León XIV: “Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, y ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre”

Una reflexión sobre la Resurrección que nos invita a descubrir la presencia de Cristo en cada gesto y momento de la vida.

by Jose Medrano
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En su catequesis durante la Audiencia General de este miércoles, el Papa León XIV reflexionó sobre un aspecto sorprendente de la Resurrección de Cristo: su humildad. Lejos de toda manifestación espectacular, el Santo Padre recordó que el Señor resucitado “no se impone con gestos de poder, sino que se acerca con discreción, como un amigo que camina a nuestro lado”.

“Jesús no aparece rodeado de ángeles ni pronuncia grandes discursos —dijo el Papa—. Se muestra como un caminante, un jardinero, un forastero que pide compartir el pan”. En estas imágenes sencillas, añadió, “descubrimos el estilo de Dios: la ternura que no se impone, la cercanía que no hace ruido, la presencia que transforma desde dentro”.

La Resurrección: una transformación silenciosa

El Papa explicó que la Pascua no fue “un espectáculo de poder”, sino “una transformación silenciosa que llena de sentido cada gesto humano”.
Jesús, al compartir la mesa con sus discípulos, mostró que la vida humana, con su sencillez y sus límites, está habitada por Dios y destinada a ser transformada por el amor.

“Resucitar —subrayó León XIV— no significa escapar del mundo, sino vivirlo de una manera nueva. Cada acción cotidiana, si se hace con amor, anticipa el Reino de Dios: cocinar, trabajar, cuidar, acompañar, perdonar… Todo puede convertirse en lugar de encuentro con el Señor”.

La alegría que no teme las heridas

El Pontífice también habló de una dificultad frecuente: la búsqueda de una alegría sin dolor.
“Los discípulos de Emaús caminaban tristes porque esperaban un Mesías sin cruz —recordó—. Pero Jesús se les une en el camino, escucha su decepción, les explica las Escrituras y parte el pan. Solo entonces comprenden que su corazón ya ardía mientras Él hablaba”.

Para el Papa, este relato es una clave para nuestra vida espiritual: “No hay historia tan herida que no pueda ser visitada por la esperanza. Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna. Aun cuando nos sentimos lejos o indignos, el amor de Dios siempre nos alcanza”.

Cristo camina a nuestro lado

León XIV insistió en que el Resucitado no nos visita solo en los momentos de fervor o de éxito, sino también en los días difíciles.
“El Señor se acerca en nuestros fracasos, en los trabajos pesados, en las dudas y en la soledad. No exige ser reconocido enseguida: espera con paciencia a que nuestros ojos se abran”, explicó.

“Él transforma la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza. Su presencia no borra las heridas, pero las ilumina. Nos enseña que el dolor habitado por el amor puede volverse lugar de comunión”.

Una alegría sencilla que renueva la vida

Al concluir su catequesis, el Papa invitó a los fieles a pedir “la gracia de reconocer a Cristo resucitado en lo pequeño, en lo cotidiano, en lo aparentemente insignificante”.
“Como los discípulos de Emaús —afirmó—, también nosotros podemos volver a casa con el corazón encendido. Una alegría sencilla, que no ignora el sufrimiento, pero lo transforma. Una alegría que nace de la certeza de que el Señor está vivo, que camina con nosotros y que siempre nos da la oportunidad de recomenzar”.

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