Siria, la recuperación de Palmira diez años después del Estado Islámico


La ciudad vive ahora una dramática realidad llena de minas y artefactos sin explotar que ponen en riesgo la vida de los ciudadanos que quieren regresar a lo que queda de sus hogares. El director de la ONG Halo Trust, involucrada en el desminado: es necesario seguir los estándares internacionales para evitar la “negligencia criminal”.

Francesca Merlo – Ciudad del Vaticano

Diez años después de la destrucción de la ciudad siria de Palmira, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, reducida a escombros por el Estado Islámico, que la ocupó durante aproximadamente un año, este bullicioso centro de la antigua Ruta de la Seda sufre hoy el legado mortal de la guerra civil en forma de minas terrestres y artefactos sin explotar que ensucian sus escombros y el desierto que la rodea. Y las vidas de cualquiera que desee regresar, tras un nuevo amanecer político, están amenazadas. Damian O’Brien es el Director de Operaciones de Halo Trust en Siria, una organización humanitaria no gubernamental involucrada principalmente en la limpieza de minas terrestres y otros restos explosivos de conflicto. Explica que hasta el momento no se ha realizado una identificación de minas, artefactos explosivos y otros restos de guerra, ni mucho menos un mapeo de su posible ubicación, pero sí hay una serie de incidentes que afectan a personas que intentan regresar a la ciudad, cuya zona aún no ha sido relevada.

La dificultad de la recuperación

Palmira, un centro de herencia siria, ha proporcionado muchos empleos en el pasado y, explica O’Brien, “como muchos lugares en Siria, tendrá que ser reasentada y reconstruida, lo que llevará mucho tiempo”. La experiencia que nos espera es desalentadora: la propiedad privada y la infraestructura, como en gran parte del país, están en ruinas. “El regreso es un desafío que desalienta a muchos sirios”, añadió O’Brien, también porque muchos residentes, después de haber pasado años en el extranjero, pueden dudar en regresar sin garantías de estabilidad, trabajo o servicios básicos. A diferencia de Alepo, donde algunas zonas aún son habitables, la ciudad moderna de Palmira es completamente inhabitable. Pero, más allá de la reconstrucción, la batalla más importante a afrontar es la de remover los restos letales que quedaron en su suelo.


La limpieza de minas terrestres y otros restos explosivos de conflicto   (The HALO Trust)

Situada en el desierto, a medio camino entre la capital Damasco y la frontera iraquí, Palmira está rodeada de vastas zonas escasamente pobladas y contaminadas por minas y artefactos explosivos. A diferencia del noroeste del país, donde los frentes han sido claramente trazados y mapeados por el ejército sirio, el centro y el este de Siria presentan un panorama más complejo. “En los alrededores de Palmira”, explica el director de Halo Trust, “el control ha pasado de manos de diferentes grupos armados. No hemos visto mapas de estas zonas, por lo que la vigilancia será mucho más difícil”.

Por lo tanto, a falta de documentos claros, será necesario evaluar cuidadosamente cada trozo de tierra. “No todos los dispositivos explotan como se espera”, describe O’Brien. “Aún podría haber granadas, morteros e incluso armas lanzadas desde el cielo ocultas en casas y edificios”. Sin una limpieza exhaustiva, cualquiera que decida regresar corre el riesgo de sufrir una violencia similar a aquella de la que huyó hace diez años.

Los dramáticos accidentes

“Algunas personas han perdido la vida, otras manipulan explosivos sin entrenamiento, con el equipo inadecuado, y este es el camino al desastre”. Las detecciones y limpiezas deben realizarse de acuerdo con las normas internacionales; tomar atajos pondría a los civiles en grave riesgo, lo que además de ser peligroso, “constituiría negligencia criminal”. Pero en realidad, hay una urgencia que ya no se puede posponer: las familias, por diversos motivos, están tratando de regresar a las zonas que todavía están contaminadas. Los recursos limitados disponibles para los desminadores no garantizan que puedan llegar a los dispositivos antes que las personas. Y la tasa de accidentes en este momento, advierte O’Brien, “es horrible”.


Palmira (foto de Halo Trust)   (The HALO Trust)

Armas pesadas

El compromiso de Halo Trust se basa en el empoderamiento de los propios sirios para liderar el esfuerzo de limpieza. Continuamos con la formación de los equipos locales y su equipamiento. Sin embargo, se necesitan “substanciales fondos, recursos y garantías de seguridad”, así como una formación “que dure semanas, si no meses”, lo que también requiere el apoyo de las autoridades locales. «El gobierno de Damasco», continuó O’Brien, «ha sido de gran ayuda. El plan de la organización es movilizar rápidamente equipos en gran parte del país. Es la única manera de que la recuperación sea sostenible».

Además de las minas y las infames bombas de racimo, el mayor peligro para los civiles también lo representan las armas pesadas desprotegidas que, si cayeran en manos equivocadas, podrían “reavivar el conflicto”. Cuando llegó a Siria en diciembre pasado, las cunetas estaban llenas de «restos militares, como tanques, misiles y baterías de cohetes. Algunos de ellos ya se han retirado, pero muchos siguen ahí».


La limpieza de minas terrestres y otros restos explosivos   (The HALO Trust)

Esperanza en la reconstrucción

Lo que hace esperar que pronto podamos salir de este peligro es la voluntad de los sirios de reconstruir su país, decididos a realizar el trabajo ellos mismos. Hoy, lo que más se necesita es “inversión y confianza”, concluye O’Brien con cauto optimismo, subrayando cómo, a pesar de estar cansados ​​por los últimos 15 años de guerra, “los sirios siguen en pie” y cómo, con el apoyo adecuado, los campos minados, como las heridas de la propia guerra, podrían un día quedar enterrados para siempre.



Source link

Related posts

No al rearme, que se respete el derecho humanitario

León XIV: Sean custodios de la memoria y constructores de la unidad

La tradición chilena del Cuasimodo, llevando la comunión a las comunidades