En el calvario a los lejos se podía ver tres cruces, eran Jesús y dos ladrones uno a la derecha y otro a la izquierda. El episodio de la cruz era desgarrador, la sangre de los tres formaban un mismo charco, pero, como dice nuestro padre San Agustín, aunque para los tres la pena era la misma, cada uno moría por una causa distinta. En estas dos figuras nos encontramos con el misterio insondable del corazón del hombre: por un lado, luz y por el otro, tiniebla, por un lado, la fe y por el otro la incredulidad. La tradición llama al ladrón arrepentido Dimas y al ladrón increpador Gestas.
Uno de los malhechores, el incrédulo, blasfemaba diciendo: “¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!” (Lucas 23,39). Había oído a quienes insultaban a Jesús. Había podido leer incluso el título que habían escrito sobre la Cruz: “Jesús Nazareno, Rey de los judíos”. Era un hombre angustiado, desesperado, que gritaba de rabia contra todo y contra el cielo. El otro malhechor corrige al increpador y hace una petición: “ Jesús acuérdate de mí cuando estés en tu Reino”. Y Jesús responde con palabras inmortales ” te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso. Es necesario que nosotros escuchemos y entendamos estas palabras con toda la fuerza y seguridad con que Jesús las pronunció: “Yo te aseguro”. En ellas se manifiesta la autoridad de Jesús. En este momento Jesús da testimonio también de Sí mismo, de que Él tiene la llave del Paraíso.
Este acontecimiento de redención de un ladrón se realiza por la conexión que existe entre la primera y segunda palabra de Jesús en la cruz. Para muchos entendidos cuando Jesús dice “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, el corazón de Dimas el ladrón bueno, se enciendo en la fe y pudo ser transformado. Fueron palabras profundas que motivaron el corazón del ladrón. Cuando nos acercamos a Cristo, entendemos que nos ha salvado con esperanza. “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (1timoteo 2,4). Dios ha puesto en nuestras manos esa libertad. El que quiere salvarse se salva, pero el que se empeña en condenarse se condena.
Jesús, con su muerte, ha abierto las puertas del Paraíso, a la vez que nos indica a todos nuestro propio destino”. “Conmigo en el paraíso”, con estas palabras Jesús nos entrega un mensaje de esperanza, la promesa que todos tenemos que oír. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. El verdadero regalo que Jesús le hizo a aquel hombre en la cruz ya nosotros hoy, no es solamente el Paraíso. Jesús le ofreció el regalo de sí mismo. Lo más grande que puede poseer el ser humano es compartir su existencia con Jesucristo. Hemos sido creados para vivir en comunión con él.
En las luchas y dificultades, Dios está con nosotros para llevar este hermoso mensaje de amor y esperanza, para que muchos salgan del error del pecado. El que clama a Jesús, puede estar seguro de que Él responde. Con Jesús, la vida, cualquiera que sea su circunstancia, es un paraíso, el único paraíso. Los hombres en los tiempos de Jesús no sabían ni entendían que estaban dando muerte al Hijo de Dios. También en nuestra época muchos son los ignorantes que continúan de espaldas a Dios. No es posible que creen en Dios y blasfemen contra Él. Decimos con la boca que le amamos y le vamos a seguir siempre, pero le negamos, le abandonamos y le cerramos las puertas de nuestro corazón.
Conmovido por Jesús y dos ladrones que se desangran en la cruz, nos compadecemos por muchos dominicanos y dominicanas que se desangran y pierden sus vidas porque no pueden ser atendidos en nuestros hospitales. Queremos fijar nuestra mirada en el sector salud. Por décadas hemos tenido un sistema de salud ineficiente y desigual debido a la mala administración pública, donde los recursos no han llegado a los hospitales ya los centros de salud sino a las manos de algunos que, como Gestas, no tienen temor de Dios.
Sentimos compasión por los enfermos pobres que visitan los hospitales. Sentimos compasión por los enfermos que mueren en sus casas por falta de recursos. Sentimos compasión por los enfermos mentales. Sentimos compasión por los que necesitan medicamentos de alto costo. Sentimos compasión por los médicos, las enfermeras y por el personal administrativo de los hospitales. En un lenguaje cinematográfico tendríamos que decir que ellos son protagonistas. Trabajando a manos peladas, con pocos recursos y con poco o casi nada de insumos médicos. Hacemos un llamado de atención al gobierno y al sector salud, para que esto mejore, por el bienestar de todos los dominicanos.
Reconocemos que se han hecho mejoras, en el sistema nacional de salud. A finales del mes de marzo de este año, el gobierno informó el remozamiento de 38 emergencias en todo el país [1] . Además, destacamos como muy valiosa y positiva la labor desempeñada de todas las Instituciones del Estado y del Personal de Apoyo que estuvo presente en la tragedia del JET SET. Nuestra solidaridad y condolencias, nos unimos en oración con todas las familias afectadas. Al mismo tiempo, deseamos la pronta recuperación de todos los que están siendo asistidos en los hospitales y centro de salud.
Las siete debilidades del sector Salud que todavía persisten en nuestro país:
1-Falta de avances en la implementación de la atención primaria.
2-Los elevados costos en la atención y de los medicamentos que afectan gravemente a las familias.
3-Baja inversión del PIB y ausencia de un sistema de monitoreo funcional.
4-Los bajos salarios y sobrecarga de trabajo.
5- Déficit de personal.
6- Deficiencias de tipo institucional, estructural y logístico.
7-Las Infraestructuras hospitalarias se encuentran en muy mal estado
8-Ni el Ministerio de Salud Pública, ni el Servicio Nacional de Salud (SNS) han podido implantar la atención primaria. Hasta dónde llega la competencia de uno e inicia la del otro.
Según la constitución de la República en su Artículo 61, la salud es un derecho fundamental. Cito: “Toda persona tiene derecho a la salud integral. El Estado debe velar por la protección de la salud de todas las personas, el acceso al agua potable, el mejoramiento de la alimentación, de los servicios sanitarios,…, asegurando el acceso a medicamentos de calidad y dando asistencia médica y hospitalaria gratuita a quienes la requieran” . [2] En ese mismo orden, la Ley General de Salud en su artículo 3.- dice: “Todos los dominicanos y dominicanas y las y los ciudadanos extranjeros que tengan establecida su residencia en el territorio nacional son titulares del derecho a la promoción de la salud, prevención de las enfermedades ya la protección, recuperación y rehabilitación de su salud, sin discriminación alguna”. [3]
De acuerdo con la Constitución y la Ley General de la Salud. La Salud Pública no es un privilegio de algunos, no es un derecho de los ricos, es un derecho de todos los dominicanos y residentes legales en el país. No es posible que los centros privados dejen morir un dominicano porque se requiere de un seguro para una emergencia. No es posible que para las mujeres dominicanas parturientas no haya espacio en los hospitales porque un 40% de las parturientas en los centros de salud son extranjeras.
Observamos con gran preocupación que el municipio más grande del país, Santo Domingo Este, en cuanto a salud, se encuentra huérfano. El hospital municipal del Almirante tiene muchas carencias que no deben darse en un hospital de 2do nivel. Tenemos testimonios de que en los centros de atención primaria no hay ni un bisturí, se escasean los insumos médicos y los medicamentos.
Necesitamos la intervención del Darío Contreras. De acuerdo con informaciones del Periódico Diario Libre “La unidad de salud mental llevaba más de un año cerrada y no sabemos si aún funciona más allá de las consultas.” [4] Necesitamos que el hospital Moscoso Puello y Salvador B. Gautier sean intervenidos y restaurados. Necesitamos la ciudad sanitaria de San Francisco de Macorís. Necesitamos la ciudad sanitaria Luis E. Aybar. Necesitamos el hospital de Maimón. Necesitamos que funciones los centros de diagnóstico y de atención primaria en los barrios. Necesitamos los centros de atención primarias en las provincias del Cibao, del sur y del este del país. Que nuestras gentes tengan acceso a la salud con dignidad. Que no se muera un dominicano por falta de sangre. Necesitamos que en los hospitales tengamos ambulancias. Necesitamos una mejor remuneración para nuestros médicos, enfermeras y personal de salud. Nos olvidamos de que para la pandemia fueron los verdaderos héroes de este pueblo.
No es posible que un legislador gane 3 y 4 veces más que un médico especialista. Queremos que en los hospitales no falte el agua, que haya luz. Que nuestros hospitales tengan sangre, medicamentos, oxígeno, sueros y sillas de ruedas.
La situación del sistema de salud es alarmante, es urgente, y lamentablemente no va en ambulancia porque quedan muy pocas o son privadas las que vemos transitar. ¿Preguntamos al gobierno por qué el 911 no funciona como antes? ¿Qué ha pasado? El sistema de salud está en crisis. Decía madre Teresa de Calcuta: “ Que el peor mal es la indiferencia” . ¿Por qué tanta indiferencia en el sector salud? ¿Por qué tanta incompetencia? ¡Ay de quienes malversan el dinero del presupuesto de salud pública! ¡Ay de quienes malversan el dinero de los medicamentos de altos costos! ¡Ay de quienes se embolsillan el dinero para la salud mental!
El Papa Francisco, en una homilía sobre esta segunda palabra dice lo siguiente: “El calvario, lugar de desconcierto e injusticia…se transforma, gracias a la actitud del buen ladrón, en una palabra, de esperanza para toda la humanidad. Las burlas y los gritos de sálvate a ti mismo frente al inocente sufriente no serán la última palabra; es más, despertarán la voz de aquellos que se dejen tocar el corazón y se decidirán por la compasión como auténtica forma para construir la historia”. [5]
En el momento de mayor angustia y dificultad, Jesús regala el paraíso a un ladrón arrepentido. El momento más difícil del ser humano es cuando llegan los años y está postrado en una cama, cuando el médico te dice que no hay esperanza. En ese momento, la palabra de Dios te dice “lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”. En tu enfermedad Jesús no te abandone. Cristo es la esperanza que no defrauda. En el momento que llegan los años y la enfermedad no abandonaremos los enfermos. Trabajemos juntos como nación, como peregrinos de esperanza que hacemos el mismo corregido hacia el encuentro del Señor. Porque solo uniendo buenas voluntades y con competencias, y sin egoísmo, sin partidismo y sin indiferencias, podremos dar respuestas a la crisis de salud que tanto afecta a nuestro país. “Cuando algunos ven un final sin esperanza, nuestra Santa Madre Iglesia ve una esperanza sin fin”. AMÉN
(Por Rev. P. Nicolás Cuello Hernández, CRL, Superior de los Canónigos Regulares de Letrán)
[1] RC Noticias, 28 de marzo de 2025
[2] Constitución de la República Dominicana 61.
[3] Ley orgánica de salud 42-01.
[4] Periódico Diario Libre, Mayo 9 de 2023.
[5] Homilía del 24 de noviembre del 2019, Estadio de Béisbol, Nagasaki.