El fraile Clodovis Boff escribió una carta abierta a los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), que se reunieron en asamblea, preguntando: “¿Qué buena nueva leí ahí? Perdónenme la franqueza: Ninguna. Ustedes, obispos del Celam, repiten siempre la misma cantaleta: social, social y social. Y eso desde hace más de cincuenta años”.
“Queridos hermanos mayores, ¿no ven que esa música ya cansó?”, preguntó el fraile de la Orden de los Siervos de María, en reacción al documento final de la 40ª Asamblea General Ordinaria del Celam, celebrada del 26 al 30 de mayo en la Arquidiócesis de Río de Janeiro (Brasil).
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“¿Cuándo nos darán buenas nuevas de Dios, de Cristo y de su Espíritu? ¿De la Gracia y de la Salvación? ¿De la Conversión del corazón y de la Meditación de la Palabra? ¿De la Oración y de la Adoración, de la Piedad hacia la Madre del Señor y de otros temas semejantes? En fin, ¿cuándo nos enviarán un mensaje verdaderamente religioso, espiritual?”
Clodovis Boff fue, junto a su hermano Leonardo Boff, uno de los pensadores más importantes de la Teología de la Liberación. Sin embargo, en 2007 publicó en la edición 68 de la Revista Eclesiástica Brasileña el artículo Teología de la Liberación y Vuelta al Fundamento. Allí decía que “el error de la teología de la liberación realmente existente fue haber puesto a los pobres en el lugar de Cristo, haciéndolos un fetiche y rebajando a Cristo a mero coadyuvante; cuando Cristo hizo lo contrario: se puso en el lugar de los pobres, para hacerlos partícipes de su dignidad divina”.
La carta, escrita el pasado 13 de junio, fiesta de San Antonio de Padua, doctor de la Iglesia, fue enviada “en primer lugar al presidente general del Celam”, Cardenal Jaime Spengler, Arzobispo de Porto Alegre (Brasil), y “a todos los presidentes de los Celam regionales”, dijo el fraile Clodovis Boff a ACI Digital, agencia en portugués de EWTN News.
Boff dijo a los obispos que se atrevió a escribirles “porque desde hace mucho tiempo” ve “consternado, repetidas señales de que nuestra amada Iglesia está corriendo un peligro realmente grave: el de alienarse de su esencia espiritual, para daño de sí misma y del mundo”.
“Cuando la casa está en llamas, cualquiera puede gritar”, dijo Boff. Después de haber leído el mensaje del Celam, algo que dijo haber sentido hace casi 20 años volvió a él, cuando, “no pudiendo soportar más los repetidos equívocos de la teología de la liberación, surgió desde el fondo del alma tal ímpetu” y dijo: “¡Basta! Tengo que hablar”.
“Fue bajo el impacto de una moción interior análoga que redacté la presente carta, esperando que en ella el Espíritu Santo haya tenido alguna parte”, resaltó. “Hasta ahora sólo recibí la reacción de Don Jaime, presidente del Celam y también de la CNBB”, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, dijo el fraile a ACI Digital.
Según Boff, el Cardenal Jaime Spengler, que fue su “alumno allá por los años 80 en Petrópolis”, “se mostró acogedor de la carta, apreciando el hecho de que yo haya expresado mi pensamiento, que puede ayudar a revisar los caminos de la Iglesia en nuestra América”.
Boff escribe en su carta que, al leer el documento de la asamblea del Celam, le vino a la “mente la palabra de Cristo: Los hijos piden pan y ustedes les dan una piedra (Mt 7,9)”.
Para Boff, “el propio mundo secular está harto de secularidad y parte en busca de espiritualidad”, pero los obispos del Celam “siguen ofreciéndoles lo social y aún lo social; de lo espiritual, casi sólo migajas”.
“Y pensar que ustedes son depositarios de la mayor riqueza, aquella que el mundo más necesita y que, sin embargo, de cierta forma, le niegan”, escribe el fraile.
“Las almas piden lo sobrenatural, y ustedes insisten en darles lo natural. Esa paradoja se nota incluso en las parroquias: mientras los laicos se complacen en mostrar señales de su identidad católica (cruces, medallas, velos, blusas con estampas religiosas), sacerdotes y religiosas van en sentido contrario y aparecen sin ningún signo distintivo”.
En su Mensaje a la Iglesia que peregrina en América Latina y el Caribe, los obispos del Celam escribieron que la 40ª Asamblea “ha sido un espacio de discernimiento, oración y fraternidad episcopal”, en el cual compartieron “las luces y sombras” de sus “realidades, los clamores” de sus “pueblos y el anhelo de una Iglesia que sea casa y escuela de comunión”.
“[Somos] conscientes de los desafíos actuales que nos afectan como región latinoamericana y caribeña: la persistencia de la pobreza y desigualdad creciente, la violencia impune, la corrupción, el narcotráfico, la migración forzada, el debilitamiento de la democracia, el clamor de la tierra, la secularización, entre los más comunes”, expresaron los obispos.
Boff respondió: “Ustedes dicen, sin ninguna vacilación, que oyen los ‘clamores’ del pueblo y que están ‘conscientes de los desafíos’ de hoy. Pero, ¿su escucha llega hasta el fondo? ¿No se queda en la superficie?”.
“Leo su lista de ‘clamores’ y ‘desafíos’ de hoy y veo que no pasa de lo que observan los periodistas y los sociólogos más ordinarios. ¿No oyen los reverendísimos que, desde el ‘mundo profundo’, se levanta hoy un formidable grito por Dios? ¿Un grito que hasta muchos analistas seculares oyen? ¿Y no es acaso para escuchar ese grito y darle una respuesta, la respuesta verdadera y plena, que la Iglesia y sus ministros existen?”.
“Para los ‘clamores sociales’, están ahí los gobiernos y las ONG. La Iglesia, sin duda, no puede quedarse fuera de ese juego. Pero no es ella, en ese campo, la protagonista. Su campo propio de acción es otro y más alto: responder precisamente al ‘clamor por Dios’”, resaltó.
“Progresistas” o “tradicionalistas”
Clodovis aseguró en su carta saber que los obispos “son día y noche acosados por la opinión pública para definirse como ‘progresistas’ o como ‘tradicionalistas’, ‘de derecha’ o ‘de izquierda’”. “En esto San Pablo es categórico”, escribió, citando: Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios (1Cor 4,1).
“No está de más recordar” que “la Iglesia es, antes y por encima de todo, ‘Sacramento de salvación’ y no una simple institución social, progresista o no”, dijo el fraile.
“Ella existe para anunciar a Cristo y su gracia. Ahí está su foco central, su compromiso mayor y perenne. Todo lo demás viene después”, destacó el religioso.
“Disculpen, queridísimos, si estoy aquí recordando lo que ya saben. Pero, ¿por qué entonces todo eso no aparece en su mensaje y en los escritos del Celam en general? De su lectura, se saca casi inevitablemente la conclusión de que la gran preocupación de la Iglesia hoy, en nuestro continente, no es la causa de Cristo y de su salvación, sino, antes, las causas sociales, como la justicia, la paz y la ecología, que ustedes en su mensaje citan, como otro estribillo”.
El fraile aún observó que “la propia carta que el Papa León envió al Celam, en la persona de su presidente, habla con todas las letras de la ‘necesidad urgente de recordar que es el Resucitado quien protege y guía a la Iglesia, reavivándola en la esperanza, etc.’”.
“Recuerda aún el Santo Padre que la misión propia de la Iglesia es, en palabras de él mismo, ‘salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas, para anunciarles el mensaje de salvación de Cristo Jesús’”, dijo Boff. “Sin embargo, ¿cuál fue la respuesta que los venerables hermanos dieron al Papa? En la carta que le escribieron, no hay ningún eco de esas advertencias papales. Antes, ustedes le piden que los ayude, no a mantener viva en la Iglesia la memoria del Resucitado; no a anunciar a los hermanos la salvación en Cristo, sino, sí, a apoyarlos en su lucha para ‘incentivar la justicia y la paz’ y para ‘sostenerlos en la denuncia de toda forma de injusticia’. En suma, lo que ustedes hicieron sentir al Papa fue la vieja cantaleta: ‘social, social…’, como si él, que trabajó entre nosotros por décadas, nunca la hubiera oído”.
Boff se refiere al hecho de que el Papa León XIV fue misionero y obispo en Perú y, por tanto, conoce tanto la realidad social de América Latina como los varios tipos de teología y pastoral que se practican en el continente.
“Dirán ustedes: Pero esas son verdades supuestas, que no es necesario repetir todo el tiempo. No, queridísimos; necesitamos, sí, repetirlas, con renovado fervor, todos los santos días, si no, se pierden”, escribió Boff al Celam.
“Si no fuera necesario siempre volver a decirlas, ¿por qué entonces el Papa León se las recordó? Sabemos lo que sucede cuando un hombre da por descontado el amor de su esposa y no se preocupa en alimentarlo. Eso vale infinitamente más en relación a la fe y al amor a Cristo”.
El religioso señala, en su carta, que “no falta” en el mensaje del Celam “el vocabulario de la fe” como Dios, Cristo, evangelización, resurrección, Reino, misión, esperanza, pero, para él, son “palabras puestas ahí de modo genérico”, porque “no se ve en ellas nada de un claro contenido espiritual” y “hacen, más bien, pensar en el acostumbrado estribillo ‘social, social y social’”.
“Tomen, por favor, las dos primeras palabras, palabras clave, y más que elementales, de nuestra fe: ‘Dios’ y ‘Cristo’. En cuanto a ‘Dios’ no lo citan por sí mismo ninguna vez”, escribe el fraile, sino “sólo lo refieren en las expresiones estereotipadas ‘Hijo de Dios’ y ‘Pueblo de Dios’. Hermanos, ¿no es para asombrarse?”.
El nombre de Cristo, “sólo aparece dos veces, y ambas sólo de pasada”, observa Boff.
Clodovis dijo que los obispos “declaran” y “con razón, que quieren una Iglesia que sea ‘casa y escuela de comunión’, y, además, ‘misericordiosa, sinodal y en salida’” y dice que “una Iglesia que no tiene a Cristo como su razón de ser y hablar, no pasa, en la expresión del Papa Francisco, de una ‘ONG piadosa’”.
“¿Pero no es por ahí por donde va nuestra Iglesia? Menos mal es cuando, en vez de irse hacia los sin religión, los católicos se hacen evangélicos. En todos los casos, nuestra Iglesia pierde sangre. Lo que más se ve por ahí son iglesias vacías, seminarios vacíos, conventos vacíos”, relató el fraile.
“En nuestra América, ya siete u ocho países no cuentan más con la mayoría católica. El propio Brasil se encamina a ser ‘el mayor país ex-católico del mundo’, en palabras de un conocido escritor patrio”, dijo el religioso refiriéndose al dramaturgo, escritor y periodista Nelson Rodrigues. “No parece, sin embargo, que esa caída continua preocupe tanto a los venerables hermanos”.
El religioso incluso dice que el mensaje del Celam afirma que la Iglesia en América Latina “sigue latiendo con fuerza” y que existen “semillas de resurrección y esperanza”, y pregunta: “Pero, ¿dónde están, queridos obispos, esas ‘semillas’? No parece que estén en lo social, como ustedes podrían imaginar, sino en lo religioso. Están especialmente en las parroquias renovadas, así como en los nuevos Movimientos y Comunidades”.
“Todas esas expresiones de espiritualidad y evangelización” son “la parte eclesial que más llena nuestras iglesias (y el corazón de los fieles)”, escribió. “Es ahí, en ese semillero espiritual, donde está el futuro de nuestra Iglesia. Señal elocuente de ese futuro es que, mientras en lo social, actualmente, casi sólo se ven ‘cabezas blancas’, en lo espiritual se constata la carrera en masa hacia allí de los jóvenes de hoy”.
“Sin el fermento de una fe viva, la propia lucha social acaba pervirtiéndose: de liberadora se vuelve ideológica y finalmente opresora”, subrayó Boff. “Es la lúcida y grave advertencia que hizo San Pablo VI (en la Evangelii nuntiandi. 35,2) a propósito de la ‘teología de la liberación’ entonces naciente (advertencia de la cual esa teología, por lo que parece, no sacó provecho alguno)”.
¿Hacia dónde quiere el Celam “llevar nuestra Iglesia”?
“Queridos hermanos mayores, permítanme preguntarles: ¿Hacia dónde quieren llevar nuestra Iglesia?”, pregunta Clodovis. Los obispos “hablan mucho del ‘Reino’, ‘pero ¿cuál es el contenido concreto de su ‘Reino’?”, pregunta el fraile en su carta abierta.
“Ya que hablan tanto de construir la ‘sociedad justa y fraterna’ (otro de sus estribillos), puede pensarse que esa sociedad sea el contenido central del ‘Reino’ evocado. No ignoro el grano de verdad que hay ahí. Sin embargo, del contenido principal del ‘Reino’, es decir, del Reino presente, tanto en los corazones hoy, como en la consumación mañana, los reverendísimos nada dicen”, observó.
“En su discurso, no se ve ninguna escatología. Es verdad: ustedes hablan dos veces de ‘esperanza’, pero de un modo tan indefinido, que, dado el sesgo social de su mensaje, nadie, al oír tal palabra de sus bocas, levanta los ojos al cielo”.
“¿Por qué ese pudor de hablar, alto y claro, como hicieron tantos obispos del pasado, del ‘Reino de los cielos’ (y también del ‘infierno’), de la ‘resurrección de los muertos’, de la ‘vida eterna’ y de otras verdades escatológicas, que ofrecen tan grandes luces y fuerzas para las luchas del presente, además del sentido último de todo? No es que el ideal terrenal de una ‘sociedad justa y fraterna’ no sea bello y grande. Pero nada se compara con la Ciudad del cielo (Flp 3,20; Hb 11,10.16), de la cual felizmente somos, por nuestra fe, ciudadanos y obreros, y ustedes, por su ministerio episcopal, sus grandes ingenieros”.
“Es, por tanto, hora, y más que hora, de sacar a Cristo de la sombra y ponerlo en plena luz. Es hora de restituirle la primacía absoluta, tanto en la Iglesia ad intra (en la conciencia individual, en la espiritualidad y en la teología), como en la Iglesia ad extra (en la evangelización, en la ética y en la política)”, escribió Boff. “La Iglesia de nuestro continente necesita urgentemente volver a su verdadero centro, retornar a su ‘primer amor’”.
“Con esto, queridísimos, ¿les estaría pidiendo algo nuevo?”, preguntó Boff. “En lo absoluto. Sólo les estoy recordando la exigencia más evidente de la fe, de la fe ‘antigua y siempre nueva’: la opción absoluta por Cristo Señor, el amor incondicional por Él, requerido particularmente de ustedes, como Él lo hizo con Pedro (Jn 21,15-17)”.
Para el fraile, a los obispos “urge, pues, adoptar y practicar clara y decididamente un cristocentrismo fuerte y sistemático; un cristocentrismo verdaderamente ‘avasallador’, como se expresaba San Juan Pablo II” y “vivir un cristocentrismo abierto, que fermente y transforme todo: personas, Iglesia y sociedad”.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en ACI Digital.