Av. del Libertador y Mercedes fue la esquina donde este domingo los católicos de Montevideo se dieron cita para, pese a la lluvia, participar de la tradicional procesión de Corpus Christi, la fiesta de mayor tradición en la capital uruguaya, cuyos comienzos datan de la época colonial.
Originalmente fechada el jueves siguiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad, este año, al igual que en otros lugares, se trasladó al domingo, y tuvo un detalle especial: fue ocasión para que los fieles montevideanos renueven su consagración al Sagrado Corazón de Jesús, acto que hace 150 años realizó el beato Jacinto Vera y que forma parte de la historia de la Iglesia Católica del país.
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Con el lema “Cristo, nuestra esperanza, no defrauda” y protegidos por sus paraguas, un gran número de fieles caminó por las calles de la ciudad acompañados por el Arzobispo de Montevideo y Primado del Uruguay, Cardenal Daniel Sturla, quien luego presidió la Eucaristía en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen.
Una vez en el templo, hubo un momento de Adoración Eucarística y luego la arquidiócesis renovó la Consagración al Sagrado Corazón. También se impartió la bendición con el Santísimo Sacramento, otorgando indulgencia plenaria.

En su homilía, el purpurado destacó: “¡Qué linda jornada que hemos vivido! Ha sido mucho, entre los que salimos de allá, de la parroquia de los Vascos, y vinimos con el agua, y después todo lo que hemos escuchado, y sobre todo lo que hemos admirado, alabado y bendecido al Señor”.
“Realmente somos privilegiados por ser cristianos, por ser católicos, por poder tener a Jesús en la Eucaristía”, aseguró.
“El Señor se nos da como alimento, y esto es lo que ahora nos disponemos y nos preparamos a vivir”, expresó el cardenal. “No es el alimento que termina, sino el de la vida eterna”, distinguió. Por eso, exhortó: “Dispongamos el corazón entonces para continuar la santa Misa, para alabar y bendecir al Señor, y, si estamos debidamente preparados, para tener el gozo de recibir la Sagrada Comunión”.

El Párroco del lugar, P. Guillermo Porras, por su parte, se mostró agradecido a Dios “por regalarnos esta jornada espectacular” y al Cardenal por acompañarlos, como también a todos los que trabajaron en la preparación “para que salga perfecto, porque para Dios siempre damos lo mejor”.
“¡Viva Cristo! ¡Viva nuestra Madre! ¡Viva la Iglesia!”, cerraron a una sola voz.
