recordó que así como muchos granos de trigo forman un solo pan, la Iglesia se edifica como un solo cuerpo en la unidad y la caridad, fruto del misterio eucarístico.
Celebración de la solemnidad en San Juan de Letrán
Por último, León XIV recordó a los presentes, que esta noche se realizará en la basílica de San Juan de Letrán “la Procesión Eucarística”, después de la Santa misa, los presentes en la basílica se pondrán en camino junto con el Obispo de Roma, llevando el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad.