Hace un mes, la muerte de Francisco, el recuerdo de los pequeños y los “últimos”


Desde un grupo de escolares hasta el rabino Skorka, desde las personas sin hogar hasta los presos que lo conocieron y que recibieron apoyo, historias y destellos de vida del Papa Bergoglio en un mosaico de testimonios en nombre de la gratitud y el afecto.

Alessandro De Carolis – Ciudad del Vaticano

“Hola Papa Francisco”: Pedro lo retrata de perfil, en primer plano, con ese pulgar hacia arriba que ya forma parte de la iconografía de Jorge Mario Bergoglio. Y luego, entre otros, un “nos vemos en el cielo” que destaca entre un sol y una nube, sobre un corazón rojo, porque así ve y siente Ida lo que sucederá cuando llegue el momento. En los medios vaticanos circulan dibujos de ocho niños de cuarto grado de la escuela de San Martino in Badia, en la provincia de Bolzano, que recuerdan, entre emoción y espontaneidad, los 30 días transcurridos desde la muerte de Francisco.


Uno de los dibujos realizados por los niños de una escuela primaria de Bolzano recordando al Papa Francisco.

La dignidad redescubierta

En L’Osservatore Romano, en particular, una página doble presenta una mezcla de sentimientos e historias contadas por personas que rara vez ven sus nombres en los “especiales” de un periódico. Porque además de los chicos de Bolzano están algunos de los tantos invisibles que el Papa argentino ha devuelto al centro de la dignidad desde las tantas periferias de sus miserias. Como Fabrizio Salvati, un hombre sin hogar que firma y escribe el recuerdo de su encuentro con Francisco, de su ayuda sin fin a los que viven en la calle y de su renacimiento personal gracias al periódico L’Osservatore di Strada: “Colaborar con este periódico me ha devuelto ese papel, existencial y social, que había perdido”.


Algunos miembros de la redacción de “L’Osservatore di Strada” se reúnen con el Papa Francisco en 2023 (VATICAN MEDIA)   (VATICAN MEDIA Divisione Foto)

La esperanza detrás de las rejas

La historia de Claudio Bottan tiene algunos puntos en común, aunque no comienza en la calle sino desde una celda. Hoy subdirector de la revista “Voci di dentro”, Claudio era un interno de la cárcel de Busto Arsizio cuando en el Año Santo de la Misericordia de 2016 estuvo entre los “elegidos”, escribe, que habrían asistido de cerca al Papa durante la Misa del Jubileo de los presos. Junto a otros compañeros le tocó ser, con emoción y vergüenza, monaguillo y afirma que las palabras pronunciadas por Francisco en aquella ocasión “abrieron el corazón” de los “monaguillos-presos”.

Otra historia de la prisión es de dos años después. En 2018, durante un viaje apostólico, el Papa Bergoglio visitó la penitenciaría de mujeres en Santiago de Chile. En esa ocasión estuvo presente una muy emocionada Jeannette Zurita, que se describe como “una mujer que había cometido graves errores, despreciada y sin valor para la sociedad” y que por tanto nunca habría imaginado encontrarse “cara a cara con el Santo Padre”. Hoy, libre para vivir con su hijo, dice que siente “la necesidad” de llevar su testimonio “a todo aquel que quiera escucharlo, porque Dios ha obrado un cambio en mí y lo vivo como algo muy poderoso en mi corazón”. Francisco, vecino de los pobres.


Un momento de la visita de Francisco a la Ciudad de la Amistad en Madagascar en 2019 (Vatican Media)   (Vatican Media)

Sin barreras

Desde América Latina hasta el África profunda, también están los pobres de la “Ciudad de la Amistad” de Akamasoa, un suburbio de Antananarivo, la capital de Madagascar, visitada por Francisco en 2019. Un mes después de su muerte, ofrecen un recuerdo de él a través del padre Pedro Opeka, argentino y exalumno de Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, además del fundador y “alma” de la Ciudad. El padre Pedro está seguro de que uno de los legados que dejó el difunto Papa es haber cambiado la manera misma de ver la pobreza, con su radical proximidad a los más marginados. El día de la visita del Papa, el protocolo exigía ciertas medidas, pero el padre Pedro convenció a los responsables de seguridad de no poner barreras en el salón de la Ciudad de la Amistad, donde más de 8.000 niños esperaban a Francisco. La celebración que surgió de ese contacto directo con Francisco, al final, relata el padre Pedro, conmovió incluso a los responsables de seguridad, que inicialmente se mostraban reacios a ceder espacio.


Un encuentro entre el Papa Francisco y el rabino Skorka

Skorka: era una antorcha con su humildad

“La despedida que el mundo entero le dio al Papa Francisco fue un testimonio elocuente del respeto que se había ganado gracias a su humildad y honestidad”. Así lo manifestó a los medios vaticanos Abraham Skorka, rabino emérito del Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires y gran amigo de Jorge Mario Bergoglio. Incluso aquellos que podrían haber estado en desacuerdo con él sabían, dice, “que era un líder que buscaba incansablemente la paz y la justicia y que estaba totalmente dedicado a ayudar a los necesitados en todas las comunidades”. Fue “una antorcha que mantuvo viva la llama de la espiritualidad y de la santidad, iluminando un camino que nunca se apaga”.



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