León XIV puede ayudar mucho en la relación con el régimen de Ortega en Nicaragua, dice sacerdote en el exilio


Un sacerdote nicaragüense que vive en el exilio accedió a hablar con ACI Prensa bajo la condición de mantener su identidad en el anonimato, buscando protegerse a sí mismo y a su familia de posibles represalias del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

En esta entrevista exclusiva, comparte su experiencia de vivir lejos de su tierra natal y detalla cómo la Iglesia Católica sobrevive en medio de una persecución sistemática y creciente, mientras expresa su esperanza en que el Papa León XIV pueda “ayudar mucho” para mejorar la tensa relación entre la Iglesia y el Estado en el país centroamericano. 

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Su testimonio revela la realidad de un pueblo bajo vigilancia constante, donde el miedo y la represión son parte del día a día, y la valentía de quienes continúan su labor pastoral a pesar de las adversidades.

Desde 2018, la persecución contra la Iglesia en el país se agudizó, después de que los sacerdotes apoyaran al pueblo que protestó masivamente en las calles, protestas que fueron reprimidas duramente por la policía nicaragüense. En estos años, la dictadura ha cerrado universidades, congelado las cuentas bancarias de diversas instituciones de la Iglesia, expulsado sacerdotes y religiosas, despojado de su personería jurídica a miles de ONGs, entre muchos otros atropellos. Con este panorama, el sacerdote comparte su testimonio desde el exilio. 

ACI Prensa: ¿Cómo ve al Papa León XIV en relación a la difícil situación de Nicaragua?

Sacerdote: Con el Papa Francisco, el gobierno de Nicaragua rompió relaciones con el estado Vaticano. De hecho Nicaragua actualmente no tiene presencia de nuncio apostólico y, aunque Rosario Murillo es dizque cristiana socialista y solidaria, no tiene nada ni de lo uno ni de lo otro. El Cardenal Prevost fue uno de los que señaló en una carta [n.d.r. de los obispos del Perú en 2002 cuando Robert Prevost era vicepresidente del episcopado] las graves situaciones que se estaban viviendo en Nicaragua, y el apoyo que daba en su momento a Monseñor Rolando Álvarez. Creo que siempre hay posibilidad para el cambio. La relación Iglesia-Estado actualmente es muy tensa, pero creo que el Papa León puede ayudar mucho.

ACI Prensa: ¿Cómo sobrevive la Iglesia en Nicaragua si las cuentas están congeladas?

Sacerdote: Cuando comenzaron a congelar las cuentas pensaron que iban a silenciar o eliminar la acción de la Iglesia. Sí, es cierto que fue un gran golpe, pero la Iglesia en Nicaragua no se sostiene con dinero, la Iglesia en Nicaragua se sostiene por la presencia y la acción pastoral de los sacerdotes en todas las comunidades. Robaron los fondos de retiro de los sacerdotes y todo tipo de cuenta que tenía que ver con la acción social de la Iglesia, y ahora sobreviven de la caridad, de la generosidad, y en algunos casos de los ingresos que hay por las colectas en las parroquias. Pienso que la situación más difícil la han vivido las religiosas desde un principio, porque su acción se vio limitada. Cuando les cancelaron sus personerías jurídicas, les quitaron sus fondos y las expulsaron. Ellas se han visto en una persecución sino igual, peor que nosotros.

ACI Prensa: ¿Quiénes sufren persecución además de la Iglesia Católica?

Sacerdote: Desde hace aproximadamente unos cinco o seis meses en Nicaragua ha venido organizándose esta nueva estructura paramilitar que ellos llaman policías voluntarios y que están encapuchados. Entonces uno no sabe, como ciudadano de a pie, si la persona que tengo al lado es alguien que informa directamente al gobierno. Esto crea mayor estrés y miedo. Y pueden apresarte en cualquier momento, basta que tengan las mínimas sospecha y vas para adentro. En Nicaragua se huele el miedo: hablar del gobierno es como tocar una víbora. Sabes que está, pero lo mejor es no meterse con ellos.

ACI Prensa: Hay denuncias sobre vigilancia constante y asedio contra los sacerdotes por parte de la policía. ¿Le pasó? ¿Puede contar qué le hacían?

Sacerdote: La policía, bajo el pretexto de protección, empezó a dar cobertura directa (reglaje) a las parroquias. Primero atendiendo procesiones y eventos, y luego fueron investigando más sobre la vida pastoral, personal y familiar de los sacerdotes. En una ocasión llegó a mi parroquia un policía y me indicó que ya no se podían hacer las procesiones, que no estaba permitido y que cualquier evento que pudiéramos realizar que involucrara aglomeración de gente, lo evitáramos. Se cancelaron retiros; y el Ministerio de Educación prohibió a los colegios hacer excursiones escolares. Han llegado a nuestras parroquias, gente de inteligencia, vestidos de civil, CPC (consejos del poder ciudadano) a grabar nuestras homilías, gentes del gobierno infiltrada dentro de los grupos pastorales con el propósito de obtener información sobre lo que nosotros hacemos, creyendo que buscamos hacer algo contra su estructura. Y esto puede pasar en cualquier momento del día.

ACI Prensa ¿Es posible el diálogo con la dictadura de Nicaragua?

Sacerdote: El Señor puede mover los corazones y no descarto una posibilidad. Sin embargo, se ve a todas luces que el gobierno dictatorial de Nicaragua encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo no tiene la intención mínima de conversar con nadie. Cualquier organización externa que señale comportamientos incorrectos o informes manipulados por parte del gobierno, inmediatamente el gobierno corta relaciones con ellos, al punto que hoy Nicaragua prácticamente está sólo en unas cuantas organizaciones internacionales como la ONU, la FIFA, y alguna que otra más. Si hubiera un diálogo en Nicaragua, tendrían que darse condiciones, cosas que hoy no hay.

ACI Prensa: ¿Cómo pueden ayudar los católicos del mundo a Nicaragua?

Sacerdote: La primera gran ayuda que los católicos del mundo pueden ofrecer a Nicaragua es la oración. La Iglesia, a lo largo de los siglos, siempre se ha visto perseguida y es la oración la que ayuda a mantener la fe del pueblo y la esperanza en las promesas del Señor. Pienso también que los católicos del mundo pueden aportar divulgando y transmitiendo todo lo que se vive en nuestro país, para que pueda llegar a autoridades, organizaciones que pudieran ayudar a generar un cambio positivo. En Nicaragua no queremos cambiar una dictadura por otra, como erróneamente lo hemos venido haciendo. En Nicaragua queremos paz auténtica, desarrollo auténtico, libertad verdadera, la posibilidad de crecer sin una ideología política, impuesta u obligada.

ACI Prensa: ¿Cómo es la vida en el exilio para un sacerdote nicaragüense?

Sacerdote: No sales por tu voluntad, te ves obligado a hacerlo. No es la asignación que tu obispo te da, no es un mandato que tú asumes desde la experiencia de la fe y de tu convicción sacerdotal. Esto es algo que te imponen y que debes hacerlo, lo quieras o no. Gracias a Dios, las puertas de muchas diócesis del mundo están abiertas para los sacerdotes nicaragüenses que tienen que salir. Eso es una gran bendición, que a pesar de todo lo que se vive, sabemos que Dios está con nosotros. Estar fuera es doloroso, saber que no puedes regresar a tu país de origen por el capricho del que gobierna causa insatisfacción. Yo no puedo volver a mi país. Yo no he cometido un delito. Lo único que he hecho como sacerdote es servir a Dios y al pueblo, cumpliendo mi vocación y siendo fiel a la verdad. Pero quiero aclarar que a pesar de estar fuera y extrañar mi país que me fue arrancado a la fuerza, quiero decir también que se siente paz, se siente libertad: no estás pendiente de si alguien te está vigilando, no estás preocupado si mandas un mensaje, no estás pensando que pueden venir a quitarte tu teléfono y llevárselo para revisar como ha sucedido muchas veces. Duermes tranquilo, comes en paz.

Es una paz que se vive a la distancia. Y que esperamos un día poderla vivir en nuestra tierra, con nuestra gente, con nuestras familias. Si los sacerdotes no hablan en Nicaragua, muchas veces también es por el tema de proteger a su familia. El gobierno hoy por hoy está confiscando todo, por sospecha, porque eres enemigo, o por cualquier cosa. Cualquier paso en falso es un error fatal.





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