En la Sala Pío XI del Palacio San Calixto se presentó la propuesta de crear la sociedad consorcial “Sette Pani”, con el objetivo de integrar las estructuras asistenciales de la Iglesia como “un solo cuerpo”. Intervino el cardenal secretario de Estado de la Santa Sede, quien instó a actuar a la luz de los cambios de época, marcados por “nuevas pobrezas de salud”.
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
Un renovado compromiso con la atención a los enfermos, misión esencial e irrenunciable de la Iglesia, se manifiesta hoy a través de sus centros sanitarios, cada vez más amenazados por procesos de privatización o incluso especulación. Estas situaciones generan una amarga reflexión sobre la “monetización venal del milenario compromiso de evangelización y caridad de la Iglesia”, lo que hace aún más urgente la necesidad de “hacer sistema”, de unirse como “un solo cuerpo”.
Este fue el mensaje expresado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, durante su participación el martes 24 de junio en un encuentro promovido por la Comisión Pontificia para las actividades del sector sanitario de las personas jurídicas públicas de la Iglesia, de la cual es presidente.
Nace la propuesta “Sette Pani”
El evento fue el marco para presentar la propuesta de creación de la red de colaboración “Sette Pani”, pensada para fortalecer y sostener las estructuras sanitarias de la Iglesia, en línea con los objetivos institucionales de la Comisión: proponer nuevos modelos de funcionamiento que aseguren el carisma y la sostenibilidad de las obras asistenciales eclesiales.
Contra la privatización y la especulación
En su discurso, el cardenal recordó que la Comisión Pontificia nació —en acuerdo con el Papa Francisco— como respuesta a un “grito de alarma” procedente de muchas instituciones sanitarias católicas. Según Parolin, sus crisis se resuelven a menudo mediante la “venta” de estructuras, un fenómeno que ha alcanzado niveles “impensables” en los últimos años. Algunas de estas terminan en manos privadas, incluso mediante maniobras especulativas.
“Lo que más me duele —admitió el cardenal— es tener que presenciar impotente la monetización de un compromiso secular de evangelización y caridad, sostenido durante generaciones por laicos y consagrados que dedicaron su vida a los enfermos con profesionalidad y misericordia humana”.
Defender el valor evangélico de las obras sanitarias
La Comisión actúa, entonces, para salvaguardar el valor evangélico y apostólico de las estructuras sanitarias, que es la razón misma de su existencia dentro de la Iglesia. Pero también tiene el reto de repensar y profundizar en una de las misiones esenciales de la comunidad eclesial: el cuidado de los enfermos, en un contexto de gran transformación social.
Nuevos desafíos para la salud
El panorama actual está marcado por nuevas pobrezas sanitarias, el envejecimiento de la población, la disminución de vocaciones religiosas y la creciente necesidad de que los laicos asuman la gestión de la mayoría de las obras socio-sanitarias. Estos desafíos se suman a otros ya conocidos: regionalización, burocracia, falta de atención personalizada y una menor defensa del valor de la vida.
Parolin recordó que las estructuras sanitarias deben respetar las normativas estatales, sin olvidar el objetivo de alcanzar una sostenibilidad económica responsable.
Datos del sistema sanitario católico en Italia
El cardenal subrayó la necesidad de establecer líneas guía para una gestión más eficaz y consciente. Según los datos de la Comisión, en colaboración con el Cerismas (Centro de Estudios en Gestión Sanitaria de la Universidad Católica de Milán), en Italia existen más de 350 estructuras sanitarias católicas, de las cuales más de dos tercios se dedican a la rehabilitación y la atención sociosanitaria, especialmente en Lombardía, Véneto, Toscana, Lacio y Apulia.
Se trata principalmente de centros pequeños y medianos, con notables dificultades de sostenibilidad debidas a carencias organizativas y directivas. El otro tercio corresponde a hospitales con más de 10.000 camas, que representan el 5,2% de la actividad sanitaria nacional. En total, el personal asciende a 29.000 personas, y supera los 50.000 si se suman las estructuras rehabilitativas.
Tejer redes
Estos números demuestran que la sanidad católica todavía representa una realidad importante y significativa, aunque frágil desde el punto de vista institucional. Parolin criticó que muchas personas jurídicas públicas de la Iglesia toman decisiones que no responden a criterios de sostenibilidad ni a la permanencia dentro del ámbito eclesial. Esa debilidad, dijo, no debe ser una excusa, sino un estímulo para unirse como un solo cuerpo, superando individualismos y resistencias.
La salud como anuncio
El cardenal evocó las palabras del Papa León XIV al Colegio Cardenalicio: “desaparecer para que solo quede Cristo; hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado; entregarse totalmente para que nadie quede sin la oportunidad de conocerlo y amarlo”.
En ese espíritu, concluyó Parolin, la labor sanitaria de la Iglesia es, ante todo, un anuncio de Cristo Salvador y Misericordioso.
De Italia al mundo
Don Marco Belladelli, coordinador de la Comisión, explicó a los medios vaticanos que las instituciones sanitarias interesadas en el proyecto “Sette Pani” están presentes en toda Italia, desde Bolzano hasta Santa Maria di Leuca y Sicilia.
La cooperativa busca fomentar colaboraciones, sinergias, complicidades y compartición de recursos, para que la sanidad católica trabaje en equipo frente a grupos sanitarios privados a menudo agresivos con las pequeñas realidades eclesiales.
Aunque por ahora el enfoque es nacional, el objetivo futuro es ampliarse a nivel internacional, especialmente en contextos más pobres y marginados. El modelo de referencia será precisamente “Sette Pani”.
Complicidad y desarrollo conjunto
El resto del encuentro se centró en mesas de trabajo, intervenciones y reflexiones sobre el papel de la entidad: un espacio de complicidad y cooperación para compartir proyectos, recursos y afrontar juntos los retos, construyendo un desarrollo común y brindándose mutuo auxilio en las dificultades.