Audiencia general, el primer abrazo de León XIV


El entusiasmo de las 40 mil personas en la Plaza de San Pedro: el Papa, «un don para traer confianza y esperanza a nuestras vidas».

Fabrizio Peloni – Ciudad del Vaticano

Miles de fieles, más de cuarenta mil, muchos de ellos sosteniendo una bandera representativa de su nación, que ondeaban. Otros con pancartas en varios idiomas alzadas al cielo o fijadas a barreras. Así lucía la Plaza de San Pedro este miércoles 21 de mayo, desde las primeras horas de la mañana, a la espera de la entrada del Papa León XIV para la primera Audiencia general de su Pontificado.

En un día inusualmente nublado de mayo, canciones e himnos cantados por varios grupos de todo el mundo calentaron la atmósfera. Luego, fue el mismo Papa Prevost quien llenó de alegría los corazones de los presentes, cuando a las 9.45 inició un largo recorrido en el coche blanco descubierto entre las diversas zonas de la plaza. Hubo muchas paradas para saludar a los fieles, para intercambiar sonrisas, para tocar o a veces estrechar las manos tendidas, para acariciar a los niños o bendecir a los recién nacidos recogidos por los guardias suizos o los gendarmes que seguían al papamóvil. Todo esto estuvo acompañado por el entusiasmo de la multitud, cuyos atronadores aplausos subrayaron luego varios pasajes de la catequesis del Obispo de Roma y sus saludos a los grupos de diversas nacionalidades.

En primera fila estaban unos sesenta fieles de la parroquia de Sant’Ippolito Martire, llegados desde Atripalda, diócesis de Avellino, Italia. “Nuestros feligreses nos enseñan que la presencia del Papa brinda la alegría que todo cristiano busca, un regalo para que podamos infundir confianza y esperanza en sus vidas”, declaró el párroco Luca Monti a los medios vaticanos, a lo que se sumó Don Vincenzo Del Franco, párroco de la cercana Chiusano San Domenico: “En tiempos inciertos de la historia de la Iglesia siempre ha habido grandes Papas León”.

Junto a ellos está un joven seminarista de la diócesis de Irpinia, Antimo Femiano, que dice estar todavía profundamente conmovido por el llamamiento a rezar por las vocaciones en la Iglesia que hizo el Papa en su primer discurso. «Nosotros, jóvenes seminaristas, nos sentimos amados y llamados a dar nuestra vida en el seguimiento de Cristo».

A la derecha del grupo Irpinia, unas cincuenta personas, cada una con una bandera costarricense, pertenecientes a la asociación “Club de paz”, activa en la ayuda a los indigentes de la capital San José. Vinieron a Roma, según contó la presidenta Rosibel Valverde, para “estar cerca del Papa, después de haber estado en Fátima, Lourdes y Turín”. Luego continuarán la peregrinación jubilar mariana en las basílicas papales de Roma, antes de dirigirse a San Giovanni Rotondo, Lanciano y finalmente a Medjugorje.

No muy lejos de los costarricenses, algunos fieles del grupo de oración Santa Rita da Cascia de la diócesis de Palestrina. En vísperas de la memoria litúrgica de la santa canonizada por León XIII el 24 de mayo de 1900, hace exactamente 125 años, “hemos venido a pedir al Papa que bendiga nuestro cuadro de Santa Rita y le regale unas rosas rojas”.

En presencia de numerosos obispos y de los cardenales Gualtiero Bassetti, Américo Manuel Alves Aguiar y John Ribat, León XIV abrió la catequesis anunciando la continuación del ciclo de catequesis jubilar sobre el tema “Cristo, nuestra esperanza”, inaugurado por el Papa Francisco el pasado 18 de diciembre, en vísperas del Año Santo, y reanudando la reflexión “sobre las parábolas de Jesús, que nos ayudan a redescubrir la esperanza”. El mismo Bergoglio, en su última catequesis, el 16 de abril, había iniciado de hecho la reflexión sobre las parábolas, después de haber dedicado previamente ocho catequesis a la infancia de Jesús y cuatro a los encuentros del mismo narrados en los Evangelios. Y los pensamientos del Papa Prevost se dirigieron al Pontífice argentino, el trigésimo día después de su muerte. Han transcurrido casi cien días desde la última Audiencia general pública, en la que el predecesor se encontró con los fieles en el Aula Pablo VI, el 12 de febrero, dos días antes de ser ingresado en el Hospital Gemelli.

Y para recordar a Francisco, en el próximo décimo aniversario de la Laudato si’, la carta encíclica sobre el cuidado de la Casa común promulgada el 24 de mayo de 2015, llegó desde la República Checa el ministro de Medio Ambiente, Petr Hladik. Acompañado por su adjunto y embajador ante la Santa Sede, Pavel Svoboda, donó a León XIV una cruz realizada con material reciclado por voluntarios de Cáritas de Broumov. También pidió al Papa que bendijera una placa conmemorativa para la creación de un área paisajística protegida y la primera piedra de una capilla dedicada a Santiago, que se construirá enteramente de madera en Zubcice, donde todavía no hay ningún lugar de culto.

También fue significativa la participación en la Audiencia del padre Rifat Bader, procedente de Jordania: tierra de esperanza para la promoción de la paz, la justicia y el diálogo interreligioso. El sacerdote dirige el Centro Católico de Estudios y Medios de Comunicación de Ammán, afiliado al Patriarcado Latino de Jerusalén, y el sitio web abouna.org, una red en árabe e inglés, con comentarios y artículos de Oriente Medio. «Desde su primer discurso», afirmó el padre Bader, «y luego hoy, con el vibrante llamamiento a favor de Gaza, León XIV ha puesto en el centro la promoción de la paz basada en el diálogo entre las naciones y las comunidades de fe, mediante la construcción de puentes, expresión esta última en continuidad con Bergoglio».

Entre los últimos en despedirse del Papa Prevost estuvo su hermano agustino Paolo Benedik, Prior de la comunidad de la sacristía vaticana durante trece años —hasta septiembre del año pasado— y hoy en Košice, Eslovaquia. «La serenidad y la tranquilidad son las características que más nos impactan y que hacen de León XIV un hombre de diálogo», afirmó, subrayando cómo «colocó inmediatamente la defensa de la dignidad humana y de la familia como requisito fundamental para la construcción de la paz, desarmada y desarmante, como nos decía». Además, añade Benedicto, está “reforzando las enseñanzas sociales de la Iglesia formuladas por León XIII a finales del siglo XIX y principios del XX”. Y hoy, concluye el agustino, «en conjunción con la nueva revolución industrial ligada a los desarrollos de la inteligencia artificial, su figura de hombre de unidad y armonía será importante también para el respeto de los recursos humanos».



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