En el marco de la conmemoración de todos los fieles difuntos, el Papa León XIV presidió una solemne celebración en el Cementerio del Verano, en Roma, en memoria de quienes han partido de este mundo, especialmente de aquellos sepultados en ese lugar sagrado. En su homilía, el Pontífice ofreció palabras de consuelo y esperanza, recordando que la memoria de los difuntos no es sólo un gesto de nostalgia, sino una expresión de fe en la vida eterna prometida por Cristo.
«En el día de la muerte ellos nos han dejado, pero los llevamos siempre con nosotros en la memoria del corazón», expresó el Papa, invitando a los fieles a transformar el recuerdo en esperanza: «La fe cristiana, fundada sobre la Pascua de Cristo, nos ayuda a vivir la memoria más que como un recuerdo del pasado, como una esperanza futura».
Citando al profeta Isaías, León XIV evocó la promesa divina de un banquete eterno en el cual «Dios destruirá la muerte para siempre» (Is 25,8). Subrayó que esta esperanza no es una ilusión ni un consuelo superficial, sino una certeza que brota de la resurrección de Jesús, quien «ha abierto también para nosotros el paso hacia la plenitud de la vida».
El Papa recordó que el destino final de todo creyente es un encuentro de amor, en el que Dios nos reunirá con nuestros seres queridos. «Por amor, Dios nos ha creado, en el amor de su Hijo nos salva de la muerte, y en la alegría del amor quiere hacernos vivir para siempre», afirmó.
Asimismo, exhortó a los cristianos a mantener vivo el vínculo con los difuntos mediante la caridad concreta, recordando las palabras del Evangelio: «Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber…» (Mt 25,35-36). «La caridad vence la muerte —dijo el Santo Padre—. En la caridad Dios nos reunirá junto a nuestros seres queridos».
En la parte final de su mensaje, León XIV invitó a los fieles a confiar en la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5):
«Él eliminará la muerte para siempre. Él la ha vencido para siempre, abriendo un paso de vida eterna —haciendo Pascua— en el túnel de la muerte, para que también nosotros podamos atravesarlo unidos a Él».
El Papa concluyó alentando a todos a mantener la mirada fija en Cristo Resucitado, seguros de que «Él nos espera, y cuando lo encontremos, gozaremos con Él y con nuestros seres queridos en la alegría eterna».
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