El Obispo de Córdoba (España), Mons. Jesús Fernández, clausuró este jueves el año jubilar de San Pelagio con motivo del 1.100 aniversario de su martirio al rechazar, por amor a Dios, los intentos de Abderramán III de tener relaciones homosexuales con el niño.
El pequeño, con tan solo 10 años, se ofreció como rehén a cambio de su Hermogio, Obispo de Tuy (España), que había sido capturado en el año 925 y llevado a la corte del califa de Córdoba, donde años más tarde el líder musulmán se insinuó.
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La capilla del Seminario Mayor, que lleva el nombre del santo, ha acogido la Misa de clausura del año jubilar, celebrada en rito hispano-mozárabe, en la que se ha destacado que el patrono de la diócesis “ofrece un testimonio claro de confianza, oración, castidad y amor a la Iglesia”.
El prelado destacó los muchos frutos recibidos a lo largo de los años y, en especial, por “la vida cristiana y a la vocación sacerdotal de tantas generaciones de seminaristas”, al tiempo que resaltó de San Pelagio que “su único amor era el de Jesucristo, y no estaba dispuesto por nada del mundo a traicionar ese amor”.
“San Pelagio es primeramente un mártir de la fe, de la confianza en Jesucristo y en él encontramos una fe pura, auténtica, preciosa”, expresó Mons. Fernández, quien estimó que, de vivir en nuestro tiempo, San Pelagio sería un seminarista.
Antes de concluir su catequesis, el prelado exhortó a los seminaristas a cultivar la vida espiritual y eclesial en verano: “No hay vacaciones para el alma”, expresó, sino que hay que cuidar “el terreno espiritual, religioso, celebrativo, la lectura, la reflexión sobre lo que sucede a vuestro derredor y la situación de nuestro mundo, así como a las personas, enfermos y, especialmente, a los jóvenes”.