El Papa León XIV denunció violaciones del derecho internacional y humanitario en Gaza y Ucrania tras lamentar la “vehemencia diabólica” de la guerra y criticar las políticas de rearme.
En un discurso a la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO) —-el brazo operativo de la Santa Sede para dar asistencia a las Iglesias orientales– lamentó “la imposición de la ley del más fuerte” en estos territorios “en virtud de la cual se legitiman los propios intereses”.
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Y exclamó: “Es desolador ver que la fuerza del derecho internacional y del derecho humanitario ya no parece obligar, sustituida por el supuesto derecho a obligar a los demás con la fuerza. Esto es indigno del hombre, es vergonzoso para la humanidad y para los responsables de las naciones”.
Por otro lado, llamó a la comunidad internacional a evaluar las causas de estos conflictos. En concreto, instó a “verificar las verdaderas y a tratar de superarlas, y a rechazar las falsas, fruto de simulaciones emocionales y de retórica, desenmascarándolas con decisión”.
“La gente no puede morir a causa de noticias falsas”, denunció sin entrar a desvelar a qué tipo de informaciones se refería.
Y se preguntó: “¿Cómo se puede seguir traicionando los deseos de paz de los pueblos con la falsa propaganda del rearme, con la vana ilusión de que la supremacía resuelve los problemas en lugar de alimentar el odio y la venganza?”.
Dos días después de que los 32 miembros de la OTAN hayan firmado un compromiso para aumentar el gasto en Defensa hasta el 5% del Producto Interno Bruto (PIB) de los países miembros de aquí a 10 años, el Papa insistió en que el gasto en armas de defensa no es la solución para frenar los conflictos.
Dinero que va a parar a los bolsillos de los mercaderes de la muerte
“La gente es cada vez más consciente de la cantidad de dinero que va a parar a los bolsillos de los mercaderes de la muerte y con el que se podrían construir hospitales y escuelas; ¡y en cambio se destruyen los que ya están construidos!”, manifestó.
En la audiencia en el Vaticano, que tuvo lugar tras la la 98ª asamblea de la Roaco del martes y miércoles en la que se analizado la situación en Tierra Santa (especialmente en Gaza), Armenia, Siria, Etiopía, Ucrania y otros frentes en los que se centra la acción diplomática de la Santa Sede, participó el cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales y presidente de esta organización; además de algunos de los representantes de las agencias católicas que forman parte de Roaco.
En este sentido, León XIV lamentó “la ausencia física de quienes deberían haber venido de Tierra Santa, pero no han podido emprender el viaje”, por las restricciones en los vuelos debidas al conflicto.
A todos ellos, agradeció la labor de esperanza que hace la Roaco en estos países que están “envueltos en un manto de odio que hace que el aire sea irrespirable y tóxico” y criticó que la violencia de la guerra se abate “con una vehemencia diabólica nunca antes vista”.
Asimismo, aseguró que la historia de las Iglesias católicas orientales también ha estado marcada por “las opresiones y los malentendidos dentro de la propia estructura católica, incapaz de reconocer y apreciar el valor de tradiciones diferentes a la occidental”.
León XIV exclamó que –además ser constructores de paz y favorecer el diálogo— los cristianos deben rezar de verdad y ser testimonio.
“Depende de nosotros hacer de cada noticia e imagen trágica que nos impacta un grito de intercesión a Dios”, indicó.
Por otro lado, pidió a los cristianos que permanezcan fieles a Jesús, “sin enredarse en los tentáculos del poder”.
“Aún existe mucha ignorancia” de las tradiciones orientales
Por otro lado, el Pontífice elogió la belleza de las tradiciones orientales, pero lamentó que en la Iglesia Católica “aún existe mucha ignorancia al respecto”.
“Su sentido de lo sagrado, su fe cristalina, endurecida por las pruebas, y su espiritualidad que huele al misterio divino pueden ser útiles para saciar la sed de Dios latente pero presente en Occidente”, explicó.
Por ello, dijo que es necesario “organizar cursos básicos sobre las Iglesias orientales en los seminarios, las facultades de teología y los centros universitarios católicos”.
“Los católicos orientales de hoy ya no son primos lejanos que celebran ritos desconocidos, sino hermanos y hermanas que, a causa de las migraciones forzadas, viven a nuestro lado”, indicó.