La Palabra de Dios, Fuente de Vida

“Dichosos serán los que escuchen la palabra de Dios y la pongan en práctica” (Lucas 8:21).  Si Jesús asegura que quienes escuchen y vivan Su palabra serán dichosos, podemos confiar plenamente en ello, porque Él nunca anuncia algo que no se cumplirá.

El Salmo 1 también nos recuerda esta promesa: “Dichoso el hombre que medita la ley del Señor de día y de noche.  Será como un árbol plantado junto a corrientes de agua: dará fruto a su tiempo, sus hojas no se marchitarán y todo lo que emprenda tendrá buen fin”.  Son palabras llenas de esperanza, dignas de ser recordadas frecuentemente y nunca olvidadas.

La Santa Biblia nos da respuesta a las preguntas más importantes de la vida: ¿De dónde venimos? ¿Para qué estamos aquí en la tierra? ¿Qué sentido tiene nuestra existencia? ¿Qué fruto tienen nuestras acciones, pensamientos y palabras?

Por ello, una de las ocupaciones más importantes de todo cristiano es leer la Biblia, estudiarla en actitud de oración y, con la ayuda del Espíritu Santo, poner en práctica sus enseñanzas.

Hoy, una de las tragedias más grandes es que, aunque la Biblia está abierta como un regalo de Dios, permanece cerrada para millones de personas.  Este libro es el documento más importante que la humanidad posee, pero para que realmente transforme nuestra vida, debemos leerlo, creerlo y obedecerlo, la obediencia a la Palabra de Dios trae seguridad, fortaleza y sabiduría.

Quien escucha la Palabra y la vive es como una casa edificada sobre roca: no se derrumbará.  No habrá fracaso en quienes siguen sus mandatos, este deseo de estabilidad y éxito lo buscamos todos, en lo familiar, laboral y espiritual. La Biblia nos ofrece justamente eso porque la Biblia es la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios es verdad.

El Evangelio de Juan, nos recuerda que la Palabra es Jesucristo mismo: “En el principio existía la Palabra, y la Palabra era Dios” (Juan 1:1). La Biblia es, entonces, una carta personal de Dios para cada uno de nosotros. Es una carta de amor que habla a nuestro corazón, a nuestra mente y a nuestro espíritu, con promesas y enseñanzas para toda situación:

  • Si estás enfermo, nos recuerda que basta una sola palabra de Dios para sanar.
  • Si alguien te traiciona o te causa inquietud, (Romanos 12:19) dice que la venganza no nos pertenece, sino a Él.
  • Si tienes miedo, la escritura en el (Salmo 56:3) nos exhorta: “En el día en que temo, Yo en ti confío”

En tiempos difíciles, la Palabra nos asegura protección y fortaleza:

  • “Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra, más a ti no llegará” (Salmo 91:7).
  • “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4).

Dios está con nosotros en cada momento. Él es nuestra luz en la oscuridad, nuestra salvación y nuestra esperanza. Cuando enfrentamos situaciones sin salida, la Palabra de Dios nos recuerda que para Él nada es imposible.

Por eso, a partir de hoy, no dejemos que la Biblia sea un adorno más en nuestra casa. Ábrela, léela, créela y deja que transforme tu corazón. Cada vez que estés en misa, en un retiro o en tu hogar, presta atención a la Palabra, porque el Señor quiere hablarte personalmente a ti.

Oremos para que el Espíritu Santo haga obra en nuestras vidas y nos ayude a creer y poner en práctica lo que leemos. Solo así la Palabra de Dios cumplirá su poder transformador y nos guiará hacia la dicha verdadera.

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