Alientan a imitar virtudes de santos mártires mexicanos en una patria bañada por la sangre


Con una multitudinaria Misa celebrada en el Santuario de los Mártires Mexicanos en Tlaquepaque, en la zona metropolitana de Guadalajara, Jalisco (México), la Iglesia Católica conmemoró los 25 años de la canonización de San Cristóbal Magallanes y sus 24 compañeros mártires, asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa emprendida en la década de 1920 por el gobierno mexicano contra los católicos.

La Misa estuvo presidida por el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, recientemente llegado de Roma, a donde viajó para participar en el cónclave que eligió al Papa León XIV.

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Mons. Manuel González Villaseñor, Obispo Auxiliar de Guadalajara, pronunció la homilía, recordando que en el año 2000 San Juan Pablo II “nos regaló 27 santos para nuestra Iglesia de México: San Cristóbal Magallanes y compañeros, la mayoría sacerdotes, tres laicos; un sacerdote profesor mexicano también, San José María de Yermo y Parres; y la primera santa mexicana, la Madre María de Jesús Sacramentado Venegas, la Madre Naty”.

El prelado destacó que “hoy más que nunca necesitamos que ese deseo de alcanzar la santidad lo tengamos cada uno de nosotros en nuestros corazones”.

“Tal vez hubo otros que ante el martirio prefirieron renegar de su fe, prefirieron huir. Ellos no, estuvieron ahí para decir viva Cristo Rey, viva Santa María de Guadalupe, y poder dar la vida por los demás”, expresó.

La persecución religiosa en México

El anticlericalismo se intensificó en México desde mediados del siglo XIX, pero alcanzaría su punto más grave a inicios del siglo XX, de la mano de una legislación que restringía el culto católico y la enseñanza religiosa. La represión llegó a tal punto que fieles católicos espontáneamente se levantaron en armas en diversas partes del país contra la represión gubernamental en lo que hoy se conoce como “Guerra Cristera” o “Cristiada”.

El gobierno asesinó a gran cantidad de católicos, tanto entre los que se habían levantado en armas para defender la libertad religiosa como quienes sencillamente practicaban su fe de forma clandestina.

Las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado mexicano no se restablecerían oficialmente sino hasta 1992, con una reforma constitucional que le dio el reconocimiento jurídico a la Iglesia que el gobierno le había negado por más de siete décadas.

Libertad religiosa: un derecho conquistado con martirio

Actualmente, dijo Mons. González Villaseñor en su homilía, “gracias al martirio de los santos mártires, podemos vivir libremente la expresión de nuestra fe”, aunque lamentó que “todavía existen tendencias de una persecución, a veces secreta, contra los cristianos católicos”.

“Sin embargo, ellos pusieron las bases para que nosotros pudiéramos tener más libertad, por eso agradecemos su testimonio, y por eso los veneramos, y por eso pedimos su intercesión”, expresó.

Mons. González Villaseñor aseguró que “hoy, más que nunca, nosotros también tenemos que imitar sus virtudes para enfrentar tantos desafíos, muchos de ellos que van en contra de la fe, y que son sobre todo la pérdida de la presencia de Dios en la sociedad, y en el corazón de muchos, que incluso se llaman bautizados”.

México, una patria católica y guadalupana, pero “bañada por la sangre”

“Tenemos que imitar su ejemplo para poder cargar esa cruz que hemos tomado de alguna manera, esa cruz que el Señor Jesús en ocasiones quiere compartir con nosotros, pero tenemos que ofrecer los sufrimientos por tantas necesidades que hay en el mundo, en nuestra patria, en esta patria tan bella, que se llama todavía católica y guadalupana, pero que está bañada por la sangre de tanta violencia”.

“Hoy tenemos que pedir la intercesión de los mártires, para que así como con su sangre lograron una pacificación en nuestra patria, hoy de nuevo nuestra patria vuelva a creer en Jesús, pero no solamente de palabra, sino sobre todo con las obras”, alentó el prelado mexicano.





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