Cada 24 de septiembre, la República Dominicana celebra con fe y devoción a Nuestra Señora de las Mercedes, madre espiritual del pueblo dominicano y patrona nacional desde el año 1844. Su figura se ha convertido en un signo de esperanza, protección divina y unidad, siendo invocada especialmente en momentos de dificultad o conflicto. Su imagen está presente en hogares, templos y monumentos de todo el país, y su fiesta se vive como una de las tradiciones religiosas más profundas del pueblo dominicano.
La advocación de la Virgen de la Merced tiene sus orígenes en España en el siglo XIII. Según la tradición, la Santísima Virgen María se apareció en 1218 a San Pedro Nolasco, pidiéndole que fundara una orden religiosa dedicada a liberar a los cristianos cautivos en manos de musulmanes. Nolasco, junto al rey Jaime el Conquistador y con el consejo de San Raimundo de Peñafort, fundó la Orden de la Merced, que se dedicó durante siglos a rescatar a prisioneros, llegando incluso sus frailes a ofrecer sus propias vidas como rehenes para salvar a otros. Se estima que más de 60,000 personas fueron liberadas gracias a esta misión redentora.
La Virgen de la Merced fue asumida como Madre y Protectora de la Orden Mercedaria, y su devoción se extendió rápidamente por España y América. En la República Dominicana, con la llegada de los colonizadores, la devoción se afianzó en la población y, tras la Independencia Nacional en 1844, fue proclamada oficialmente Patrona de la República Dominicana.
Además de su patronazgo sobre el país, la Virgen de las Mercedes es también reconocida como Patrona de los presos y de las prisiones. El 27 de abril de 1939 fue declarada protectora de los reclusos en España y en muchas partes del mundo. Desde entonces, cada 24 de septiembre también se celebra en las cárceles, donde los privados de libertad encuentran en ella consuelo, esperanza y fortaleza espiritual.
Su fiesta en la República Dominicana se vive con fervor religioso en todo el territorio nacional, especialmente en el Santo Cerro, en La Vega, lugar emblemático de devoción donde se realizan peregrinaciones, eucaristías y actos culturales en su honor. Allí, miles de fieles se congregan para agradecer y pedir la intercesión de la Virgen, a quien reconocen como Madre liberadora y protectora del pueblo dominicano.
La Virgen de las Mercedes es, en definitiva, un símbolo de misericordia, libertad y fe. Representa a una nación que la reconoce como guía espiritual y que, año tras año, la venera como su patrona, confiando en que su manto seguirá cubriendo al país con esperanza y protección.