Al presidir este sábado 7 de junio la Vigilia de Pentecostés en la Plaza de San Pedro del Vaticano, en el marco del Jubileo de movimientos, asociaciones y nuevas comunidades, el Papa León XIV aseguró que “en un mundo quebrantado y sin paz el Espíritu Santo nos educa a caminar juntos”
El Santo Padre llegó a una Plaza de San Pedro colmada de fieles y peregrinos cerca de las 20:00 horas (hora de Roma) para presidir esta vigilia por primera vez en su pontificado, tras su elección el 8 de mayo.
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Al inicio de la liturgia se cantó el Veni creator Spiritus (Ven, Espíritu Creador), mientras representantes de los movimientos, asociaciones y nuevas comunidades se acercaron al cirio pascual, tomando siete lámparas encendidas.
Al iniciar su homilía, León XIV recordó que “el Espíritu creador, que hemos invocado con el canto —Veni creator Spiritus—, es el Espíritu que descendió sobre Jesús, el protagonista silencioso de su misión: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí’”.
“Pidiéndole que visite nuestras mentes, multiplique los lenguajes, encienda los sentidos, infunda el amor, reconforte los cuerpos y done la paz, nos hemos abierto a acoger el Reino de Dios”, expresó.
El Papa subrayó que “es esta la conversión según el Evangelio: encaminarnos hacia el Reino que ya está cerca. En Jesús vemos y de Jesús escuchamos que todo se transforma, porque Dios reina, porque Dios está cerca”.
“En esta vigilia de Pentecostés nos encontramos íntimamente vinculados por la proximidad de Dios, por su Espíritu que une nuestras historias a la de Jesús. Estamos involucrados en las cosas nuevas que Dios hace, para que su voluntad de vida se cumpla y prevalezca sobre la voluntad de muerte”, aseguró.
“Colmados con un Espíritu de unidad”
El Santo Padre señaló luego que “el Bautismo y la Confirmación, queridos hermanos y hermanas, nos han unido a la misión transformadora de Jesús, al Reino de Dios”.
“Como el amor nos hace familiar el olor de una persona querida, así reconocemos esta noche los unos en los otros el perfume de Cristo. Es un misterio que nos sorprende y nos hace pensar”, dijo.
“En Pentecostés María, los Apóstoles, las discípulas y los discípulos que con ellos fueron colmados con un Espíritu de unidad, que radicaba para siempre sus diversidades en el único Señor Jesucristo. No muchas misiones, sino una única misión. No introvertidos y belicosos, sino extrovertidos y luminosos”, resaltó.
El Papa señaló además que “esta Plaza de San Pedro, que es como un abrazo abierto y acogedor, expresa magníficamente la comunión de la Iglesia, experimentada por cada uno de ustedes en las distintas experiencias asociativas y comunitarias, muchas de las cuales representan frutos del Concilio Vaticano II”.
“Dios no es soledad”
Al recordar la tarde en la que fue elegido Papa, el 8 de mayo, dijo: “mirando con conmoción al pueblo de Dios aquí reunido, recordé la palabra ‘sinodalidad’, que expresa felizmente el modo en el cual el Espíritu modela la Iglesia”.
“En esta palabra resuena el syn —que quiere decir con— que constituye el secreto de la vida de Dios”, destacó, precisando que “Dios no es soledad. Dios es ‘con’ en sí mismo —Padre, Hijo y Espíritu Santo— y es Dios con nosotros”.
“Al mismo tiempo, sinodalidad nos recuerda el camino —odós— porque donde está el Espíritu hay movimiento, hay camino. Somos un pueblo en camino. Esta conciencia no nos aleja, sino que nos sumerge en la humanidad, como levadura en la masa, que la fermenta toda”.
León XIV subrayó que “el año de gracia del Señor, del que es expresión el Jubileo, tiene en sí este fermento. En un mundo quebrantado y sin paz el Espíritu Santo nos educa a caminar juntos. La tierra descansará, la justicia se afirmará, los pobres se alegrarán y la paz volverá si dejamos de movernos como predadores y comenzamos a hacerlo como peregrinos”.
“Ya no cada uno por su cuenta, sino armonizando nuestros pasos con los pasos de los demás. No consumiendo el mundo con voracidad, sino cultivándolo y custodiándolo, como nos enseña la Encíclica Laudato si’”.
“Dios ha creado el mundo para que nosotros estuviésemos juntos”
Dirigiéndose más directamente a las distintas realidades eclesiales reunidas en la Plaza de San Pedro, el Papa les recordó que “Dios ha creado el mundo para que nosotros estuviésemos juntos. ‘Sinodalidad’ es el nombre eclesial de esta conciencia”.
“Es el camino que pide a cada uno reconocer la propia deuda y el propio tesoro, sintiéndose parte de una totalidad, fuera de la cual todo se marchita, incluso el más original de los carismas”, señaló.
“Miren: toda la creación existe sólo en la modalidad del existir juntos, a veces peligroso, pero aun así juntos siempre”, dijo, subrayando que “esto que nosotros llamamos ‘historia’ toma forma sólo en la modalidad de reunirse, de una convivencia, frecuentemente en medio de disensos, pero aun así una convivencia. Lo contrario es mortal y desgraciadamente está ante nuestros ojos cada día”.
“Que sus agregaciones y comunidades sean entonces lugares donde se practique la fraternidad y la participación, no sólo en cuanto lugares de encuentro, sino en cuanto lugares de espiritualidad”.
León XIV a los movimientos, asociaciones y nuevas comunidades: Estén “cerca de sus obispos”
El Papa precisó entonces que la evangelización “no es una conquista humana del mundo, sino la infinita gracia que se difunde a través de vidas transformadas por el Reino de Dios. Es el camino de las bienaventuranzas, un itinerario que recorremos juntos”.
“La evangelización es obra de Dios —reiteró— y, si a veces pasa a través de nuestras personas, es por los vínculos que hace posible”.
Por eso, alentó a los movimientos, asociaciones y nuevas comunidades a estar “profundamente ligados a cada una de las Iglesias particulares y a las comunidades parroquiales donde alimentan y gastan sus carismas”.
“Cerca de sus obispos y en sinergia con todos los otros miembros del Cuerpo de Cristo actuaremos, entonces, en armoniosa sintonía”, resaltó.
“Los desafíos que la humanidad enfrenta serán menos espantosos, el futuro será menos oscuro, el discernimiento menos difícil, si juntos obedeciéramos al Espíritu”, aseguró.